El presidente de Francia, Emmanuel Macron, protagonizó un relancino intercambio con Nicolás Maduro, a quien “oficialmente no reconoce como presidente”. En ese fugaz encuentro exhortó al ilegítimo mandatario venezolano a «emprender un trabajo bilateral útil» para América Latina. Fue un cruce de palabras que no se extendió más allá de minuto y medio, mediando un apretón de manos aderezado de sonrisas. Ese episodio se concretó en los pasillos de la Conferencia sobre el Cambio Climático de Sharm El-Sheikh, Egipto (COP27).
La paradoja es que el dictador Maduro, responsable de uno de los ecocidios más cruentos que se estén acometiendo en América Latina, pretenda exhibirse como “un fiel exponente de la defensa del medio ambiente”, mientras sus compinches continúan destrozando el Amazonas venezolano, en cuyo espacio arrasan con más de 1.500 hectáreas de zonas protegidas, con el fin de sacar minerales, tal como lo ha denunciado, con pruebas fehacientes, Cristina Vollmer de Burelli, vocera calificada de la organización no gubernamental SOS Orinoco.
Uno de los espacios afectados es el emblemático parque nacional Yacapana, mientras que los garimpeiros se abren camino en el Alto Orinoco, liquidando la vegetación y fauna que se les atraviese en sus andanzas.
Maduro va a esa cumbre de la Tierra, pretendiendo engañar a los líderes del mundo comprometidos con los planes asumidos en la Cumbre de París de 2015 con el propósito de evitar el aceleramiento de los problemas relacionados con el cambio climático. Pero resulta que es Maduro el que nada ha hecho para que nuestro país, centro de operaciones mineras y manejo de hidrocarburos que emiten gases de efecto invernadero, se ponga a tono con las medidas que garanticen una transición energética, tal como se lo han propuesto los firmantes de dichos acuerdos. Por el contrario, lo que se sabe es que en el territorio nacional se realizan deforestaciones que elimina la capa de vegetación, a la par que dragan los suelos para extraer minerales preciosos, sin reparar que el mercurio y el cianuro que emplean para tales ecocidios son letales para nuestras cuencas.
«Estaré encantado de que podamos hablar más tiempo, que podamos emprender un trabajo bilateral útil para la región», dijo Macron a Maduro, según imágenes facilitadas por la oficina de prensa venezolana a la AFP. Sabiendo de las imposturas de la que es capaz de ensayar el ilegítimo presidente, no nos extrañaría que haya sido locuaz impartiendo clases de “cómo se puede lograr que un país crezca económicamente, tal como lo ha conseguido la revolución del socialismo del siglo XXI en Venezuela”. Ya sabemos que en eso de vender narrativas articuladas de falsedades son expertos.
Bien se sabe que lo único auténtico que pudiera mostrar Maduro en esos encuentros son sus manos ensangrentadas. Él es responsable directo de miles de ejecuciones extrajudiciales. No tiene gestión que presentar que avale el más mínimo éxito en la administración de los ingentes recursos financieros que recibió nuestro país por concepto de la venta de petróleo, en aquellos años en que se cotizaba el barril hasta en 130 dólares. Todos los servicios públicos están destartalados y más de 90% de la población sobrevive en condiciones de pobreza. ¿Es Maduro un modelo de gobierno a seguir?
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