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Creer o no: la versión incorrecta del 4F (XI)

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Cuando se curucutea la historia del 4F, una de las conclusiones inevitables en la que subyace la duda sobre la capacidad de las fuerzas armadas para cumplir su misión constitucional en ese momento, es la ristra de pifias en el proceso de toma de decisiones y las inoportunidades en el cumplimiento del ciclo de inteligencia por todas las agencias y las fuentes de las redes establecidas. La revelación de la nulidad del sistema de inteligencia de la seguridad del Estado se evidenció ante la incapacidad de los mandos militares para decidir y gerenciar la crisis política y militar, y enfrentar con viabilidad y éxito al enemigo interno. Más que la eficiencia del apresto operacional de la institución armada leal a la constitución nacional, la balanza hacia la victoria se inclinó por la incapacidad de las fuerzas sediciosas de conducir y ejecutar sus planes militares con ajuste a los patrones doctrinarios. El desastre de la gerencia de esa crisis militar del 4F sólo es comparable con Locademia de policía. De lado y lado. De allí tantas acusaciones posteriores entre el ministro y el comandante general del ejército del lado de acá, y del lado de allá entre los comandantes, tipo «Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a Muchilanga, le echó a Burundanga, les hinchan los pies ¡Monina!».

Ante tantos yerros e incorrecciones hay un solo evento que merece resaltar. Y que, después de 30 años, debería reconocerse. Cuando se va al detalle se puede concluir que esa iniciativa le salva la vida al presidente Carlos Andrés Pérez. Y en esta columna se va a dar un primer paso en esa distinción.

