Un gesto desafiante a Louis Van Gaal, una actitud de chico duro en un partido tenso y hasta un enfrentamiento verbal en el post-partido contra un jugador rival: Lionel Messi, habitualmente mesurado, tiró el viernes de carácter y transfiguró el enfado en ultramotivación.
«Tampoco le voy a dar consejos yo a Van Gaal, pero no es fácil hacerlo jugar enojado», dijo el seleccionador Lionel Scaloni a la televisión argentina al término de la clasificación de Argentina para semifinales del Mundial Qatar-2022.
Como un Bruce Banner convertido en Hulk por la ira, Messi sacó músculo, se creció y también poniéndose serio fue el líder en un partido bronco, con varios momentos de gran tensión entre jugadores.
El héroe del partido terminó siendo el arquero Emiliano Martínez al atajar dos penales en la tanda decisiva (4-3 después de un empate 2-2), pero Messi fue el otro pilar de Argentina, con una asistencia de oro para el primer gol, el de Nahuel Molina, y el penal que transformó avanzada la segunda parte, que ponía un 2 a 0 provisional en el marcador.
Fue después de este tanto cuando Messi festejó haciendo un gesto conocido en Argentina como «Topo Gigio», que consiste en llevarse ambas manos a los oídos con las palmas abiertas para simular unas orejas grandes como las del personaje infantil, un ratón, que le da nombre.
Un gesto desafiante que en el imaginario del hincha argentino está ligado al exfutbolista Juan Román Riquelme.
Messi fue preguntado por ello a su paso por la zona mixta del estadio de Lusail.
«Son cosas del momento, del partido», comenzó diciendo el delantero del París Saint-Germain, antes de admitir a quién se lo había dedicado: el seleccionador neerlandés, Louis Van Gaal.
«Estaba con bronca por el prepartido porque un técnico como es Van Gaal, con la experiencia que tiene, con los partidos y la batalla que tiene a lo largo de su carrera, que hable de la manera que habló, que falte al respeto como faltó al respeto… creo que no tenía por qué ser así. No tiene sentido y sentí que había faltado al respeto a la selección argentina», añadió.
Van Gaal había enviado algunos dardos en los días previos. Uno de ellos hacia Messi, al recordar que en la semifinal perdida por Holanda ante Argentina en el Mundial de Brasil-2014 la Pulga «no había tocado un balón».
Messi: «¿Qué mirás, bobo?»
Sobre el césped, Messi tuvo varios momentos de carácter ante los rivales y las cámaras captaron también cuando se acercó al banquillo neerlandés y recriminó al exfutbolista Edgar Davids, integrante del cuerpo técnico de Países Bajos, haber hablado demasiado.
En una entrevista post-partido se dio el otro gran momento de Messi en modo enfadado de la noche, cuando mientras hablaba con la televisión argentina TyC Sports interrumpió y se dirigió a una persona fuera de foco, a la que dijo: «Qué mirás bobo, qué mirás bobo, andá, andá para allá bobo, andá para allá».
El periodista que le entrevistaba, Gastón Edul, intervino para devolver las aguas a su cauce: «Tranquilo, Leo».
La prensa desveló poco después la identidad del personaje con el que hablaba Messi, que no sería otro que el jugador neerlandés Wout Werghorst, el hombre que con su doblete envió el partido a la prórroga.
Messi también mostró los dientes en sus declaraciones después del partido al cargar contra el árbitro, el español Mateu Lahoz, considerando que «no estuvo a la altura».
«No se puede poner un árbitro así para unos cuartos de final de un Mundial», dijo.
Messi se vistió el traje de capitán. Habla largamente después de cada partido, más que nunca, y fue el elegido como portavoz del vestuario después de la derrota del debut ante Arabia Saudita.
«Es buena persona, pero no tiene personalidad. No tiene mucha personalidad como para ser líder», dijo en 2016 Diego Maradona a Pelé en una charla distendida que creía privada y que fue revelada por un micrófono abierto, durante un acto en París.
A sus 35 años y con cinco Mundiales a sus espaldas, Messi parece ahora con más personalidad que nunca.
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