Los últimos acontecimientos políticos en América Latina, ocurridos desde hace unos años hasta esta fecha, se ha podido apreciar que los países del hemisferio han dado un giro a la izquierda, buscando ese sueño populista, que los movimientos de derecha no pueden ofrecer por su ideología política. Muchos ciudadanos prefieren vivir de las dádivas miserables del Estado, en vez de ser emprendedores y constructores de su propio futuro. Eso nos lleva a la lamentable conclusión en la que hay sociedades que prefieren el máximo beneficio, pero con el mínimo esfuerzo.
Lo anterior nos conduce a otro punto, que consiste en la instauración de un régimen de corte socialista-comunista, que atenta directamente hacia la esencia de lo que es la libertad, en toda su extensión. Se opta por elegir a demagogos y charlatanes, que en vez de tener curriculum poseen un extenso prontuario policial, que con su facilidad de palabra y pocos escrúpulos, venden esperanzas a cambio de miseria y zozobras.
Todos, absolutamente todos, se amparan en endosar culpas a otros para huir de sus responsabilidades. Engañan ofreciendo una supuesta independencia y una liberación de un yugo imperial inexistente, pero al mismo tiempo, acosan y someten a toda una sociedad con políticas que favorecen a un grupo de enchufados, que solo piensan en el enriquecimiento inmediato, repartiendo pobreza y angustias en sus naciones. Porque lo único que crece en estos regímenes es la carencia, la escasez, la indigencia, la necesidad y la penuria.
La otra parte del discurso político de estos seudo rescatadores de la dignidad de la patria, es pregonar a diestra y siniestra la liberación del país pero, ¿de quiénes nos liberaron? Esa charlatanería de la dominación gringa, es puro y absoluto engaño, para mantener cohesionado a sus adeptos, que aún creen que la Unión Soviética existe y que el muro de Berlín sigue separando Alemania en dos, pero no se ponen a pensar que gracias a las naciones democráticas y libres, que compran las materias primas de nuestro hemisferio en efectivo, ayudan a sostener directamente ese parapeto que llaman socialismo.
Desde que surgieron estos movimientos, impulsados por el Foro de Sao Paulo, que nació el 1 de julio de 1990, convocado por el Partido de los Trabajadores, cuyo presidente era Luiz Inácio “Lula” da Silva, afianzado por Fidel Castro. La idea de esa convocatoria fue crear un frente común para combatir el neoliberalismo encabezado por los Estados Unidos. Hace 30 años se comenzó a gestar la mutación del comunismo, para hacerlo más atractivo y más convincente, a pesar del gran fracaso del proyecto de la Unión Soviética y de todos los países de Europa del este, que abrazaron esa ideología con la única finalidad para que los jerarcas pudieran vivir a expensas del Estado.
En Latinoamérica, desde hace dos décadas, esta nueva camada de vendedores de ilusiones y esperanzas, han ido accediendo al poder, demostrando que en lo único que son capaces es ir cerrando todos los accesos de autonomía, cercenar los derechos de los ciudadanos y aumentar las obligaciones, todo en pro de avalar un sistema que día a día aísla más al subcontinente de la realidad mundial.
En todos los países socialistas, se comienza a restringir el acceso al dinero, controlan los precios de los productos básicos, implantan controles cambiarios, impidiendo acceder a las divisas. Lo que provoca es que los ciudadanos ya no pueden comprar los alimentos que quieren, porque están escasos o su precio es exorbitante, pero en algo si son exitosos, en generar filas interminables de hambre y penuria.
Ya esas sociedades se ven impedidas en mejorar su calidad de vida, porque a todo lo demás descrito y sus desaciertos en políticas públicas, originan tasas inflacionarias con cifras estratosféricas, lo que imposibilita la adquisición de bienes como electrodomésticos para el hogar y mucho menos un automóvil, porque no hay y los que existen, tienen precios prohibitivos, gracias a la merma en el poder adquisitivo.
Además, hay otro elemento que nace de las consecuencias anteriormente descritas, la delincuencia. Un problema endémico, que atenta directamente contra la libertad, porque impide la autonomía y el derecho a vivir de los hombres y mujeres, originando un toque de queda forzado, porque hay horas y lugares determinados para los desplazamientos, esto obliga a los ciudadanos mantenerse encarcelados en sus casas, por miedo a ser robados o en el peor de los casos, asesinados.
Ni hablar del sistema de salud, porque los hospitales carecen de insumos, con graves problemas en su infraestructura, además la falta de personal, ya que los médicos de Latinoamérica han optado por huir de esa realidad.
Otro sector de la población que sufre las consecuencias de las utopías izquierdistas, son los niños y jóvenes que no tienen acceso a un sistema educativo de calidad. La falta de profesores y maestros, la infraestructura en un continuo deterioro, la carencia de insumos, sumado al atraso curricular, han provocado una gran deserción escolar y los que logran graduarse, son analfabetas funcionales.
