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A elecciones, sin garantías ni condiciones

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Hace más de dos años, cuando la falsa oposición decidió pivotar hacia su nueva postura abiertamente colaboracionista, la excusa principal que se ofrecía para justificar entenderse con el régimen chavista era negociar condiciones y garantías para participar en las elecciones de 2023 y buscar la salida electoral del régimen chavista.

Ya desde entonces advertimos que se trataba de un despropósito preñado de ingenuidad sentarse a conversar con el chavismo esencialmente un cambio en las condiciones electorales para permitiera su derrota electoral. Para quienes no siguen secuencialmente el tema Venezuela o quienes reciben confusas informaciones en otros países es preciso dejar bien claro que en Venezuela, a diferencia de otros países, no hay un estado nacional que representa los intereses de la nación, sino más bien un estado chavista que se atribuye potestades legales para actuar en nombre de los intereses de una mafia política y militar.

Esa entidad que actúa como Estado y es reconocida internacionalmente tiene a su disposición el uso de todos los poderes públicos, incluidos el electoral. Controlando la estructura política y la operatividad electrónica del Consejo Nacional Electoral el chavismo se puede dar el lujo de fabricar resultados electorales a la medida de sus apetitos aunque para barnizar el fraude le haga pequeñas e insignificantes concesiones a la falsa oposición, tales como adjudicarle unos miembros en el Consejo Electoral chavista.

Y aun en el supuesto de que el aparato de fraude electoral tenga un cortocircuito como ocurrió en 2015, el Estado chavista tiene más recursos institucionales para anular e invalidar situaciones desfavorables legalmente apoyado en su propia autoproclamada seudolegalidad. Y si la institucionalidad del Estado chavista resulta ineficiente e inoperante, aún les queda la opción de usar el último recurso que viene a ser de primer orden y son las fuerzas armadas chavistas siempre dispuestas a imponer por las armas y la violencia la voluntad de la macolla gobernante.

Siempre hablando entre líneas y con trabalenguas nunca quedó claro si la falsa oposición intentaba negociar con el chavismo nuevas condiciones y garantías de carácter estrictamente electoral o político para buscar una salida del régimen. La evasión escrupulosa de los temas de fondo que tienen que ver con la estructura del Estado chavista parecía indicar que la falsa oposición se centraría en negociar con el chavismo mejores condiciones electorales para que este generosamente aceptara un resultado electoral adverso. Al final daba igual porque en cualquier caso se trataba de desear un imposible porque voceros del chavismo lo han repetido hasta la saciedad, no salen ni por la buenas ni por las malas. ¿Entonces, cuál iba a ser el objeto de esa negociación?

Pero, lo que algunos han podido ver como ingenuidad (pedirle al chavismo que acepte condiciones para entregar el poder) fue en realidad una jugada política más o menos calculada. Ya los operadores de la MUD, el G4 y el interinato sabían de antemano que eso sería así. Pero afirmarlo parecía ofrecer una justificación noble para seguir negociando. El tiempo se encargó de poner las cosas en su sitio y ya hemos llegado hoy al punto donde la falsa oposición no habla ni quiere hablar de las condiciones y garantías más elementales para participar en unas elecciones mínimamente decentes. No solo de ese tema no se habla sino que ya están embalados a ser copartícipes del fraude electoral orquestado por el chavismo.

¿Qué posibilidades podría tener la falsa oposición de escoger un candidato (o candidata) en elecciones primarias que derrote a Nicolás Maduro en 2023? Ninguna. Sugerir lo contrario es seguir apostando a las falsas ilusiones y hacerse cómplice de la estafa electoral. ¿Por qué? Porque el régimen político se mantiene intacto y fundamentalmente en cuanto a lo que podría interesarle a la falsa oposición las condiciones y garantías electorales son las mismas y tampoco van a cambiar. Bajo el régimen chavista es irrelevante la mayoría de votos, lo que cuenta es el papelito de las máquinas electrónicas y más que eso el veredicto final de la sala de totalización que una vez pronunciado resulta inapelable según el canon de la justicia chavista.

Para la falsa oposición ir a elecciones sin garantías ni condiciones no es un acto de sacrificio o ingenuidad. Se trata de una acción calculada y deliberada que desde el principio toma en cuenta que el chavismo volverá a proclamar sus resultados y estos serán protestados pero debida y sumisamente acatados, al menos por la mayoría de los factores de la falsa oposición. Este es el ritual que necesariamente tiene que ocurrir para que la falsa oposición sea reconocida como la oposición oficial al régimen en la nueva etapa de la cohabitación formal con el Estado chavista.

@humbertotweets

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