“Si no actuamos ahora para salvaguardar nuestra privacidad, todos podríamos ser víctimas del robo de identidad”. Bill Nelson
Dolly fue una oveja que pasó a la historia en 1996 por ser el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta o madre. En su momento ese hecho causo revuelo, especialmente a nivel moral y religioso, porque esa oveja nació como resultado de un proceso muy particular, de difícil comprensión en ese momento, pero ampliamente conocido y hasta padecido en la actualidad, cuando existe el riesgo de que sea clonada cualquier identidad electrónica que uno pueda tener en las redes, líneas telefónicas, tarjetas SIM de celulares, tarjetas en los cajeros, nuestra voz y pare de contar. Entonces la clonación es una realidad abrupta para todos lo que habitamos en cualquier lugar del mundo.
Desde el punto de vista de la criminalidad, que clonen tu WhatsApp y pidan dinero en tu nombre se ha hecho tan común, tan cotidiano, que organismos como el Cicpc se niegan a recibir denuncias de esa naturaleza. Cuando uno se pregunta: ¿por qué no reciben las denuncias e investigan esos hechos? Por una razón sencilla: es de tal magnitud y frecuencia la ocurrencia de este tipo de delitos que los organismos competentes se sienten no solo desbordados por la cantidad de hechos delictivos de esta naturaleza, sino también por la naturaleza subrepticia de los mismos, es decir, quienes se dedican a la clonación en la perspectiva delictiva, tales como los llamados hackers, lo hacen de tal manera que, si bien dejan traza, difícilmente se les puede echar mano, por actuar desde sitios remotos o bien por solapar o encubrir los IP o direcciones electrónicas.
Ahora bien, se puede entender que el componente tecnológico inseparable de este tipo de delitos haga difícil dar con el autor o autores materiales, sin embargo, en Venezuela el modus operandi, así como la data disponible sobre los mecanismos utilizados para las intromisiones que derivan en suplantación de identidades por efecto de la clonación de una cuenta de WhatsApp, por ejemplo, las líneas telefónicas de las que llaman simulando ser empleados de empresas telefónicas, al ser rastreados se ha podido determinar que se originan en penales venezolanos, particularmente en uno, el penal de Tocorón en el estado Aragua. A pesar de ello, no se aplican los correctivos conforme a las tan cacareadas políticas de seguridad ciudadana, dejándonos a todos expuestos a ser víctimas de quienes han hecho una empresa rentable soportada en la comisión de los llamados delitos informáticos.
Tan es así que por estos días, este mismo mes de septiembre de 2022, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, pidió a Venezuela frenar operaciones del Tren de Aragua desde Tocorón. Expresamente, exigió al gobierno de Venezuela tomar medidas para aislar a líderes del Tren de Aragua, que ordenan crímenes desde la cárcel hacia la capital colombiana; pero no solo eso, han elevado las cifras de extorsiones, chantajes y suplantación de identidades vía electrónica. La respuesta no pudo ser más folklórica, el conductor del programa Con el mazo dando negó la coordinación de acciones delincuenciales en Bogotá desde la cárcel de Tocorón. Con disgusto, manifestó sentirse ofendido, respondió los señalamientos dados por la alcaldesa Claudia López de que serían los líderes del Tren de Aragua quienes estarían dando las órdenes para cometer tales acciones desde la cárcel de Tocorón.
Lo vergonzoso es que con esa respuesta se reveló cómo nos dejan en Venezuela a merced de la delincuencia, porque sabiéndose fuera y dentro del país desde dónde operan, particularmente para cometer delitos informativos como la suplantación de identidad en redes sociales para extorsionar, estafar o timar, las autoridades competentes es poco lo que hacen, salvo que el afectado le duela a algún gobernante o enchufado, colocándonos en una situación similar a la que llegamos con la pandemia del covid-19, la gente se sigue muriendo al contagiarse pero la mayoría hace caso omiso de las medidas de bioseguridad, salvo que le toque de cerca algún deceso. Mucho cuidado con esas llamadas fortuitas, especialmente de números de la operadora Movilnet haciéndose pasar por operadores de Movistar, si cae en sus redes se expone a daños personales y de terceros incalculables. Como titulé y relato: Cuando uno es víctima de la clonación y el hackeo electrónico, se siente angustia y miedo de estos maleantes cibernéticos.
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@robertveraz
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