Si el reconocidísimo Coachella Festival fuese una persona, le daría una palmada de felicitación en la espalda al Saca el Pecho Fest mientras, asentando su cabeza y sonriendo, pronuncia orgulloso: «Lo lograste». Y el público no dudaría en confirmarlo.
La cita para sacar el pecho por Venezuela a través de la música y el rugby fue desde las 8:00 de la mañana este sábado 3 de septiembre, cuando comenzaban a aglomerarse jóvenes de todas partes de Caracas en la Terraza del CCCT e iban formándose las colas para registros y acreditaciones.
El impulso a través de las redes sociales y el despliegue mediático acerca del evento había hecho su trabajo: las entradas para asistir al Saca El Pecho Fest, que costaban $70, se vendieron todas.
Desde el centro comercial saldrían alrededor de 100 unidades de La Wawa, aliado comercial de Santa Teresa, para hacer el viaje y llevar a los afortunados a su destino: la Hacienda Santa Teresa. Un viaje de una hora y 15 minutos que acrecentarían la curiosidad y las ganas de una comunidad joven movida por el deporte, la música y el ron.
Moda en Los Valles de Aragua
La edad promedio de los asistentes no pasaba de los 30. Predominaba esa generación, entre 18 y 25 años, a la que le faltaba un respirito en materia de disfrute y sana diversión en el país.
«No parece que estuviéramos en Venezuela», comentaban jóvenes no mayores de 21 años, mientras les colocaban sus brazaletes. «Ya era hora de tener un evento de esta envergadura». Sonreían y se acomodaban unas a otras el maquillaje y los adornos que tenían en sus ojos y mejillas; con pequeños cristales y trazos psicodélicos, acentuaban la moda boho chic o bohemia sifrina que tanto predomina hoy día entre las chicas.
Grupos de amigas con faldas largas y crop tops, algunas con la parte de arriba de sus bikinis y shorts de jean, vestidos frescos con la espalda descubierta, grandes sombreros intervenidos con accesorios de moda y muchos zapatos deportivos fueron el go to de las féminas.
En los muchachos, por su parte, predominaban las bermudas y las camisas frescas. La comodidad era la regla. Sin embargo, muchos sombreros fluorescentes y gorras, grandes lentes, medias a media pantorrilla, collares y pulseras impulsaban sus inclinaciones fashionistas sin querer queriendo.
Caracas sin wawas
Quienes adquirieron sus entradas tenían dos opciones: trasladarse en sus vehículos o disfrutar de la experiencia Saca El Pecho desde cero, comenzando con sus brazaletes negros o rojos del festival y un segundo morado identificativo de La Wawa.
La ciudad se quedaría sin las reconocidas encavas moradas por un día porque. Casi en su totalidad se dedicarían al transporte de las 3.600 personas que asistirían al evento. Y algunos usuarios lo reclamaron.
Sandra Rodríguez, directora comercial de la marca, destacó que comenzaron a trabajar desde muy temprano porque el partido de rugby comenzaría a mitad de mañana y había personas que estaban interesadas en llegar para ser parte del evento deportivo que definiría si Alcatraz, el equipo de Santa Teresa, ganaría.
«La salida de los autobuses desde Caracas se planteó hasta la 1:00 pm», destacó. «El regreso será desde las 6:30 pm hasta que la última persona del evento se retire de la hacienda», manifestó.
La bienvenida a las unidades fue hecha por Flips y Cinex, quienes otorgaron productos a cada uno de los usuarios: un paquete de cereal de chocolate y una entrada al cine.
Así, grupos de 38 personas iban llenando las wawas rápidamente, combinando muchos estilos, energías y ganas de bailar, cantar y gritar a todo pulmón mientras formaban parte de una experiencia que prometía ser única de la mano de Ron Santa Teresa. El tiempo estimado de espera entre el registro, las acreditaciones y montarse en el transporte para salir a la hacienda era de al menos una hora. Nadie se quejaba.
Amenaza de lluvia
En Caracas brillaba el sol y apremiaba el calor, pero en el camino hacia Aragua, otra fue la historia. Nada extraño para los cambios climáticos que se han sentido en el país últimamente. A las 10:00 am, la autopista Regional del Centro estuvo oscura hasta el túnel de Los Ocumitos, predestinando -posiblemente- un clima bastante húmedo y con posibles lluvias esporádicas.
