La reapertura de la frontera colombo-venezolana dio este lunes un nuevo inicio a las relaciones entre ambos países, que duraron más de un lustro en estado crítico y ahora comienzan a ver los frutos del vuelco impulsado por el presidente colombiano, Gustavo Petro.
En un acto caótico y bajo el inclemente sol de la región fronteriza, Petro estrechó la mano del gobernador del estado del Táchira, Freddy Bernal, y de los ministros de Transporte e Industria, Ramón Velásquez e Hipólito Abreu, y dio por reanudado el comercio en el puente internacional Simón Bolívar, el principal paso fronterizo entre ambos países.
Sin embargo, ni el mandatario ni los funcionarios venezolanos dieron muchos detalles sobre cómo será el tránsito diario de camiones. Este lunes apenas pasaron cuatro de un lado y cuatro del otro, y lo que ocurra a partir del martes es una incógnita completa.
Hermetismo venezolano
Una vez más, el hermetismo reinó del lado venezolano. Las personas que parecían llevar el control del asunto no daban detalles sobre las autoridades que participarían y prácticamente sobre ningún tema relacionado con el acto. En cambio, repetían que «todo puede cambiar en cualquier momento» al tratarse de una «actividad presidencial».
Y es que hasta último minuto se especuló con la posible asistencia de Nicolás Maduro, en el festejo, una hipótesis que, a juzgar por los cientos de funcionarios de seguridad desplegados, podía ser cierta, hasta que los ministros de Transporte e Industria echaron a andar sobre el puente.
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Junto a ellos, el gobernador Bernal y el superintendente del Seniat, José David Cabello, un cuarteto de caballeros vestidos de blanco que caminó sonriente por el Simón Bolívar hasta encontrarse con Petro y todo el séquito que le acompañó desde el lado colombiano.
La algarabía ya estaba implantada en la trinchera venezolana, pues cientos de personas fueron acomodadas desde bien temprano a lo largo de la vía que lleva hacia el puente, sobre la aduana y hasta el punto limítrofe con Colombia, con lo que el chavismo se aseguró un pasillo de vítores de hermandad y otros gestos de apoyo.
La puesta en escena fue ensayada no menos de 10 veces y, aun así, la actividad se llevó a cabo con dos horas de retraso, lo que alteró el orden acordado para el trabajo de un millar de funcionarios, pero, sobre todo, la dinámica de entrada y salida de personas en esta zona, pues los pasos peatonales estuvieron cerrados durante buena parte de la jornada.
Mientras ocurrían los apretones de mano, se entonaban los himnos de cada país o pasaban los camiones con sus bocinas victoriosas, siempre hubo alguna persona cruzando la frontera a través del río Táchira, sin saber cuántas más cruzaron por algunos de los 164 kilómetros de límite que hay entre el departamento colombiano de Norte de Santander y el estado venezolano del Táchira.
Una vez terminada la parafernalia, la delegación venezolana ofreció una breve rueda de prensa en la que redundó en elogios hacia Petro y Maduro, sin dar explicaciones por su ausencia.
Venezuela celebró la efectividad de la medida que supone el paso constante de vehículos de carga por estos puentes, sin que haya claridad sobre cuándo se reanudará el transporte público binacional o, mejor, la fecha para que los ciudadanos puedan cruzar con sus automóviles.
Ilusión colombiana
Pese a que en la mañana se confirmó la presencia de Petro, que llegó casi dos horas tarde al acto, del lado colombiano el gobierno fue dando pistas sobre lo que iba a ocurrir y el presidente estuvo acompañado de una numerosa delegación que incluyó a empresarios, tres ministros, diplomáticos y funcionarios regionales.
El mandatario, en la rueda de prensa posterior al acto, dio un mensaje optimista, pues dijo que confía en que la reapertura de la frontera propicie que al final de su Gobierno, en 2026, las exportaciones a Venezuela lleguen a los 4.000 millones de dólares y, en el mediano plazo, a los 8.000 millones de dólares.
Petro cree que ambos países deben integrarse y crear «una zona especial entre el Táchira y Norte de Santander que sea una plataforma de la industrialización, para que la calidad de vida sea general».
Ese optimismo lo tienen también las autoridades y los gremios colombianos, que confían en que la normalización sea «un nuevo comienzo para ambos países», como dijo a Efe Carlos Flores, el primer conductor del país que llevó a Venezuela un camión cargado de materiales médicos.
Sin embargo, Petro es consciente de que aún hay muchos problemas en la frontera, uno de los cuales es la inseguridad marcada por la presencia de disidencias de las FARC, la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional y bandas narcotraficantes.
«Esto debe redundar en un salto cualitativo en materia de derechos humanos en toda la frontera debe redundar en un aumento de la calidad de vida», afirmó el mandatario, que recalcó además que no se inmiscuirá en los asuntos internos del país vecino en medio de la reanudación de las relaciones.
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