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¿Qué pasó en las elecciones intermedias en EE UU y por qué?

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elecciones legislativas Estados Unidos

Independientemente que las encuestas señalaban una masiva desaprobación del gobierno, la Casa Blanca y el Partido Demócrata tuvieron una única estrategia que se basó -por una parte- en defender las acciones del gobierno de Biden y vender propuestas a futuro. Fue poco lo que pudieron realizar, pero lo hicieron, contuvieron el aumento de la gasolina, frenaron poco la inflación pero tomaron algunas medidas para ello, anunciaron el aumento del medicare por inflación, el bajar el costo de las medicinas, ponerle techo al costo de la insulina para proteger a los diabéticos, y lanzaron el decreto de liberar parte del pago de las deudas estudiantiles. El concepto fue dar mensajes específicos a distintos sectores como a los votantes jóvenes, pensionados, personas afectadas de enfermedades masivas como la diabetes. A las mujeres, la Corte Suprema de Justicia le brindó en bandeja de plata el disminuir o coartar el derecho al aborto, y los demócratas se convirtieron en los defensores de este derecho y convencieron al electorado que el partido republicano desprotegía a la mujer estadounidense. Esto generó un voto silencioso y oculto a favor de los azules. Por otro lado, además del mensaje nacional de protección a la libertad y a la democracia, los conceptos fueron claros, la elección era para llevar candidatos al Congreso, que es quien hace las leyes, presupuesto, y es el freno de la Corte Suprema de Justicia ante los excesos que pueda cometer, en el contexto del equilibrio de poderes. Estas fueron las notas positivas de la estrategia demócrata. Las notas negativas de la estrategia demócrata fueron contenidas en el mismo esquema y consistieron en reafirmar que los republicanos representaban el retraso, poner en riesgo la libertad, la democracia, papel que desempeñó muy bien el comité que investiga el asalto o la «insurrección» del 6 de enero por las hordas «trumpistas», quien sin ninguna duda era la cabeza visible del republicanismo en estas elecciones. También los republicanos fueron mostrados como racistas, discriminadores, que buscan el sometimiento de la mujer, y quienes rechazan ayudar en sus deudas a los estudiantes, entre otros «issues». Así lograron quebrar o minimizar el tradicional referéndum del presidente de Estados Unidos como suele ser la elección de mitad del período. De hecho lo convirtieron en un referéndum del expresidente Donald Trump, como parece que él mismo deseaba…

En el caso del Partido Republicano, el preludio de los resultados es que no hubo una estrategia. Fueron dos. Por un lado, Donald Trump planteó la elección con un tema central: El fraude, que según él lo sacó de la presidencia. Quizás su idea se centraba, en arrasar en la elección intermedia y así «probar», con los votos de los estadounidenses, que la evidente falsedad, era una verdad o al menos una creencia de la mayoría: que sí hubo fraude en el 2020. Trump no previó que él no era el candidato. Nadie iba a votar por él. Su estrategia debió ser pedir el voto para rechazar el «mal gobierno» de Joe Biden. Votar contra la inflación, contra el «pésimo gobierno», es decir, enviar un mensaje unificador en contra de la gestión de la Casa Blanca. A la par de presentar los logros de su propio gobierno como antesala de un probable regreso a la presidencia. Trump, no debió darse cuenta de que su accionar entraba dentro de la estrategia demócrata al desdibujar el carácter de referéndum del actual presidente que tenían estas elecciones.

La otra estrategia era la del Partido Republicano fundamentada en enseñar todos los errores de la administración Biden. Aunque quedaba claro que hay dos Partidos Republicanos, los trumpistas o como se autodenominan MAGA y los demás. Trump nunca quiso unir al partido. Lo más probable es porque nunca ha sido un político. No entiende de equilibrios, de tolerancia, de convivencia, de consensos o de la voz de la mayoría. Para él  «eres MAGA o RINO». Y los que no estén con él son acosados y empujados a irse. Consecuencia: Trump no suma, resta. Por eso ha fracasado en 2018, cuando en el congreso -a dos años de ser presidente- perdió ¡42 congresistas! y Nancy Pelosi pasó a ser la presidenta de la Cámara para su pesar. Luego, en 2020 perdió la presidencia y ahora en 2022, al no lograr el triunfo electoral de su partido como era previsible. Igualmente, hay que señalar que en esta estrategia del partido republicano estuvo ausente la promesa electoral. No hubo una oferta concreta que entusiasmara a los votantes en general ni en particular a nivel nacional.

Si el Partido Republicano quiere ganar las elecciones presidenciales venideras debería observar un partido unido, y trabajar todos y cada uno de sus miembros en una sola estrategia. Requiere un candidato que sume no que divida, que aglutine no que se segregue. Un claro ejemplo de esto lo dieron los republicanos en Florida. Cito otro ejemplo distinto, en Pensilvania. El candidato de los demócratas por distintas razones no era el mejor, pero ganó por poco margen. ¿Tendría que ver esto con que en las últimas horas antes de las elecciones, fueran y se presentaran con el candidato los expresidentes Obama, Clinton y el presidente Biden? ¿Habría sido igual si además de Donald Trump, George W, Bush, Mitch McConnell, Kevin McCarthy o Mike Pence, Mitt Romney, Dick Cheney hubieran acompañado al candidato republicano? Pensamos que Trump tendría que dejar atrás buena parte de sí mismo para lograr llegar a la Casa Blanca. Por ahora, estamos convencidos que solamente siguiendo el ejemplo del partido republicano en Florida, y de su líder, los republicanos lograrán el poder nuevamente. Para Ron DeSantis y el Partido Republicano ese es el reto. Si quieren volver a la Casa Blanca tendrán que derrotar a Donald Trump en el partido. Ni más ni menos.

Artículo publicado en Informe21

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