Tampoco importó. «Así llueva, truene o relampaguee, este evento será increíble», se escuchaba entre las conversaciones de los muchachos dentro del transporte.
Una ruta adyacente fue creada exclusivamente para el ingreso de las wawas en la hacienda. Mismas que llegaban al punto de encuentro después del primer ritual al que el público debería someterse: tomar un trago de ron de bienvenida en la Cruz de Aragua, donde un impresionante túnel de chaguaramos venteaba su bendición para el ingreso de esa cantidad de almas en sus tierras.
A la bebida la bautizaron Adícora y mezcló jugo de patilla, limón, un chorrito de Amargo de Angostura, semillas de cardamomo y ron Gran Reserva en un vaso con sabor fresco, muy colorido, vibrante y cítrico, que combinó perfectamente con la caña que se siembra en la Hacienda Santa Teresa.
Al llegar al espacio dispuesto para el festival una estrambótica estructura blanca, roja y negra con el nombre Saca El Pecho Fest en el centro recibiría a los asistentes; era un túnel que parecía sacado de la mente de Tim Burton.
Fotos Karem González
Era casi mediodía y la lluvia, al parecer, no sería un problema en el lugar.
Rugby en el Saca El Pecho Fest
Los juegos comenzaron el 1 de septiembre con el Torneo de Rugby Penitenciario. En él, participaron 12 equipos que clasificaron al torneo y provienen de los 36 centros penitenciarios, en los que el deporte tiene presencia de la mano de los entrenadores de Proyecto Alcatraz.
El viernes 2 se llevó a cabo el Torneo de Rugby7 (en el primer festival internacional de rugby que se hace en Venezuela), con la participación de ocho equipos nacionales y dos internacionales; Barbarianhs GRC provenientes de Colombia y el club de Rugby Complutense Cisneros de España. Todos competieron en las categorías de masculino libre, masculino juvenil y femenino.
El sábado, finalmente, se enfrentaron Alcatraz A (equipo principal) y Cisneros de España, justo a las 11:00 am. Juego que se vivió a flor de piel y que quedó como anécdota no solo para Santa Teresa sino para el colectivo.
Había empate. Ambos tenían un puntaje de 17 y, habiéndose acabado el tiempo, ya en el momento de la patada final del equipo de Alcatraz, estaban –al otro lado de la cancha y en tarima- la agrupación Cayiao interpretando «Alma Llanera». Justo en ese momento, cuando el jugador venezolano realizó su movimiento, la pelota pasó por el arco y le dio al equipo los 2 puntos de desempate que necesitaban para ganar.
Ensordecedores gritos salían de todos lados. Hasta los animadores responsables de llevar a cabo las presentaciones en tarima, Natalia Moretti, Alejandro Soteldo e Isaías Landaeta, no dudaron en mostrar su emoción.
Alcatraz le ganó a Cisneros 19 a 17 y se coronó campeón en su cancha.
Zonas de acción y diversión
La señalización era clara: tarima como protagonista, baños al otro extremo de la cancha y del evento (cosa que levantó bastantes quejas por la incomodidad y lejanía de su ubicación), puestos de comida, barras de Santa Teresa, el Mundo inusual de Hendricks Gin (otro aliado de la marca) y una game zone. Esta última se resumió en el popular juego norteamericano de beer pong (ping pong con cerveza) pero con un twist de ron, barricas enormes en vez de vasos y la pelota, en vez de ser de golf, un balón de rugby.
Había artistas plásticos y pintores dándole rienda suelta a su imaginación mientras dejaban su sello con acuarelas, temperas y demás en diferentes barriles de madera dispuestos para ello.
Largas colas para comprar fichas de comida y bebida en el Saca El Pecho Fest
Los precios, según decían, estaban «tipo normal». Había cajas donde se compraban fichas que se cambiaban por comida y bebida. Hubo algunas cejas levantadas al saberse que solo hamburguesas, perros calientes y pizzas estarían en el menú de opciones. Todos oscilaban entre 4 y 8 dólares. Además, había cocteles de ron y ginebra con un precio mínimo de 4 dólares por los primeros y 7 dólares los segundos. Los tragos especiales hechos con Gran Reserva y Linaje estaban en 8 y 7 dólares cada uno, respectivamente.
«No me parece tan caro porque mira dónde estamos», manifestaban algunos grupos de jóvenes mientras hacían largas colas para adquirir sus fichas. Bailaban, reían y señalaban a sus pares haciéndolos cómplices del momento. Nada podía quebrar el buen ánimo. Ni la llovizna que caía cada media hora y ennegrecía el cielo sin terminar de reventar en palo de agua.
