Seguramente, recordaremos la fatídica fecha del 24 de febrero de 2022 cuando Rusia inició su operación especial militar e invadió por segunda vez el territorio de Ucrania.
Ocho años antes, el 28 de febrero de 2014, Rusia ya se había apoderado de la península de Crimea habiéndose preparado para concretar la invasión enviando previamente tropas a sus bases en Ucrania.
En 2014 hubo protestas en las Naciones Unidas, desconocimientos, imputaciones sobre violaciones del derecho internacional por parte de la Federación de Rusia, referendos para aprobar la anexión de Crimea a la Federación de Rusia, protestas de ilegalidad, declaraciones de desconocimiento de tales referendos y… Crimea forma parte de Rusia. Los países miembros de las Naciones Unidas lo dejaron pasar.
En este año, los invasores rusos le añadieron a la receta anterior el uso de armas prohibidas (la bomba termobárica o de vacío y las bombas de racimo), las amenazas –ya no el escalamiento del estado de alerta elevada- de usar armas nucleares contra Ucrania, los ataques indiscriminados a la población civil y a objetivos civiles no militares (escuelas, universidades, hospitales) de Ucrania, misiles de todo tipo, ataques armados a plantas nucleares ubicadas y en funcionamiento en Ucrania, asesinatos masivos de hombres y mujeres sepultados en fosas comunes después de haber sido torturados, violados o ultrajados, actos de barbarie y de monstruosidad.
Lo que acontece en Ucrania hoy es el resultado del fracaso de la única y principal función de las Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que aceptaron -sin presentar oposición a tal abuso- el derecho de veto ejercido fraudulenta e ilegalmente por Rusia en la sesión del Consejo de Seguridad, la complicidad silenciosa de China y las timoratas conductas de varios de los países miembros de las Naciones Unidas en la segunda votación en la Undécima Sesión Especial de Emergencia de la Asamblea de las Naciones Unidas que cambiaron sus votos con respecto a la primera votación por temor a las represalias de Rusia. Las Naciones Unidas volvieron a dejar pasar corriendo la arruga y el conflicto escaló. Ahora Rusia amenaza con usar armas nucleares y me imagino que los timoratos y los agazapados estarán pensando que ahora están peor que antes.
China –país sin credibilidad alguna- plantea ahora que las partes deben resolver su conflicto de manera pacífica y con rapidez. Estados Unidos y Rusia se intercambian amenazas y advertencias a través de sus voceros y agentes de prensa. El presidente Joe Biden sacó ahora a la consideración mundial la terrible advertencia contenida en la oración “Una guerra nuclear no se puede ganar” y todo lo que las seis palabras en esa oración implican: solo hay que echar un vistazo a la simulación preparada por la Universidad de Princeton y podrá obtener un estimado de la catástrofe.
En su reciente intervención ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente de Estados Unidos afirmó: «Un miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas invadió a su vecino, intentó borrar del mapa a un Estado soberano. Rusia ha violado descaradamente los principios básicos de la Carta de las Naciones Unidas». Y añado yo: Por lo tanto debe ser expulsada de las Naciones Unidas y, con ello, perder su derecho de veto de manera que el Consejo de Seguridad –si China llegare actuar responsablemente- pueda tomar las medidas para salvaguardar la paz. Ruego a Dios, por mi parte, que no nos llevemos una sorpresa con Ucrania ni que se encuentren allí “cosas” que no deberían haber estado nunca.
De nuevo, la propia Carta de las Naciones Unidas califica a los países que pueden ser miembros de las Naciones Unidas. El encabezado del artículo 4 de la Carta de las Naciones Unidas establece que “podrán ser miembros de las Naciones Unidas todos los demás Estados amantes de la paz que acepten las obligaciones consignadas en esta Carta, y que, a juicio de la Organización, estén capacitados para cumplir dichas obligaciones y se hallen dispuestos a hacerlo”. Ni es el espíritu, ni el propósito ni el texto de la Carta permitir en su seno estados amantes de la guerra, que incumplan sus obligaciones y que usen sus prerrogativas para amenazar –ayer- la paz y la seguridad del planeta y –hoy- la existencia de la especie humana sobre la Tierra. No encuentro ninguna razón justificante ni excusa.
No he estado de acuerdo con la pena de muerte porque hasta hoy no había encontrado una razón para considerarla como una “solución” para “algo” y porque su aplicación es irreversible e irremediable en caso de error. En el caso de quienes juegan a la guerra que no se puede ganar y que juegan a arriesgar y poner en peligro la vida de la Humanidad toda, pues…como que hay factores de peso que considerar, pero eso será en alguna otra oportunidad. Sea la conclusión a la que llegue, tengo presente que no es la sociedad la que aparta al individuo transgresor que decide conscientemente desobedecer las leyes de Dios y de los hombres sino que es el propio individuo quien desprecia el orden divino y humano y decide apartarse de la sociedad y agredirla injustificadamente.
Dios guarde a V. E. muchos años.
@Nash_Axelrod.
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