¿Dónde irá a parar todo esto? El actual fenómeno migratorio desenfrenado, sobre todo a partir del año 2017, desde Venezuela, ha ido tomando tonalidades fúnebres muy dolorosas, debido al sinnúmero de tragedias que se han estado sucediendo con niños, ancianos, mujeres y personas enfermas, que literalmente mueren por los caminos.
“Alerta, alerta, alerta que camina, la espada de Bolívar por América Latina”. Consignas como la anterior, vestían las agresivas marchas chavistas ordenadas por el “comandante eterno”. Su propósito: enfrentar pueblo con pueblo que, según parecer del ahora difunto, se justificaba para contraatacar a contrarrevolucionarios que osaban exigir cambios en sus políticas arbitrarias, confiscatorias y destructivas de la democracia y de la economía nacional; cumplidas a cabalidad con sus “misiones”, que ahora nadie duda que son el peor producto maligno de la tiranía del “socialismo del siglo XXI”.
No son pocos los ejemplos históricos de naciones que han decidido salir de un territorio para hacer vida en otro. De alguna forma fundirse en un nuevo ambiente, una nueva cultura, e ir creando otra, junto a una nueva generación de ciudadanos. Los venezolanos supimos mucho de esta cara de la moneda, cuando millones de europeos de España, Portugal e Italia, en su mayoría, más los americanos de la mayor parte de Colombia, Ecuador, Perú, República Dominicana, Haití, Trinidad y Tobago, Chile y Argentina vinieron por las razones diversas, y que sabemos hicieron vida en nuestra Venezuela; la cual se convirtió en suya también.
La conformación del coloso americano que es hoy Estados Unidos no hubiera sido realidad sin la gran migración europea y asiática, muy a posteriori de aquella odisea maravillosa del Colón que el 12 de octubre de 1492, buscando una nueva ruta para llegar a las Indias, consiguió acortar el viaje que trajese muselinas, especies y todos los tesoros desde aquel lado del mundo que se querían comerciar, del Oriente a Occidente; y se topó con lo que no imaginaba entonces: ¡un nuevo continente!
Buscando América ha sido la denominación que dimos a una serie de conferencias dictadas desde nuestra Cátedra Internacional por la Libertad “Francisco de Miranda” por acá en Estados Unidos, donde nos contabilizamos ya hacia octubre de 2022 seguramente más de 600.000 venezolanos; pues se estima que 200.000 al menos han entrado por la frontera mexicana en los 2 últimos años.
Con base en el Censo de población estadounidense de 2020, efectuado entre el 1º de abril y el 16 de octubre de tal año, pandemia de por medio, el mismo arrojó que la población total norteamericana aumentó casi en 7,5% a 331.449.281 personas. De ellas nos vamos acercando ya al 20% los 60.481.746 personas que somos de origen hispano.
En relación específica con los venezolanos en Estados Unidos, hace 2 años dicho censo contabilizó que 549.256 personas eran de origen venezolano en Estados Unidos. La mayoría, 53%, mujeres contra 47% de hombres. De estas, poco más del 20% eran menores de 18 años de edad. Unos 132.635 jóvenes.
A demócratas y republicanos de la gran nación del Norte, en nuestro continente americano, les pido, en especial al presidente Biden y al gobernador de la Florida, Ron DeSantis, que no permitamos la estigmatización de nuestros hermanos de Venezuela. En verdad estos inmigrantes son en contundente y abrumadora mayoría gente de trabajo y buena entraña. Gente solidaria y de Fe, que sólo está intentando salvar su familia y ejercer un derecho humanitario de escapar de la narcotiranía destructiva de Maduro y de Padrino López, la cual nos declaró la guerra a los ciudadanos libres de Venezuela. Bombardeándonos con hambre, miseria y delincuencia dictatorial, hasta lograr instaurarse junto a cómplices internacionales como Putin, Castro y los ayatolás de Irán. Solo pedimos un espacio temporal para algunos de nosotros, aunque entendemos que para la mayoría probablemente será permanente, pero para todos pedimos su apoyo; como el que se da a nuestros hermanos de Ucrania, para luchar y salvar a nuestro pueblo.
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