Tiene ejemplares en tamil, armenio, azerí y otros 45 idiomas de la obra maestra del premio nobel de literatura colombiano. Jorge Iván Salazar lleva 16 años coleccionando ediciones de Cien años de soledad, la célebre novela de Gabriel García Márquez.
Organizados con minucia, centenares de libros enfilan los anaqueles de su biblioteca privada en la ciudad de Armenia (centro-oeste), en homenaje al máximo representante del realismo mágico.
Son en total 379 ediciones, incluida la primera de 1967, su favorita.
«Es preferida mía porque la pude conseguir en México con un librero, de esta edición solo se sacaron 8.000 ejemplares», cuenta a la AFP el coleccionista de 59 años.
Desde su casa revestida en libros, Salazar muestra las portadas de los ejemplares más preciados, algunos ilustrados con pinturas de afamados artistas europeos.
Se describe como ingeniero civil, constructor, coleccionista «apasionado» y admirador de García Márquez ganador hace cuarenta años del Premio Nobel de Literatura (1982).
El coleccionista se inició a los 43 años y desde entonces aprovecha cada viaje para abultar su biblioteca consagrada a la historia de la familia Buendía y Macondo, el pueblo ficticio en el que vivían.
Como un sabueso, husmea en plataformas digitales y recorre continentes para engrosar una «Torre de Babel» edificada con el mundo mágico y peculiar creado por «Gabo».
Pirata
Aunque no tiene un certificado, Salazar cree poseer la mayor colección de Cien años de Soledad que existe. Hace seis meses escribió a los responsables del libro Guinness Récords para ser valorado, pero le aseguraron que no tenían un registro similar con el cual compararlo.
En un catálogo indexa cada ejemplar con los datos más relevantes y la imagen de su portada.
Cada uno de ellos tiene su propia historia y Salazar no repara en desordenarlos ante las cámaras para compartirlas.
Entre sonrisas, muestra un libro «pirata» que García Márquez le firmó en China a su traductor cuando todavía no circulaba una versión oficial.
«Maestro, yo permití que millones y millones de chinos leyeran su majestuosa obra», reconstruye así Salazar, la súplica del arrojado traductor.
Según Salazar, el escritor cedió a regañadientes y estampó su firma con un guiño: «para el mayor pirata del mundo».
Como Salazar, los colombianos rinden distintos homenajes al escritor caribeño cuatro décadas después de recibir el mayor galardón de la literatura en Estocolmo, cuando pronunció su memorable discurso «La soledad de América Latina».
«Gabo político»
Cuando se le pregunta cuántas veces ha leído el libro confiesa que tres y «media».
«La media fue en el colegio que no lo terminé (…) no le cogí el gusto», sostiene entre risas.
Luego comparte otras joyas de su colección, como un ejemplar escrito en ruso, que carece de los tramos eróticos del relato, censurados por el gobierno de Rusia a pedido de la Iglesia ortodoxa.
El novelista colombiano más famoso del mundo, fallecido en Ciudad de México en 2014, se inmortaliza en cada hallazgo de Salazar.
«El último libro que adquirí fue en el idioma feroes,(hablado en) una isla entre la península escandinava e Islandia», asegura el ingeniero.
«Para mí fue impresionante que en una isla tan remota tengan ‘Cien años de soledad’ en su idioma», advierte con la edición en la mano.
Aunque fanático de su literatura, Salazar se distancia del García Márquez «político», cercano a la izquierda latinoamericana y estrecho amigo de la Revolución Cubana.
«El Gabo escritor me gusta mucho más que el Gabo político por una razón sencilla: Yo he tenido la posibilidad de incursionar en política, tengo mis ideales, mis principios, y ese Gabo de la izquierda cercano a Fidel Castro, que tuvo conversaciones con algunos grupos insurgentes (…) no me gustaba», concede.
Pese a que el autor se opuso en vida a llevar «Cien años de soledad» a la pantalla, la plataforma Netflix estrenará pronto la serie de la obra que cuenta con el visto bueno de la familia García.
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