Estos gobiernos nacidos ideológicamente del Foro de Sao Paulo, se esmeran en limitar el libre albedrío de los hombres y mujeres de sus respectivos países. Comienzan impidiendo las protestas, porque está prohibido decir lo que está mal y aquellos que logran levantar la voz, son perseguidos, arrestados y encarcelados, para luego ser acusados de instigadores, de rebelión o de cualquier idiotez inventada para controlar a través del miedo a la sociedad.
Todos son obstáculos, que merman el derecho de hacer, actuar y pensar libremente, no a caprichos politiqueros, de adoración a muertos y de dominio a través del terror. La libertad ahora es una quimera en gran parte del hemisferio.
Comienza así, la instauración de años duros, en la cual el pueblo empieza a tener dificultades para vivir con dignidad. Además, la institucionalidad no tiene ningún tipo de credibilidad, aunado a que los partidos tradicionales de cada nación, estaban y están en franca decadencia. Esto origina que muchas naciones de América Latina, a una sola voz, gritan la necesidad de un cambio, para que sus respectivos países puedan respirar nuevos aires. Pero, todos sin distinción, repiten siempre los mismos errores. Véase Brasil, Bolivia, Argentina, solo para nombrar algunos.
Son comunes en estos días que transcurren, ver a través de los medios de comunicación, las protestas, el resaltar de los altos índices del costo de la vida en esos países, los niveles de inseguridad que rayan en el pánico, elementos de un subcontinente en crisis y enfermo, que optó por el camino más fácil, que fue entregar su confianza a embaucadores, que vienen de las filas del engaño y la trampa, con un discurso diferente, vendiendo un sueño, para ilusionar a una nación, para luego conducirla hacia el camino del atraso, la desigualdad y la desgracia.
Con el pasar del tiempo, la prédica se convirtió en mentira y las promesas en falsedades, pero transformadas en verdades, para saciar el ansia de grupos políticos que anhelaban esa transformación. Al mismo tiempo, se comenzó a construir el culto a la personalidad, adoración excesiva al caudillo, carismático y unipersonal, con una propaganda que extendió el ideario de la izquierda, para reforzar la posición política del líder.
Pero su ejecutoria no se detiene allí. Atacan a la Iglesia, reescriben la historia, creando un pasado ficticio, con héroes de cartón. Optan por copar todas las instancias del poder, para tener un mayor control. Diseñan un nuevo concepto y modelo político único, con el fin de eliminar cualquier tipo de oposición, afirmando que su pensamiento es superior, el resto es basura. Estos neocomunistas no pueden ocultar su resentimiento social, siempre descalificando al adversario, viéndolo como un enemigo, que lo único que merece son ofensas y odio. También son ávidos practicantes de rituales esotéricos, espiritistas, como una manera de sentir que tienen el control de su verdad.
A pesar del esfuerzo para engañar, sus colaboradores tienen poca capacidad y formación para la responsabilidad de manejar el Estado. Solo están preparados para la obediencia, sin derecho a pensar por sí mismos, pero con una gran capacidad de moldear la ley y la justicia a sus intereses.
Por lo anteriormente descrito, queda en evidencia que a los gobiernos de América Latina no les preocupa buscar soluciones sobre la inseguridad, que sigue batiendo récords en asesinatos, asaltos y hurtos, con una alta tasa de impunidad. No es primordial combatir a la corrupción, donde empresas fantasmas se han llevado miles de millones de dólares y castigan al resto de la sociedad, con controles innecesarios que tiene paralizado a todo el aparato productivo.
No importa solucionar la crisis de medicamentos e insumos de la salud, donde los ciudadanos deben peregrinar en busca de una medicina y en el peor de los casos, mueren en hospitales porque no hay cómo sanarlos.
No les importa disminuir la escasez de alimentos, revertir la recesión o combatir la inflación. Solo les interesa producir hambre, dificultades y miseria, para sostener su gran maquinaria de engendrar pobres y dependientes del socialismo-comunismo, con la repartición de su limosna izquierdista.
Por todo lo anteriormente descrito, ¿qué ha cambiado? Todo y nada. Estos últimos 30 años, América Latina ha representado lo peor de lo que se criticó del libre mercado, pero el socialismo está repotenciado y con un añadido, con una alta dosificación de ineptitud e improvisación. Lo que importa hoy a los hijos del Foro de Sao Paulo, es mantener la indigencia, para generar esa dependencia necesaria del pueblo, para convertirlos en clientes políticos. Ya no se piensa, ya no hay libre albedrío, lo que importa es la adoración al jefe supremo, convertir las consignas en dogmas y vender esperanzas inalcanzables, eso sí, culpando a otros de sus fracasos.
¿Y los cambios? Se alteró todo, para empeorarlo. En este momento, lo que les importa es el control, desde el aparato productivo, hasta el pensamiento, porque ya no hay ciudadanos, sino pobladores de una gran extensión de tierra.
¿Hacia dónde vamos? A ninguna parte y a todos lados. El porvenir dependerá de un iluminado que lee la borra del café, de un pajarito que habla, de adorar a un idiota y la claridad de interpretación de un dinosaurio, sobreviviente de la guerra fría. Que lástima, seguiremos inmersos en la incertidumbre, en el atraso y en la improvisación.
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