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A vueltas con la inacabable negociación venezolana

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Cuando parecía que el diálogo en México entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana habían descarrilado, el realismo mágico se ha vuelto a imponer con el retorno de las partes a la mesa de negociación. Si bien el objetivo último sigue siendo el mismo, la plena democratización y la convocatoria en los próximos dos años de elecciones presidenciales con opciones reales para todos los participantes, los cambios que están ocurriendo tanto en el contexto internacional (invasión de Ucrania) como en el regional (búsqueda de la “paz total” en Colombia) han hecho posible este desenlace.

En el corto plazo las noticias son halagüeñas. Buena parte de los actores se pueden sentir satisfechos por los resultados que se están produciendo en México y por la posibilidad de constituir un fondo humanitario, gestionado por Naciones Unidas, de varios miles de millones de dólares. Se trata de atender a las necesidades más urgentes de los sectores de menos recursos, aquellos que por diversos motivos no han podido o no han querido abandonar el país.

El fondo trataría de paliar los déficits de alimentos, medicamentos y otros productos de primera necesidad, y minimizar las graves deficiencias de la red eléctrica y su secuela de constantes apagones. La relajación de algunas sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea es el lubricante para superar el actual impasse. Así, se desbloquearán unos 3.000 millones de dólares de propiedad venezolana retenidos en diversas partes del mundo. También, todavía con cierta cautela, se han relajado las condiciones para que la petrolera estadounidense Chevron retome sus actividades en el país.

A la coyuntura regional e internacional hay que añadir los cambios que están ocurriendo en Venezuela, comenzando por una relativa estabilización económica y el desfondamiento de la experiencia “Guaidó”. El leve respiro alcanzado por el gobierno de Maduro le es suficiente para ver el futuro con mayor perspectiva. Sin embargo, la negociación tiene serios enemigos tanto en las filas del gobierno como de la oposición, ya que protagonismos políticos e intereses particulares se agazapan en contra del diálogo.

En este contexto, al gobierno venezolano le corresponde tomar algunas decisiones comprometidas, que no solo pueden afectar su inserción externa, sino también su futuro. Mientras la guerra de Ucrania obligará a Maduro a elegir entre Washington y Moscú, más allá de sus profundas simpatías hacia Putin, la negociación entre el gobierno de Colombia y el ELN lo forzará a ofrecer algunas garantías a sus vecinos, que pueden amenazar beneficios personales o sectoriales muy concretos.

Hay otras cuestiones en juego, como el excesivo protagonismo del presidente Gustavo Petro y su afán por convertirse en el gran líder regional. Dada la fuerte implantación del ELN en Venezuela, convertido ya en un importante actor binacional, con bases, efectivos y negocios, comenzando por el narcotráfico, a ambos lados de la frontera, Petro necesita de Maduro si quiere avanzar en unas negociaciones complejas y de final incierto. Pero a su vez Maduro necesita de Petro para reducir, o eliminar de ser posible, las acusaciones en su contra y contra los dirigentes chavistas por corrupción y violaciones de derechos humanos. Todo esto comprometería su existencia una vez abandonado el poder.

Esa mutua necesidad se complementa con las transformaciones que ocurren a escala internacional tras la invasión de Ucrania. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea necesitan reformular y consolidar sus alianzas. Desde esta perspectiva, América Latina en general como Venezuela en particular son piezas importantes. El todavía tímido acercamiento de la administración Biden responde más a motivaciones políticas que económicas. Superadas las elecciones de medio término los alcances del paso dado pueden ser mayores, especialmente cuando en Florida las nutridas comunidades venezolanas y cubano americanas se volcaron en apoyo del republicano Ron de Santis y no de los demócratas. Si bien los hidrocarburos son importantes, superar la postración de la industria petrolera, comenzando por Petróleos de Venezuela S. A. (Pdvsa) demandará mucho tiempo.

Pese a las circunstancias que han llevado a reemprender las negociaciones, lo ocurrido es una buena noticia para Venezuela, sobre todo si la oposición se mantiene unida. Dado el enquistamiento y la polarización de la pugna política, una salida pactada es la mejor salida, por no decir prácticamente la única. Al mismo tiempo, la búsqueda de “la paz total”, más allá de sus numerosas dificultades, podría ser, de concretarse, un paso adelante en la superación de muchos de los problemas de Colombia. Como se ve, son dos procesos con muchos vasos comunicantes entre sí que deben ser apoyados, con las reservas correspondientes, por la comunidad internacional.

Artículo publicado en El Periódico de España

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