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Alimentando la codicia

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Los tres primeros objetivos del desarrollo sostenible son: Hambre O, Reducción de la Pobreza y Garantizar una Vida Sana; sin embargo, las principales corporaciones que producen alimentos en el mundo se han convertido en unos oligopolios productores de comida ultraprocesada que es dañina para la salud, es decir, contrarios a los Objetivos del Desarrollo Sostenible que conforman la parte sustantiva de la Agenda 2030 acordada por todos los países del mundo en la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 2015.

Las propias agencias de la ONU, como la FAO y la OMS, aparte de numerosas investigaciones realizadas por entidades especializadas, han demostrado y publicado que el consumo de los alimentos ultraprocesados está asociado al crecimiento de enfermedades crónicas como la obesidad y la diabetes, al cáncer, a problemas cardiovasculares y otras afecciones. Además, producen adición, son costosas y contaminantes.

Se conocen como alimentos ultraprocesados a todas las comidas y bebidas que para su fácil comercialización han sido fabricados industrialmente, no tienen ingredientes frescos ni naturales, o han sido alterados agregándoles componentes artificiales para alargar su duración y hacerlos más atractivos en sabores y colores; los han mezclado, congelado, deshidratado, molido, envasado y trasformado de tal manera que si vienen de fuentes naturales ya no se reconoce el producto inicial, pero también abundan los productos totalmente artificiales, a tal punto que ya no deberían recibir el nombre de alimentos.

Son en general las bebidas gaseosas y energizantes, los polvos para hacer bebidas, las llamadas chucherías o snacks, pasapalos y botanas, enlatados, pastelería y confitería industrial, galletas y cereales edulcorados, comidas “caseras” listas o casi listas para comer como canelones, lasañas, pizzas, cremas o sopas, pescados y carnes rebozadas, papas fritas, sándwiches  y una larga lista de productos altos en grasas saturadas, azúcares y aditivos como conservantes, colorantes, edulcorantes, potenciadores de sabor y muchos otros ingredientes artificiales.

Se conocen también porque están envasados de manera muy atractiva, en materiales plásticos o no reciclables muy contaminantes, a tal punto que las 10 empresas que más producen basura de plástico en el planeta son justamente las productoras de “alimentos” como Coca-Cola, PepsiCo, Nestlé, Unilever (Knorr, Lipton, Hellmann’s, helados Wall’s…), Mondelez (Oreo, Chips, Club Social, Barni, Milka, Toblerone, Trident, Chiclets, Halls, ), Mars (Milky Way, Snickers, helados Dove, Combos y Twix (snacks), Kal Kan y Pedigree (alimentos para perros). M&M’s…) y Perfetti Van Melle (Mentos, Chupa Chups, Smint…)

Lo más serio es que a pesar de todos los daños que producen a las personas, en particular a los niños, su consumo crece mucho gracias a la concentración oligopólica de sus fabricantes que montan sus propias cadenas de venta directa al consumidor, a las agresivas e innovadoras estrategias de mercadeo, a los espacios privilegiados y atractivos que tienen en los supermercados, a su carácter aditivo y también a las facilidades que dan para salir del paso de manera rápida y fácil a las comidas diarias, en un mundo donde la prisa se ha instalado a costa de la salud.

Recientemente algunos consumidores, gobiernos y entidades multilaterales están tomando conciencia del grave problema de salud y de contaminación que estos “alimentos” tienen, y adelantan campañas para reducir su consumo, incluso colocando advertencias en los envases, pero la realidad es que este negocio crece día a día, pues el afán de lucro no conoce ni a la salud de las personas, ni a la del planeta.

De tal manera que en la lucha por lograr los Objetivos del Desarrollo Sostenible: hambre 0, reducción de la pobreza y vida saludable para todos van ganado los grandes monopolios productores de comida chatarra. También va perdiendo la lucha contra la contaminación. Lo que va ganando es la alimentación de la codicia

 

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