Antes, y para contextualizar el desarrollo en el día 3 de febrero de 1992 vamos a colocar la declaración del general de brigada Henry Lugo Peña, en ese entonces teniente coronel primer comandante del batallón Bravos de Apure, sito en Fuerte Mara, al sur de Maracaibo, estado Zulia: «Muchos implicados en la conjura…para mí, incluyendo edecanes y parte de la Casa Militar. Ejemplo te doy lo que viví personalmente como comandante del batallón Bravos de Apure en Fuerte Mara. El día 3 de febrero, luego de jugar futbolito con todos los oficiales, fuimos al casino a tomar unas cervezas y jugar dominó, a las 7:30 pm me despido y me voy a mi casa a bañarme, comer y a dormir porque al día siguiente había educación física a las 6:00 am. A las 8:45 pm me llama un subteniente (S-1) que estaba haciendo un trabajo en su oficina y vio movimientos extraños de oficiales y tropas. Me llamó por teléfono y me informa lo que está viendo, le digo que me uniformo y salgo para allá a la brevedad. Veo por la ventana a varios soldados del Batallón de infantería mecanizada Aramendi que están rodeando mi casa, la abro y le pregunto qué están haciendo ahí, si es lugar restringido para la tropa y me dicen que están en un ejercicio. Llamo por teléfono al comandante de su batallón, teniente coronel Vivas, pero no respondió nadie. Llamo a la casa del coronel comandante del fuerte y me contestó su señora (la señora Doris) informándome que su esposo había salido para Caracas de comisión. Salgo de la casa y está un subteniente con fusil en mano que me dice: mi comandante tengo órdenes de no dejarlo salir. Lo empujo enérgicamente y le indico que respete a su superior y llego a la unidad donde veo a los soldados del pelotón de reconocimiento sacando el armamento del parque a la orden del cabo primero reemplazante de pelotón, le pregunté quién le ordenó eso y me indicó que el teniente Rafael Isea Briceño, que, por instrucciones mías, debíamos salir para Maracaibo a contrarrestar a la Guardia Nacional que estaba alzada. Le indiqué que guardara el armamento porque era falso. Seguí verificando más adelante y veo al subteniente Pulido (comandante de la 3ra compañía de tanques) correctamente uniformado en bragas y con el casco del tanque en sus manos, al preguntarle que pasaba, me dice: mi comandante vamos a cumplir con el plan de reacción porque están disparando por el sector oeste del fuerte. Firme subteniente, no he oído ningún disparo. Luego vienen varios oficiales todos correctamente uniformados en bragas y nerviosos se me acercan y les llamo la atención sobre lo sucedido. En ese momento se acerca en un Jeep del pelotón de reconocimiento apuntándome con una ametralladora .50 el capitán (S-3) Morales Silva. Lo llamo y se baja parándose firme y me dice: mi comandante lo invitamos a unirse al movimiento. Este gobierno es corrupto etc. etc. Les digo: señores oficiales, ustedes conocen la Constitución y leyes de la República, ustedes no son políticos para resolver esos problemas políticos. Acompáñenme a mi comando. En total eran 5 oficiales y un SOPC. Llamé al comandante de la Brigada Blindada en Valencia como a las 9:30 a su casa y ya estaba durmiendo. Le explico lo que había sucedido y me dice que quiere hablar con todos los involucrados. Al terminar, me dice: Lugo Peña, mañana salgo para Maracaibo en el primer avión, por favor mándame a buscar al aeropuerto con un oficial y no cumpla órdenes de nadie sin mi autorización. Entendido. El capitán Morales me dice, esto es un movimiento nacional, prenda la TV, pero para ese momento no había nada en televisión. Le pregunto quién es el jefe, no me quiso decir. A los minutos me llama por teléfono el general comandante de la Primera División y de la guarnición preguntándome como estaba mi unidad, le explico que tengo unos oficiales involucrados pero bajo control. Me pregunta si puedo darle apoyo porque en Maracaibo Arias Cárdenas había tomado preso al gobernador Oswaldo Álvarez Paz, le indico que tenía que hablar con el general Ferrer Barazarte y me dijo «ok». Llámalo y me informas. Llamo de nuevo a Valencia y me contestó su esposa llorando, indicándome que vinieron unos oficiales en un jeep y se llevaron detenido al general. Y la historia es larga de lo que pasó después. Pero lo que quiero hacer resaltar es que ni el general Ferrer de la Brigada Blindada, ni el general comandante de la primera división, estaban enterados de lo que ya no eran rumores. Con las 2 compañías de tanques que no estaban involucrados sus oficiales apoyamos al comandante de la guarnición y pudimos detener a Arias Cárdenas y a todos los golpistas. Pero antes de darle el apoyo yo llamé al comandante del Ejército (Rangel Rojas) y le expliqué la situación y que me diera instrucciones. Me dijo: ‘Haga lo que usted considere conveniente’. Claro que cumplí con la Constitución, pero él no me dio instrucciones precisas. Se cansa uno de tantos fariseos».

El batallón de tanques Bravos de Apure es una de las unidades de vanguardia operativa en los planes para la ejecución de la maniobra estratégica contra la amenaza del enemigo externo de aquella ocasión representada por Colombia. Vamos a dejarle espacio en el texto a una narrativa del vicealmirante José Rafael Huizi Clavier. Este alto oficial era el director de Secretaría del Ministerio de la Defensa. El oficial ejecutivo del ministro en los asuntos administrativos y en el manejo del día a día desde el quinto piso. El contacto burocrático entre ambos oficiales es de una marcación hombre a hombre, sobre todo cuando por razones de agenda el titular de la cartera de defensa debe estar fuera de las oficinas y de la guarnición de Caracas. En los asuntos de la seguridad y la defensa de una nación, la incomunicación es de vida o de muerte. Y más aún cuando hay una conspiración que ha venido desplegándose desde el domingo 2.

