Por FEDERICO PACANINS
Lucila Velásquez se llamaba Olga Lucila Carmona Borjas (San Fernando de Apure, 1928-Caracas, 2009). Con su seudónimo literario presentó una obra de poeta formada en el derecho, las causas humanísticas, la filosofía, la diplomacia, la ciencia y la política.
Dos publicaciones recogen más de cuatro décadas de su poesía: Antología poética,1949-1989 (Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República, 1990) y Lucila Velásquez: 50 años de creatividad de la palabra, poesía 1949-1999 (Caracas: Fundarte, 1998). El tránsito creativo lírico se inicia con el Color de tu recuerdo (Caracas: Ávila Gráfica, 1949) y termina en Se hace la luz (Caracas: Círculo de Escritores de Venezuela, 2004).
Su condición de joven activista política, militante del partido Acción Democrática, queda evidenciada en Poesía resiste (México: Cuadernos Americanos, 1955); luego, la poeta va girando hacia otros temas: el orgullo de la estirpe venezolana, la relación entre poesía y la ciencia. La conciencia cívica de una necesaria armonía ambiental planetaria la lleva a dar resonancia lírica internacional a los riesgos de la era atómica armamentista: El árbol de Chernobyl (Caracas: Monte Ávila Editores, 1989) es una impresión sensible de la explosión nuclear ocurrida en la homónima ciudad de Ucrania, en abril de 1986. Memoria de mis días, autobiografía publicada un año antes de su muerte, refiere interesantes testimonios prestos a enriquecer tanto un relato de vida como la misma crónica contemporánea de Venezuela.
Ofrecemos a continuación los poemas «Un país» y «Trazos» del libro Acantilada en el tiempo (1982); «29» y «50» de El árbol de Chernobyl (1989); «Acércate a lo más bello», «Al revés, al derecho» y «Andar lejano de uno mismo» del libro Claros enigmas (1973)
Un país
Soy de un país
donde vivir es una dura causa
pero son como hierro
los niños
soy de un país
que se estira
o encoge
de pánico acentos
pero tiene un futuro semblante
soy de un país
donde me surcan causas
como estrías
pero todas las grietas
son suaves
soy de un país
de ayer
cuando mañana arrastren
mi cuerpo de aguas dulces
de aguas duras mi sueños
soy de un país
de puños habladores
de rota piel del día
pero en un dedo brilla
una palabra ilesa
soy de un país en fuga
de odios como plantas
de sueños
de divisas
y de perdidas causas
soy de un país sin tregua
que se desplaza
o vibra
aunque a veces profundas
su corazón se queda largo rato
soy de un país que escucho
cuando el mar cae de arenas
a soles
en los astros
con las costas de oriente
naufragas de un puerto
soy de un país por dentro
como intrínseca piel que diera forma
a un vaso de conciencia
lleno hasta el borde
de las gentes
lleno hasta el fondo
con el alma
soy de un país por fuera
gritándome de luz
y resonancias
son flores como augurios
son sangres como plantas
soy de un país
que anda aguas torrenciales
de la tierra
y todavía
sigue buscando mares
en las olas más lejanas
soy de un país
que hace políticas de precios
en el desayuno
y aún lleva en el estómago
un centavo más uno
soy de un país
curado tantas veces
de rotas alegrías
un golpe en el acento
un rato largo el gesto
soy de un país
como la tierra entera
con perros que la gimen
con sueños que la velan
soy de un país
donde mis padres todavía se aman
debajo de la vida
arriba de la muerte
soy de un país
más hondo que el abismo
de sus montañas juntas
más raudo
que las aguas que lo surcan
soy de un país
posible
donde vivan en paz los elementos
que componen el agua
soy de un país
naturaleza viva
de rostros y utensilios
de formas y volúmenes
de trazos como el pulso
de aprender a vivir
soy de un país
aquel
el mismo que está escrito
el mismo que yo canto
Trazos
Mi padre anduvo con Bolívar
en la Campaña Admirable
llevaba campos de batallas
en el bolsillo de atrás
lleno de ajados muertos
apañado de cabalgaduras
apuntaba a la letras ilegibles
de la Carta de Jamaica
y daba en el tiro al blanco
tenía un libro de historia de América
manchado de fruiciones
abría las páginas
en el sitio exacto donde pasaban
el Correo del Orinoco
y el ejército de diversión de Oriente
chispas de las minas de Aroa
saltaban de sus manos
eran los sueños de El Libertador
llegó hasta el Alto Perú
cuando Bolívar conjuraba
el Delirio sobre el Chimborazo
ambos dialogaron
al pie de la empuñadura del Gran Mariscal
la juventud de los héroes
tenía una piel de gloria desnutrida
que mi padre alimentaba
mi padre también bebió las aguas de crecientes
de los bravos de Apure
se le vio llevarme un día
de la mano
al teatro de infancias
donde asumí el Samán de Güere
por primera vez
mi padre partió una noche
cuando yo tenía los ojos claros
y sin vista
de su testamento abierto cayó una sola hoja
de elegía
es este rasgo humano
con que trazo la batalla
donde por fin ha muerto
29 (crónica de aquella Ucrania, primavera, 26 de abril de 1986)
se escucha un solo bosque en la noche
son estrellas que cazan
el pensamiento claroscuro
de un estremecimiento de la tierra
a un año luz del sueño insepulto
del Árbol de Chernobyl
las últimas palabras evacuadas del valle
todavía adelgazan de larguísimos miedos
de samarios creciendo como einsteinios
de aquella ucrania primavera
50 (minadas de tardes nucleares)
poder nuclear ensimismado
gran escala le cuelga
del pecho condecorado
de la política global
tiene razones de pensar
seriamente en el día del desarme
cuando no tenga algo de la paz
al negociar la coexistencia
en el año de la producción
de sistemas de armas ofensivas
para matar pulgas felices
en la constelación de los Lebreles
objetivo estratégico
de los intereses vitales
en las distintas regiones del cosmos
almacenadas en Detroit y Nizhni Taguil
junto con el espejo de dendritas
donde la Antártida se esconde
entre las últimas piedras oceánicas.
