Hotel Transylvania 3 es el tipo de película que mantiene a flote a la industria de exhibición nacional.
La cinta reúne los requisitos para alcanzar el millón de espectadores, como mínimo. Una cifra simbólica que obtienen y superan los títulos más vistos en el año: Avengers: Infinity War, Black Panther y Los Increíbles, entre otros, según la opinión del realizador y crítico Édgar Rocca.
Los espectadores venezolanos, al día de hoy, prefieren el producto importado y animado, para pagar la suma de una entrada al cine. Por razones obvias, los integrantes del gran público desean olvidarse de los problemas inmediatos, refugiarse en la realidad paralela del espectáculo, dedicado a los grandes y chicos de la familia.
El ticket criollo es el más barato de la región, cuesta 25 centavos de dólar, a veces 50.
Afirma el director de El peor hombre del mundo que así es difícil amortiguar la inversión no solo de una película sino de una cadena de proyección de largometrajes. Pensemos que en Colombia un ingreso a la sala vale 5 dólares.
En junio yo fui a ver Hereditario en Miami, luego de sacar 13 dólares de mi cartera.
Translúcido de Leonard Zelig vendió cerca de 8.000 boletos. El vampiro del lago de Carl Zitelman llegó a 18.000 en el mejor de sus escenarios. Hemos redondeado los números de ambas piezas con el fin de ilustrar una reflexión.
En último caso, las dos obras se estrenan de forma simbólica en las pantallas de un Estado paria y fallido, condenado por la comunidad internacional.
Es una buena noticia que sus creadores sigan apostando al futuro de Venezuela, cuando el presente es tan gris e incierto.
En efecto, El vampiro del lago y Translúcido no sobrevivirán en el tiempo por los ingresos generados en la ex patria.
Las expectativas del director vernáculo han cambiado. Su objetivo ahora es tentar a los mercados extranjeros, aprovechando la plataforma mediática y publicitaria que brinda un lanzamiento local.
Antes, en la edad dorada del milenio, cualquier trabajo hecho en casa lograba superar la barrera de las 100.000 butacas llenas y compradas.
Las condiciones del sector estimularon a varios debutantes a probar fuego en la cartelera, obteniendo sonados éxitos de recaudación, como La casa del fin de los tiempos, Papita, maní, tostón y Hermano, tras las conquistas de La Hora Cero y Secuestro express. Una generación de relevo había tomado el mando, ofreciendo perspectivas venturosas para el devenir del gremio.
Sin embargo, la pequeña burbuja estalló en el territorio nacional, declarando el surgimiento de una preocupante y extendida depresión que todavía no parece tocar fondo.
Recientemente tuve ocasión de hablarlo con Henrique Lazo, Ingrid Serrano y los amigos del Círculo de Críticos de Caracas, quienes consideran preocupante y alarmante el momento de crisis que atravesamos.
En Maracaibo se va la luz a toda hora. Los centros comerciales deben reiniciar sus funciones, a cada rato, conectándose a plantas eléctricas.
Los consumidores esperan minutos durante la faena, a oscuras. Prenden sus celulares, comen cotufas, toman refrescos. Se acostumbraron a la anormalidad.
La tiranía ha impuesto que naturalicemos su descontrol y su guerra contra la empresa privada.
Por ello, cientos de jóvenes se ven obligados a emigrar, sin tener los recursos necesarios. Sencillamente no encuentran alicientes e incentivos en su lugar de origen, donde reinan la adversidad, la inseguridad, la miseria y el hambre.
Así funciona la cacería de brujas que ha decretado la peste del chavismo del siglo XXI. A su lado, Purga 4 es un juego de carros.
No obstante, hay motivos para celebrar. Las salas de cine resisten y se rehúsan a cerrar sus puertas. Instalan equipos de tecnología de punta para seguir ofreciendo un menú retador, diverso y fresco, dentro de lo que cabe y de lo que permiten las circunstancias.
En vacaciones los chamos disfrutan de la comedia de Hotel Transylvania 3, una sátira posmoderna sobre las monstruosidades del turismo acuático y de la peor música electrónica (versus el humanismo que abriga el recuerdo nostálgico del pop cursi).
Hereditario nos asegura pánico y miedo ante el desarrollo de una notable propuesta de autor.
Uma y Desafío urbano buscan despertar el interés de los amantes del género romántico. Los críticos asisten a las premieres y evalúan los contenidos.
Abundan pretextos para quejarse a perpetuidad. El contexto abruma y paraliza. A pesar de la situación, las cadenas y las redes privadas le ponen el pecho y el hombro a su país.
Ejemplos de una esperanza que existe y que enfrenta a un poder burocrático ineficiente.
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