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Un Par por un Sueño: Una mano amiga para los niños de Petare

La fundación ofrece almuerzos para un grupo de 70 niños. Los creadores tomaron esta iniciativa ante el riesgo de desnutrición que afecta a la comunidad por la escasez de alimentos

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Petare esconde detrás de su imponente montaña de casas de ladrillos y techos de zinc historias marcadas por la crisis que atraviesa el país. En las calles estrechas, los carros pasan a los lados casi rozándose y las cornetas de las motos resuenan a espaldas de las personas como aviso para pasar. 

San Blas es una de las barriadas en las que reinan las carencias producto del desabastecimiento de los anaqueles y la hiperinflación que vive la economía venezolana. Luego de 25 minutos en un jeep, después de llegar a las caóticas calles de la parroquia petareña se encuentra uno de los barrios del sector: República Unida.

Escaleras de concreto llenas de tierra, tuberías que sobresalen en el camino y casas pegadas una sobre la otra. Pequeñas miradas se asoman a medida de que se recorre la barriada. Dos pasillos de escalones se necesitan para llegar al hogar de Ana Gutiérrez, en el cual funciona uno de los comedores de la fundación Un Par por Un Sueño.

Luis Morillo, administrador de la fundación, explicó que la creación del comedor en República Unida se dio luego de la muerte de una niña de 14 meses de edad, que presentó un cuadro de desnutrición crónica.

Al llegar a la casa de Gutiérrez se siente el aroma de la comida y se escuchan las risas de los pequeños quienes esperan con ansias la hora del almuerzo. Muchos de los niños que asisten al comedor comen una vez al día, pero a pesar de las dificultades las sonrisas de sus rostros y la inocencia de la edad no se borra ni se derrumba.

Mirna Andrade, colaboradora en el comedor, señaló que en diferentes ocasiones personas adultas les han preguntado si puede ayudarlos a ellos con la comida, debido a que se quedaron sin trabajos por la falta de transporte o efectivo para costear el servicio.

“Para los niños esto es una ayuda porque como está la situación, no solo en San Blas si no en toda Venezuela, necesitan este tipo de colaboración. La Fundación le da comida a los niños de martes a sábado una comida balanceada para el almuerzo”, expresó.

Andrade indicó que el comedor recibe diariamente un aproximado de  70 niños incluyendo a los pequeños que le dicen “los adoptados o los agregados”, los cuales vienen de otros sectores para adquirir los alimentos.

“Tuve la iniciativa de unirme a este proyecto porque la dueña de la casa es hermana cristiana, ella necesitaba personas para que la ayudarán y yo le dije que si ella quería yo podía ayudarla. Esto de verdad es una ayuda porque hay muchos niños y tantos niños necesitan que varias personas estén en el lugar”, explicó a El Nacional Web.

Abraham Castillo – @accinema

Los niños juegan debajo de un techo para cubrirse del sol, muchos de ellos vienen del colegio y otros se preparan para salir a clases. Los más pequeños corren por todo el espacio de tierra para distraerse mientras la hora del almuerzo llega, el único sonido que hace vida entre las casas son las risas y gritos de alegría de los pequeños.

“Los niños que van en la mañana (a clases) vienen del colegio con hambre porque hay unos que se van sin desayunar y los que les toca las clases en la tarde si van almorzados. Hay niños que no van al colegio porque no tienen que comer, ojala se pudiera ampliar las comidas”, contó la colaboradora haciendo referencia en que le gustaría que en la ayuda en el comedor se agregara el desayuno por la situación que atraviesan los pequeños en sus hogares.

Por otro lado, el administrador de la fundación señaló que la creación del comedor tiene como objetivo principal ayudar a los niños ya que son los más afectados por la situación que padece el país.

Dentro de la casa, en el área del comedor están ubicadas cuatro mesas, dos de plástico y dos de madera, con sillas a su alrededor. El olor de la comida llega a cada rincón de la casa, las risas de los niños se escuchan junto con el sonido del televisor mientras que la señora Ana y las colaboradoras les piden a los pequeños que se sienten para iniciar la hora del almuerzo.

Morillo indicó que en el comedor suelen iniciar la hora del almuerzo entre las 12:00 y 12:30 pm, debido a que muchos de los niños que atienden se tienen que asistir a clases en el turno de la tarde.

Los niños que se encontraban fuera de la casa empezaron a entrar luego de ser llamados por las colaboradoras del comedor, los pequeños se sentaron en las sillas mientras conversaban y continuaban jugando entre ellos. El silencio se empezó a adueñar de la pequeña vivienda de República Unida, los platos salieron de la cocina, el brillo de los ojos de los niños llenó el lugar.

Antes de empezar a comer los niños se unieron en una oración para agradecer los alimentos que tenían en la mesa. Todos siguieron a una pequeña que empezó, cada uno con una sonrisa en el rostro y las manos juntas. «Gracias por los alimentos, ayuda a los que no tienen y a los que tienen», dijeron los pequeños en una sola voz.

Los más pequeños piden ayuda para comer y los más grandes lo hacen apresurados y con ansías. Mientras comen, el silencio permanece en el comedor de la casa de la señora Ana. Las sonrisas de las colaboradoras brillan como un día soleado sobre las casas de techo de zinc.

Abraham Castillo – @accinema

A medida que dejan de comer recogen sus platos y salen de la habitación para seguir jugando y algunos en iniciar su camino por las enormes escaleras para llegar a clases. La falta de alimentos sumada a los altos costos de los productos de la cesta básica han provocado que la desnutrición infantil incremente, lo cual puede ocasionar problemas de crecimiento en los menores y en el peor de los casos la muerte.

Uno de los niños que asiste al comedor, tiene la apariencia de tener al menos tres años de edad, sin embargo tiene problemas con las hormonas del crecimiento sumado a eso la falta de alimentación disminuye su proceso evolutivo. El niño sólo tiene ocho años.

«Yo tengo cuatro nietas y una de ellas estaba desnutrida. Hay muchos niños que están igual, hay unos que le tienen que dar la comida en la boca porque pareciera que se acostumbraron a no comer o comer poquito que uno tiene que obligarlos a comer porque están bien flaquitos”, contó Andrade.

La señora Mirna ve como unas de las mejores oportunidades que le presentó en su camino el poder ayudar en el comedor. Su sonrisa marca sus líneas del rostro, sin embargo detrás de esa sonrisa oculta el dolor por ver la situación de los pequeños del sector. Comentó que muchos niños dejan de ir a clases por no tener alimentos, lo cual es grave para su crecimiento

“Participar en esta iniciativa es un alegría, de parte de Dios me da goce de poder ayudar a la comunidad. Ayudar a los niños y a sus mamás porque hay personas que ni siquiera tienen trabajo ni nada de eso y mandan a su hijos para recibir ayuda. ¡Esto es una bendición!”, dijo mientras miraba a los niños que se encontraban fuera de la casa.

Dos pasillos de escaleras como un camino hacia el cielo son necesarias para dejar atrás a República Unida, dando la espalda pero sin olvidar. La Fundación Un Par por Un Sueño es una de las tantas ayudas humanitarias que nacieron en este proceso que vive el país. En las barriadas caraqueñas y de todo el país viven y padecen situaciones llenas de miseria y de preocupación, pero las risas de los niños mejora todo y dan ganas de seguir adelante.


“Los niños son el recurso más importante del mundo y la mejor esperanza para el futuro» – John Fitzgerald Kennedy


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