«Es que desde las 11:00 am del 3F que delatan el golpe hasta las 7:00 pm (19:00) en el MD nadie sabía nada. Yo estuve en mi oficina hasta las 20:00 pm cuando me informó el ayudante del MD que se quedaría más tiempo en Maracaibo y regresaría por Maiquetía. A las 1900 el almirante Daniels, también permaneció en el MD todo el día, entró a mi oficina y me preguntó por el ministro y le di parte, entonces voy al médico que tengo la tensión alta y se fue. Antes me dijo: si hablas con Ochoa dile que todo (las guarniciones militares que él las controlaba permanente y directamente por teléfono rojo) está bien. Que no hay novedad. Y se retiró. Yo tampoco sabía nada, el batallón Caracas que dependía de mí estaba en sus actividades de rutina. Yo me fui a mi casa a cenar y regresaría cuando retornara el ministro. Había que revisar la cuenta al presidente de los martes. Yo mantuve contacto con el MD a través del ayudante de guardia en el ministerio (mayor Ramírez Moyeda), nunca hablé directamente con FOA, el ayudante que lo acompañaba era del ejército (mayor Ávila Dávila) y no nunca atendió mi llamada durante las actividades en Maracaibo. Ese aspecto siempre me llamó la atención. Si Pedro Remigio Rangel sabía del golpe el 3F al mediodía, y si fue cierto que alertó a las unidades, porque el general Lara Estraño en Maracaibo que acompañaba a Fernando Ochoa Antich nunca se enteró hasta que Arias y sus alzados lo hicieron preso. ¿Por qué Pedro Remigio Rangel jamás le pasó la novedad, ni personal ni por teléfono al segundo a bordo, el almirante Daniels? Mucho menos al ministro. Ni a mí me llamaron. ¿Por qué ningún comandante de guarnición (todas del ejército) no le reportó (sic) esa novedad a Daniels? Todo esto está en mi libro. Leí el libro de FOA y lejos de aclarar las cosas, las enreda. Quedan más zonas grises y preguntas en el aire». Decir algo sobre este texto es poner un estorbo en la interpretación. Está muy claro. Sobremanera.

Vamos a tomar del libro del ministro un párrafo muy significativo que con los dos anteriores hace una conexión de lo lindo y que justifica como la señora Doris le salva la vida al presidente Carlos Andrés Pérez por un pelín, en combinación con su marido. Cuando el general ministro se retira de Maracaibo, el comandante de la guarnición le pide que traslade en su avión al coronel Marcelino Rincón Noriega, el jefe del Estado Mayor. Entre la comitiva estaba el ministro de Información, Pastor Heydra, quien al aterrizar en Maiquetía se trae a Caracas en su vehículo al coronel Rincón Noriega. En ese ínterin, después de que el general recibe las informaciones del golpe en curso de parte del comandante del regional número 5 y la posibilidad de la detención del presidente, y son ratificadas por el director del DIM y se las notifica como rumores al presidente Pérez, quien se molesta y convoca para el día siguiente una reunión para tratar el tema y luego se retira a La Casona a dormir; Heydra y Rincón hacen un alto etílico en el apartamento del coronel. Es en ese momento de los guisquis que el oficial llama a su casa en Fuerte Mara y su esposa (la señora Doris) le da un parte completo del desarrollo del golpe en el sector e inmediatamente le pide a Heydra que le haga el enlace con el general: «Mi general, llamé por teléfono a mi esposa hace unos minutos a Fuerte Mara con la finalidad de participarle que había llegado bien a Caracas. Ella me acaba de informar que una compañía del batallón Aramendi se insurreccionó y se dirige hacia Maracaibo”. Muy sorprendido, le di las gracias y cerré el teléfono. La noticia me hizo ver de inmediato el sentido de los rumores, pues eran, sin duda, parte de un golpe de Estado». La señora Doris de este párrafo es la misma señora Doris del párrafo 3. Solo en ese momento el ministro le informa al presidente de la gravedad de los eventos, lo que obliga a Pérez a salir de urgencia de La Casona para Miraflores mientras el fuego cerrado a la orden del capitán Rodríguez Torres empieza a acribillar la residencia presidencial.

A estas alturas del desarrollo en el relato con los propios eventos del 3F, solo el coronel Rincón Noriega y su esposa (la señora Doris) le dieron la seriedad pertinente a difundir la información con la urgencia que requería el caso y propagaron los sucesos sin el estorbo de rumores donde y como se tenía que hacer. El propio ciclo de inteligencia. Eso le salva la vida al presidente.

¿Ustedes se imaginan si en la llamada del coronel, la señora Doris se limita solo a conversar de las cosas domésticas? O si el coronel al colgar el teléfono, le sirve otro trago a Heydra.

 

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