Mundo inusual de Hendricks Gin
Agatha Cappuccio, como parte del equipo en Venezuela de la reconocida marca de ginebra, destacó que esta área se conceptualizó para dejar los convencionalismos de lado. «Este espacio lo llamamos Me importa un pepino», destacó.
Forma de pago para algunos tragos en el mundo inusual de Hendricks Gin
«¿Y qué nos importa un pepino? La apariencia, la falsedad. Buscamos que la gente, cuando entre en este universo de Hendricks Gin, pueda liberar su curiosidad; ser ellos mismos a través de nosotros», manifestó.
Una alta y espaciosa carpa blanca se levantó con esta idea, en la que reinó una enorme barra en el centro, rodeada de áreas donde la gente pueda ser y sentirse curiosa e inusual; ser excéntrica.
Mural de pensamientos: Me importa un pepino de Hendricks Gin
«No hay nada mejor que ser tú mismo a través de un mago, una tarotista, una pared de desahogo donde puedes anotar pensamientos acerca de lo que te importa un pepino, juegos como el cricket y caricaturistas», describió. «Nosotros lo hicimos posible gracias a Santa Teresa», agregó.
Tarotista en el Mundo Inusual de Hendricks Gin
El clima no perdonó
La lluvia cayó por fases y mucho más de lo deseado. Al menos unas 4 veces entre las 3:00 y las 7:00 pm, siendo la peor alrededor de las 3:20 cuando una pequeña tormenta paralizó la presentación de Jambené por una buena media hora.
Fue ahí cuando el Mundo inusual de Hendricks se convirtió en el refugio de un batallón de personas que, a pesar de los estragos del palo de agua, decidieron sacarle provecho armando la rumba dentro de la carpa… Al menos por los 40 minutos que tardó en apaciguarse la lluvia.
Pero, hubo sus excepciones: quienes se atrevieron a jugar con barro con los pies descalzos, los que se empapaban y bailaban sin preocuparse por un posible resfriado y quienes se atrevían a vivir la experiencia del aquí y ahora.
Jóvenes haciendo eco de su estilo a pesar de la lluvia
Talento musical pa’ regalar
Anakena y Lagos fueron los más esperados del día. Sin embargo, había cabida para cada gusto con este catálogo de artistas venezolanos propuesto por Saca El Pecho Fest, que talento tienen de sobra. Entre humos de colores, grandes burbujas de jabón y brillantina, el público se preparó para recibir su dosis de música.
La agrupación emergente Panorama dio el salto de fe al ser los primeros en amenizar la jornada. Comenzaron temprano porque debían entretener a quienes llegaban desde la mañana. Su música fue recibida con mucho cariño por un público que, a pesar de no estar atestado, cantó y bailó al son de sus ritmos.
Cayiao, por su parte, hizo vibrar la fibra sensible de quienes se dejaron llevar por los instrumentos que ocuparon en el escenario durante su presentación. Manuel Ortiz en el violín eléctrico, María José Castejón en las maracas y el cajón, José Lunar con su cuatro eléctrico y Raymond Mariño en el bajo emocionaron con su propuesta de jota carupanera, merengue caraqueño, tambor de patanemo y joropo fusionado con rock y pop.
Andrés Mata enamoró a más de uno con su repertorio musical. Era mediodía cuando le tocó salir al escenario y lo hizo por todo lo alto cantándole al amor, a la mujer venezolana, a las parejas y a la buena vibra. El repertorio musical que ofreció varió desde Juan Luis Guerra (su cantante favorito), hasta Chino y Nacho, Danny Ocean, Proyecto Uno y más.
Imparables
Entre serendipias (como su canción), Jambené conquistó al público que coreaba sus canciones como calentando motores antes de las presentaciones que se llevarían a cabo en la noche. Su show se retrasó por la lluvia, pero no importó. El clamor del público sirvió como fuente de inspiración para su aparición.
El joven DJ Stefano Zimbardi amenizó la tarde con reguetón, beats de electrónica y una fusión de ritmos que hizo brincar al público que ya se iba concentrando más y más a medida que llegaba la noche. Seguía lloviznando, pero eso no fue excusa para volver a correr y resguardarse, sirvió de motivación para fluir con ella y dejarse llevar por lo que estaba ocurriendo y por la música.
