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“Después del Alamein no conocimos derrotas”

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Al atardecer del 23 de octubre de 1942 se inició la batalla que decidiría el control del desierto del Norte de África en la Segunda Guerra Mundial. La memoria colectiva y buena parte de la historiografía se ha dedicado a explicarla cómo la victoria de la cantidad versus la calidad. Una especie de nueva traición al genio germano militar, representado ahora en el mariscal Erwin Rommel. Adolf Hitler, el mariscal Albert Kesselring (comandante de la Luftflotte II) y Benito Mussolini prometieron pertrechos y en especial el combustible para los Panzer; pero llegó menos de la mitad de lo que se necesitaba. No, la verdad es que fue la combinación de un conjunto de factores entre los que destaca un nuevo liderazgo en VIII Ejército Británico, el aprendizaje táctico, la superación o equiparación tecnológica, y el papel de la Royal Air Forcey la Royal Navy junto al conocimiento de los códigos Ultra; destruyendo toda la logística del Eje en más de 40% y en lo referente a la gasolina en 70%.

La Batalla de El Alamein (23 de octubre al 3 de noviembre de 1942) o Tercera Batalla en tal lugar si consideramos que las anteriores se dieron en junio y a finales de agosto (Batalla de Alam El Halfa); es el punto de inflexión en la Guerra del Desierto que se había iniciado en 1940. Desde ese momento, tal como dijo el primer ministro del Reino Unido, los Aliados no conocieron derrotas (por lo menos estratégicas). El liderazgo del nuevo comandante del VIII Ejército Británico: el general Bernard Law Montgomery (“Monty”), demostró que no solo podía lograr la victoria en la defensa sino también en la ofensiva. Se le ha criticado su excesiva prudencia y lentitud en la toma de decisiones, hecho que resalta incluso el filme Rommel Desert Fox (Henri Hathaway, 1951); pero al iniciar los combates fue capaz de cambiar varias veces el plan con lo que permitió el triunfo final. Por no hablar que usó engaños con falsos ejércitos, al igual que había hecho Rommel, o ataques de distracción (hizo pensar que sería en el sur cuando el peso estaba en el norte).

En la película de Henri Hathaway (que se inicia con la decisión del Zorro del Desierto de no aceptar la orden de Hitler de defender el frente hasta el último hombre), se muestra el épico inicio de la Batalla en la noche del 23 de octubre con el ataque concentrado de la artillería y el efecto del constante bombardeo de la RAF. Posteriormente los zapadores despejaban los campos de minas de las defensas del Eje (“operación pies ligero”) y la infantería tomaba la iniciativa. Atrás esperarían los tanques británicos reforzados con 500 Granty Sherman de Estados Unidos, los que eran similares en tecnología que los mejores Panzer. El VIII Ejército Británico supo combinar su acción con el apoyo de la RAF y el uso de los cañones antitanques.

Sir Winston Churchill en el “Capítulo XVIII. La Batalla de El Alamein” del “Libro III. La Gran Alianza” de su obra La Segunda Guerra Mundial (1948-56); describe y analiza con gran detalle las condiciones que facilitaron la victoria. Al principio establece la superioridad en armas gracias a la acumulación de las mismas en los meses de septiembre y octubre. Tiempo en que el Eje fue incapaz de cumplir con las demandas de Rommel. El VII Ejército, formado por una gran variedad de miembros de la Commonwealth, logró tener mil tanques que era el doble del enemigo y también duplicó el número de soldados. La RAF y la artillería triplicaban a la Luftwaffe y los cañones del Eje. La guerra en tiempos industriales no se reducen a un comandante con gran capacidad estratégica y soldados disciplinados. En los decisivos combates entre tanques, el fuerte entrenamiento al que sometió Montgomery a sus tripulaciones dio el resultado que se esperaba. Los Panzer sufrieron una gran sorpresa, por no hablar del poder de fuego de los cañones de alto calibre de los Sherman y la eficiencia de los perfeccionados cañones antitanques de la industria de Gran Bretaña.

Rommel fue muy claro en las causas del fracaso del Afrikakorps: el Frente del Desierto nunca fue prioritario para el Tercer Reich. Pero, además, tal como señalamos: si en el VIII Ejército Británico se había consolidado un liderazgo eficiente y que ofreció una gran confianza a los soldados; en el Eje por el contrario, el Zorro del Desierto se enfermó y al inicio de la Batalla estaba hospitalizado. El comandante alemán encargado, el general Georg Stumme, falleció de un infarto al conocer el avance Aliado. Tomó el mando el general Wilhelm Ritter von Thoma hasta la apresurada vuelta de Rommel convaleciente a los pocos días. Von Thoma finalmente caería prisionero; y se puede ver en algunos videos con el rostro lleno de arena pero sin perder dignidad, siendo recibido de manera caballerosa por “Monty” al cual el oficial de la Wehrmacht responde con el saludo militar.

Nunca se podrá saber si el Afrikakorps abastecido al menos con combustible y bajo el mando de Rommel habría resistido. La realidad es que cuando la Batalla de El Alamein llegaba a su fin los barcos angloestadounidenses iban camino a los principales puertos de las colonias francesas de Marruecos y Argelia. El Eje se vería atacado, no solo por Egipto en el Este, sino también por el oeste. A la “Operación Torch” le dedicaremos las dos próximas semanas, Dios mediante.

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