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Argentina, 1985 

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Es el título de la película producida y dirigida por Santiago Mitre  estrenada  en septiembre de 2022 en la  la 79.ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia, donde ganó el premio Fipresci de la crítica internacional a la mejor película y días después ganó el premio del público en la 70.ª edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. 1985 fue el año en el cual se realizó el histórico  Juicio a las Juntas  decidido por medio de un decreto aprobado el 13 de diciembre de 1983, sólo 3 días después de que Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, destinado a juzgar a los integrantes de las Juntas Militares desde el 24 de marzo de 1976 hasta la entrega del poder al gobierno democrático en 1983.

Dos días después,  por medio de otro decreto presidencial se creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), presidida por el escritor Ernesto Sábato cuyos  desgarradores resultados fueron plasmados en el informe Nunca Más, usado como base probatoria del juicio el que se investigó  y juzgó a los cabecillas de la reciente dictadura militar.

La película se centra en el heroico trabajo desempeñado por el fiscal Julio César Strassera, personificado por el aclamado actor argentino Ricardo Darín y su adjunto, Luis Moreno Ocampo interpretado por Peter Lanzani, quienes  asumen con coraje y profesionalismo el reto  de juzgar a  militares en tribunales civiles  en momentos en que aún operaban los órganos represivos de la dictadura. Para ello logran reunir un equipo  de jóvenes, dispuestos también a asumir el reto, que se abocan a reunir evidencias  sobre el aparato clandestino de represión de la dictadura articulado a lo largo y ancho del territorio argentino y demostrar  la responsabilidad de los altos mandos de las Juntas es dichas atrocidades a través de los testimonios que sacudieron a la opinión pública argentina y mundial.

Vencidas las  vicisitudes, el juicio se inició el 22 de abril de 1985, las audiencias se prolongaron hasta agosto de ese año  en unas 530 horas de audiencia en las que declararon 839 testigos.

El caso de Adriana Calvo de Laborde,-  primera víctima en declarar en el juicio- es en el que pone el foco  la película. Su narración sobre los maltratos sufridos dentro de un automóvil durante el alumbramiento de su hija, el asombro de  la madre de Moreno Ocampo, una señora de clase alta, feligresa de la misma iglesia del dictador Jorge Rafael Videla, ante tantas crueldades que ignoraba, simboliza  de alguna manera lo ocurrido a una  parte de la  sociedad argentina que había creído en la tergiversación de los hechos que lograron justificar el comportamiento de la dictadura y de las Fuerzas Armadas.

De los 835 casos presentados la Cámara Federal dictó sentencia por 709 de acuerdo a los cuales fueron condenados  entre otros los 3 integrantes de la Junta Militar Jorge Videla y Emilio Massera a prisión perpetua; Orlando Ramón Agosti a cuatro años y seis meses de prisión.

Aunque la película se centra en el legendario trabajo del fiscal Strassera y su equipo durante el juicio, sin que el presidente Alfonsín aparezca  en  pantalla, deja clara su gallarda decisión de hacer justicia a los genocidas. También refleja el sofocante ambiente de terror que permanecía en Argentina. Temas dolorosos y arduos desarrollados con sobriedad, sin sordidez  y  con una dosis de sentido del humor, sin menoscabo de la ambientación conmovedora de los desmanes cometidos por  la dictadura. Logra emocionar al espectador y arrancar aplausos. Personalmente no  pude dejar de anhelar que algún día algo similar pueda suceder en Venezuela y que se pueda hacer justicia a los responsables de los crímenes de lesa humanidad documentados por los organismos de derechos humanos internacionales.

La historia no se detuvo allí, poco tiempo después de esa sentencia histórica, que fue la primera condena al terrorismo de Estado, Alfonsín que había tenido el coraje de hacer juzgar a los excomandantes cuando aún tenían poder, tuvo que ceder a  las presiones y los alzamientos de los Carapintadas y apoyar las  leyes de Punto Final (1986) y Obediencia Debida (1987), instrumentos con los que  se  detuvo  el procesamiento a  los crímenes cometidos por las Fuerzas Armadas y de Seguridad Argentina , posteriormente entre 1989 y 1990, el  presidente  Carlos Menem dejó en libertad a los jefes del ejército que habían sido condenadas en el Juicio a las Juntas del 85.

Fue en el año 2003,  ya estabilizada la democracia, cuando durante la presidencia de Néstor Kirchner se anularon y  fueron declaradas inconstitucionales esas leyes,  importante decisión que permitió continuar con los juicios a los responsables de tan abominables prácticas, dando continuidad  al corajudo  paso dado 20 años atrás por Alfonsín, cuyo mérito ha querido ser desplazado. Traigo esto a colación por una entrevista al exfiscal  Julio César  Strassera realizada  por  los periodistas Silvia Mercado y Ceferino Reato  en Infobae el 24 de febrero de 2014 que tuve la ocasión de oír, en la que  afirmaba que ninguno de los Kirchner  presentó nunca un recurso de Habeas Corpus durante la dictadura y luego quisieron hacer ver que  la defensa de los derechos humanos en Argentina comenzó con su gobierno. (https://youtu.be/fC4udkfDMws)  No deja de sorprender que se hayan  hecho la vista gorda ante los crímenes cometidos en el régimen de su amigo Nicolás Maduro.

 

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