¿Una de las canciones más coreadas? Cuando el turno le llegó a Motherflowers y comenzaron a cantar «Aunque tu boquita sea de crema, a quien no le gusta el aguacate», de su tema «Awakate». Irepelusa, Frank Lucas y Veztalone fueron más allá del rap: la espontaneidad, sencillez, frescura, diversión, diversidad y honestidad de su música los describió por completo esa tarde. Desde Puerto La Cruz, dejaron su huella de bossa nova y reggae.
El esperado final musical
Primero fue Anakena. En media hora los ganadores del Nuevas Bandas ofrecieron a sus fanáticos un pequeño concierto con la mayoría de sus grandes éxitos. «Carita feliz» se llevó la batuta y Santiago de la Fuente, Carlos “Mara” González, Mikel Maury y Antonio Romero cargaron sobre sus hombros los corazones de 3.600 personas que fueron a ver un show cargado de emoción, sentimiento y mucha inclusión, a pesar de que la lluvia amenazaba, de nuevo, con detener con alguna presentación.
La cereza de la torta la puso Lagos, los nuevos apoderados del pop romántico en Venezuela. El dueto, radicado en México, conformado por Luis Jiménez y Mr. A on the Beat (Agustín Zubillaga), ofrecieron un show musical no solo muy esperado sino cargado de mucha emoción. Se les notó su amor por lo old classic y perdieron el control cuando el público los acompañó en todas y cada una de sus letras. La celebración duró una hora en la que grandes pelotas de colores rojo, blanco y negro se entregaron al público para acompañar la música. Con Lagos, el pop, lo urbano y alternativo, con influencias claras de otras épocas, reinó en el escenario.
Foto: Karem González
Vibrantes fuegos artificiales de colores dieron por concluido un espectáculo musical que muchos consideraron histórico. «Esto tiene que volver a repetirse, a juro. Ron Santa Teresa tiene que hacer de esto una tradición; no puede dejar por fuera al público si lo repiten», señalaban grupos de personas mirando hacia arriba, sonriendo, con sus caras reflejando los brillantes colores fluorescentes que caían desde el cielo. «Tal vez, el año que viene, hasta puedan venir artistas internacionales», se escuchó también. «No había un sitio mejor en el que estar este sábado».
Venezuela está viva
Andrés Chumaceiro, director de la Hacienda Santa Teresa, tomó la palabra en tarima y, en compañía de los animadores, dio las gracias no solo por asistir al Saca El Pecho Fest sino por creer en el evento. Invitó a Maikel Melamed al escenario para dejar un mensaje especial a los asistentes.
«Un evento como este recalca -una vez más- que Venezuela está más viva que nunca y eso es solo gracias a empresas como Santa Teresa, que siguen apostando al crecimiento del país a través del trabajo duro, el deporte y la fe en los venezolanos», subrayó. «Estar aquí es un privilegio y formar parte de esto, ver esta cantidad de gente disfrutando, siendo felices, sonriendo tan amplio, solo significa que sigue habiendo fe e inclusión en el país», agregó.
No es más que un hasta luego
Desde las 6:30 pm, quienes así lo eligieran, podían regresara Caracas. Las wawas, sin embargo, no se llenaron tan rápidamente.
El reloj pisaba las 10:00 pm. Luego de Lagos, los fuegos artificiales y una música de fondo sinónimo de despedida, los asistentes se iban congregando ordenadamente en la salida del evento. Así, se unirían a las filas de personas que llenarían las wawas.
Con cansancio evidente, pero con adrenalina aún recorriendo sus venas, los jóvenes se mostraron contentos y satisfechos con la experiencia. «Solo espero que la próxima vez los baños sean mejores», señalaron algunas chicas ya ubicadas en sus asientos. «Para los hombres no es problema porque tienen más facilidad, pero una sufre». ¿Un menú más atractivo y, tal vez, una de aparatos de feria, estaciones de pinta caritas, mejor señal y más tiempo de festival? Todas fueron opciones válidas e ideas lanzadas que Santa Teresa podría evaluar en caso de organizar otro encuentro de este tipo.
Con las buenas noches colectivas, las unidades apagaron sus luces internas, prendieron música suave, arrancaron motores y emprendieron su retorno a Caracas dando por finalizado un evento que la gran mayoría de los jóvenes que asistieron espera que se repita en 2023.
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