Acércate a lo bello
Hija mía,
está cara la vida,
hay que tener el lujo muy sencillo
como algún traje blanco que se limpie en la casa
y cada vez el uso lo conserve más fino.
Hay que ir a la feria de las flores
a comprar lo común de estas palabras,
que siempre serán nuevas si al clavel o la rosa
cada día les cambiamos la corriente del agua.
Debemos ver la vida como un rincón de tierra
con mezclas de edificios y de escombros,
con las huellas de un mismo cadáver
que se ajuste a los seres
desde los pies al hombro.
Hay que limpiar con el sol el mundo pálido,
abrigar el espíritu de alguna calle nueva,
donar al suelo la herencia del amor
y a cada corazón endurecerle
aquella parte cerca de morir,
aumentar el salario de la luces
para alcanzar la comprensión del cielo,
mas por eso hay que usar una estrella en el día
y dormir en la noche con el mismo reflejo.
Es un rostro difícil la experiencia,
sus senos tienen leche de lo bueno y lo malo,
lo bueno es lo que el pecho desnuda en alegría,
lo malo no se alegra, se avergüenza.
Ay, hija, si tú encuentras el dolor y está vivo
tócalo, que es lo puro que tiene la conciencia,
háblale con palabras de enseñar a ti misma
la paciencia continúa del valor de la vida.
Reposa con las manos cabizbajas
pues ellas meditarán tus sueños poniéndolos serenos
y te dirán que tienes despierta la ventana,
que has de buscar tus años adelante
o al menos debes vivir en paz con las veces del alba.
Con los ojos cerrados acércate a lo bello,
que únicamente existe donde tú lo mereces,
y al hallarlo a tu lado sólo debes dejarle
el sudor de la frente que es laurel de tu casa.
Por eso es que lo bello resulta invulnerable,
porque está como el agua muy diverso,
porque puede en el barro ser remo de las olas,
porque puede estar seco como llanto de insecto
o el mar que al tú llamarlo es océano pacífico
o también como aquello cansado puede ser pétalo
y ese niño del campo que acostumbra
a lustrar con un lirio su alpargata,
o frágilmente un pie
con dolor absoluto
amarrándose el suelo con un paño de lágrimas
y aquello que en el mundo convive
a una distancia
del polo azul a Dios,
de Suráfrica a rosa
o de animal a estatua.
Al revés, al derecho
Al revés,
al derecho,
forramos la vida,
el mundo,
la medida corriente de andar
usando más arriba, a ras del horizonte
la ropa de llorar
o reír.
Llevamos muy adentro distraídas distancias,
tropezamos miradas,
nos apoyamos breves en el júbilo, el triunfo
o el dolor.
Nada es estable, errantes
nos consigue la noche llevando el sueño a cuesta,
de puerta en puerta damos de beber la voz
Andar lejano de uno mismo
Siento en los labios de los aeropuertos
la ceniza de los cigarrillos dejados al partir
y acompaño las miradas solas que guardan entre las ropas
el abandono que les queda.
Voy en busca de Dios
que en los acantilados del hambre toca una flauta de pan dulce
o de los seres que en el prostíbulo de las soledades
dejaron los harapos de un beso,
de una palabra,
de unas manos vacías.
Se puede andar lejano de uno mismo
y llegar hasta el sitio donde el cuerpo
tiene un salto al vacío.
Y hasta es posible hacer de alguna lágrima
una roca de piel
o pensamiento.
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