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Una dispersión al extremo de los cielos

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En esta última semana, meditaba en una lectura inspiradora en abundancia, tratando de hacer asociaciones a la cotidianidad que nos ha tocado experimentar. Una frase salto del papel virtual a mis ojos cobrando vida, y la he puesto como título de esta breve intervención. Ahora, me pregunto qué significa una dispersión al extremo de los cielos,  acaso es aquella sensación o condición de estar tan alejado de un diseño original, que no se alcanza a determinar el extremo al que se ha llegado. Siempre asociamos las regiones celestes con dimensiones angelicales, pero también las debe haber en una naturaleza antagónica a la angelical.

Definiría esta dispersión como el alejamiento considerable de una condición inicial y del conjunto con el cual comparte características. Acaso la confusión que impera socialmente alrededor del mundo no es lo suficientemente característica de un estado dispersivo, o la alabada seudo libertad de pensamiento actual, no raya en fecundas distorsiones que conducen la humanidad a la robotización de una apariencia plástica, y la desnaturalización de la psiquis; eliminado las tan necesarias barreras que contienen la vida. Es como pretender la existencia de la célula sin membrana o la perpetuación de los sistemas sin regulación de los mismos. Entonces, pequeños individuos gobiernan a sus padres adultos, porque no les están enseñando límites y autorregulación desde temprana edad, el mensaje inconsciente que a mi parecerles dan, es que el mundo está listo para girar en torno a ellos. Tarde o temprano, la vida les enseña duramente que no es así, y para entonces ya se habrán erguido como seres con muy poca tolerancia y altas frustraciones.

Irónicamente esas suelen ser las características de la generación que lucha por niveles de tolerancia, mientras se quiebra en lo abstracto de su propio ser, o idealizan la felicidad cuando se marchitan lentamente detrás de un buen selfi.  No intento levantar dedo acusador, sino exponer mi propio pensamiento, será que todo esto resulta una gran dispersión a los extremos de los cielos. Ahora, de ser así, cuál es la medicina preventiva para los que están en los pensamientos de Dios por nacer, o curativa para aquellos que ya caminamos, como zombis muchas veces, en la tierra de los vivos. Acaso este remedio tendrá naturaleza regulativa del pensamiento y por ende sentimiento y acción, requerirá una aceptación voluntaria o vendrá por imposición desmedida. Preguntas cuyas respuestas no son fáciles de topar.

Una manera de saberlo es observando los grandes y pequeños sucesos de la humanidad, un desastre natural obliga, hasta al más soez, a frenar sus impulsos y someterse al proceso de restauración que implica perderlo todo. Y aquel que voluntariamente se somete a límites sanos por convicción de vida o por autogobierno, tarde o temprano ve los frutos de sus elecciones, quizás sin atinar en todas las oportunidades, pero aprendiendo en cada una de ellas.

Pongamos la mirada en los principios reguladores de la vida, como la fe que te lleva a considerar a Uno superior a ti que todo lo ve, el amor que te hace empático antes las luchas y pruebas que viven tus semejantes soportándolas como tuyas, y la justicia que no se mide con pensamiento humano, sino que se imparte en el conocimiento divino de lo que embriaga a cada corazón. Entonces, todos seremos hallados en los extremos de nuestra dispersión, y traídos a casa para habitar con Aquel que nos soñó y entretejió en el vientre de nuestras madres.

@alelinssey20

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