Para la llegada del año 1928, Juan Vicente Gómez era el amo, dueño y señor del poder en Venezuela. Máximo representante de lo que se conoció como la era de «los andinos al poder». Por supuesto, una época de numerosos avances, pero marcada por la represión feroz de un régimen totalitario. Pensabas distinto y llevabas fuego y más fuego. Textual. Sin embargo, mes y medio más tarde se suscitaron las primeras protestas dirigidas por estudiantes contra el régimen. ¿Cómo pasó en un país que para esa época estaba regido por el todopoderoso Gómez? Se cuenta y no se cree: ¿cómo lo hicieron?, ¿por qué lo hicieron?, ¿qué los motivó? Y numerosas preguntas que desde un punto de vista pragmático y analítico te llenan de aliento. Pero el eterno problema del venezolano sigue vigente y haciendo estragos: la inocentísima ilusión de la «inmediatez».
Al finalizar la Primera Guerra Mundial en 1918, Alemania fue la gran perdedora y quedó prácticamente «fregada» en el Tratado de Versalles y cito a Antony Beevor en su libro La Segunda Guerra Mundial: «Alemania perdió 70.570 kilómetros cuadrados de territorio en el continente y los 7,3 millones de habitantes que los habitaban, además de perder todo su imperio colonial, y debió acordar la desmilitarización de Renania y la ocupación del lado izquierdo del Rin. De igual forma, una parte importante de su producción debía ser entregada a las potencias vencedoras y durante años estuvo enviando decenas de millones de toneladas de carbón en compensación por las minas destruidas, además de un considerable número de productos agrícolas, ganaderos e industriales. El tratado colocó a Alemania bajo sanciones legales, se la privó de su poder militar y económico y acabó arruinada y políticamente humillada». Sin embargo, en 1933 los nazis asumen el poder y enrumban al país a la Segunda Guerra Mundial y llegaron a ocupar casi toda Europa. Casi.
En su momento lógicamente la mitad del globo tenía los pantalones mojados ante tanto poderío nazi que iba por más. Hasta por la luna, pues existen documentos históricos que revelan investigaciones y avances tecnológicos en materia espacial. ¿Terrorífico? Pues, esa es la historia. Sin embargo, ya conocemos cómo terminaron los nazis.
El eterno embrollo paradigmático del criollo, nosotros queremos las cosas «de ya pa’ ya». Rapidito como «el polvo del gallo» conjugado con la falacia repetida y desgastada de que «tenemos 22 años aguantando y bla bla bla».
A nuestra generación no se le enseñó cómo luchar, dónde luchar, con quién luchar, por qué luchar. No conocemos otra realidad que no sea esta, pero empezamos la lucha impulsivamente por esos recuerdos y vivencias que nos compartieron los más adultos de una Venezuela que dejó de existir y que habita en sus memorias.
Sin embargo, todo se agota y como se nos agotó el jovial impulso, muchísimos cayeron en el abismo de la frustración, ira, desespero y desaliento al no tener firmeza en las convicciones ni conocimiento verdadero de lo que realmente necesitábamos para seguir.
Vamos a imaginarnos por un instante que Sir Winston Churchill no haya tenido firmeza indoblegable en sus convicciones en ese momento, ni conocimiento verdadero del por qué, cómo, dónde y cuándo luchar contra Hitler y el Tercer Reich. Si eso hubiese pasado, los actos de la reina que acaba de fallecer habrían sido el de una hija, nieta o cualquier persona que el Führer le hubiese dado la gana. Incluso me traslado a nuestra historia contemporánea para seguir con el ejemplo, si Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Rafael Caldera hubiesen creído que por una sola semana de protesta iban a tumbar inmediatamente al tirano todopoderoso de Gómez, todavía estuviesen en el poder monárquicamente los andinos.
Los que seguimos luchando actualmente lo haremos contra viento y marea, seguiremos en la búsqueda del país que nos merecemos, seguiremos en su paulatina reconstrucción desde sus cimientos, seguiremos con fe y con esperanza. Nuestros ideales son de titanio y nuestras convicciones son tan firmes como el Macizo guayanés. Hemos dominado el miedo que nos auspicia la realidad y hemos decidido salir y darle la cara una y mil veces, con perdigones en la espalda y cicatrices en el rostro, a todo un pueblo sediento de cambio y prosperidad. Nuestro espíritu no va a resquebrajarse, pues estamos del lado correcto de la historia. Seguiremos hasta vencer.
@JorgeFSambrano
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