Por IRMA SERRANO-GARCÍA
Recibir una invitación para escribir sobre Maritza Montero es más que nada un honor. Es un orgullo contarme entre las personas que sé ella considera como amigas y una fuente de satisfacción inmensa haber colaborado y aprendido de ella. Comenzaré este escrito hablando del desarrollo de nuestra amistad para luego describir a grandes rasgos sus contribuciones a la psicología comunitaria.
Nuestra amistad
Conocí a Maritza Montero en 1979 en el Congreso Interamericano de Psicología en Lima, Perú. Nuestro encuentro fue fugaz. Un saludo, una reunión, algunas presentaciones en las cuales ambas teníamos interés. Ella me reconoció por un artículo que yo había enviado a lo que entonces se llamaba el Boletín de AVEPSO (Asociación Venezolana de Psicología Social). Yo, en realidad, no sabía mucho de ella. Aun así, nació allí la Comisión de Psicología Comunitaria (CPC) de la Sociedad Interamericana de Psicología (SIP) de la cual ella fue su primera coordinadora y que sigue siendo uno de los grupos de trabajo más consistentes y productivos de la organización.
Luego de este encuentro, empecé a familiarizarme con su trabajo y me percaté del alcance de su influencia. Maritza aparecía como invitada principal en variedad de conferencias y congresos alrededor del mundo, y sus publicaciones incluían asuntos de psicología social, comunitaria, política, género y metodología. Ella ofrecía una cantidad sorprendente de presentaciones en los diferentes encuentros académicos y tenía una relación muy especial, en particular, con el estudiantado con el cual se reunía en los pasillos, en salones vacíos, o en citas individuales para ofrecerles sugerencias y recomendaciones para su desarrollo. Era incapaz de decir que no a una invitación o a un acercamiento.
Mientras la conocía mejor y aprendía de sus contribuciones, de las cuales hablaré en mayor detalle más adelante, comenzamos a colaborar en diversas actividades principalmente a través de la SIP. Colaboramos en congresos interamericanos que se presentaron en San Juan (1995) y Caracas (1999), editamos los primeros libros de la CPC, y como presidenta de la Society for Community Research and Action (SCRA) de la American Psychological Association (APA) la invité como la primera invitada internacional a ofrecer una conferencia magistral en la bienal de dicha organización. También ella y unas amistades mutuas (Esther Wiesenfeld y Euclides Sánchez) me habían invitado a ofrecer un seminario en Caracas en 1990, el cual me acercó más a su mundo cotidiano y profesional. No faltaron, además, invitaciones a Maritza para presentar seminarios o conferencias magistrales en eventos en Puerto Rico en 1989 y 1995. Todos estos intercambios estaban salpicados de cenas, encuentros con una copa de vino o una taza de café y veladas con grupos de amistades.
Sobresalen en mi memoria, sin embargo, dos ocasiones que fortalecieron nuestra amistad. La primera fue cuando, sentada en mi casa, recibí una llamada de Maritza desde Madrid. Estaba reunida con un grupo de amistades que asistían a la Conferencia Europea de Psicología Comunitaria y pensaron que era tiempo de organizar un congreso o actividad similar de psicología comunitaria internacional. Pensaron, además, que el lugar idóneo para el comienzo sería San Juan. Esa llamada inició lo que ya han sido ocho conferencias internacionales de la disciplina que se han ofrecido en las Américas, Europa, África y Australia. Maritza participó del primer grupo organizador y ha sido presencia en todas. La segunda ocasión que cimentó nuestra amistad fue el acercamiento que Maritza me hizo para editar el libro de Historias de la Psicología Comunitaria en América Latina: Participación y transformación. Por dos años, Maritza y yo estuvimos trabajando en este proceso en el cual descubrimos que nuestros estilos de trabajo —organizadas, meticulosas, persistentes— eran casi idénticos, y que nuestras ideas sobre la psicología comunitaria y sus rutas continuaban complementándose.
Sus contribuciones
No creo que haya psicólogo o psicóloga comunitaria en el planeta que no reconozca el nombre de Maritza Montero. Su productividad es inmensa y la calidad de su trabajo innegable, por lo cual resumir lo producido sería imposible. Por tanto, destacaré algunos conceptos que ella ha trabajado más que otras personas y por los cuales siempre se le reconocerá.
Psicología comunitaria. Si identificamos textos de otras autorías en la disciplina veremos que la gran mayoría cita las definiciones que Maritza ha desarrollado sobre la disciplina, los compromisos valorativos, éticos y políticos de la psicología comunitaria y los ámbitos de acción de quienes la practicamos. Aunque Maritza trabajó estos conceptos desde la década de los 80, el mejor resumen e integración de los mismos aparece en su libro Introducción a la Psicología Comunitaria.
Ideología. También desde los 80 encontramos trabajos sobre este tema en la producción de Maritza. Su vinculación de los conceptos de ideología y desideologización con los procesos de problematización y apoderamiento fue verdaderamente seminal y contribuye aún al desarrollo de subespecialidades más recientes como la psicología crítica y la psicología de la liberación. Ella siempre ha optado por los sectores oprimidos y por su liberación.
Trabajo comunitario. Maritza contribuyó en múltiples escritos y presentaciones a definir los roles y las tareas de quienes se dedican al trabajo en comunidad. Recalcó la importancia de la definición de comunidad, del sentido de comunidad y del compromiso prioritario con quienes las componen. Siempre recalcó lo esencial de escuchar la voz de la comunidad y respetar sus posicionamientos.
Investigación participativa. Hacer para transformar es el libro en el cual Maritza recogió la mayoría de su pensamiento sobre investigación. El título es en sí mismo presagio del rol que ella le asigna a la investigación, su rol para facilitar el cambio. Aunque en este libro ella discute todos los aspectos de la investigación, es importante destacar los métodos que vincula con el trabajo comunitario como la investigación participativa, las discusiones reflexivas, entre otros. Maritza es, además, autora de uno de los pocos libros en español sobre grupos focales. En estos escritos, la voz de las comunidades, que se destaca en todo su trabajo, toma preponderancia al investigar las realidades.
Cierre
Mi más reciente encuentro con Maritza fue en la Séptima Conferencia Internacional de Psicología Comunitaria en Chile. Por su obra monumental fue merecedora de un homenaje que sirvió de despedida de esos escenarios. Nos hemos mantenido en comunicación desde entonces con notas breves imbuidas de cariño. Desde el día que la vi en la conferencia tengo grabada en mi mente su sonrisa y en mi corazón su afecto. Espero mediante este escrito haberle comunicado el mío. Amiga, se te admira y se te quiere.
*Irma Serrano García, PhD, es catedrática jubilada de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
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