Un país de poetas y otros artistas. Un país de gente humilde y generosa. Un país de geografía extraordinaria: de lagos, volcanes, praderas y costas.
Un país que ha sufrido más que ningún otro, no digo en América Central, sino más allá.
La dinastía somocista fue una calamidad. Pero el comunismo del FSLN fue peor. Su jefe fue Daniel Ortega.
Derrotado por Violeta Chamorro, la viuda de Pedro Joaquín Chamorro, héroe y mártir de la lucha por la democracia en Nicaragua.
Se inició una etapa de libertad, frágil y en algunos presidentes posteriores, corrupta. Daniel Ortega y su partido se aprovecharon y llegaron al poder, manipulando la Constitución.
Y en esa manipulación grotesca se han mantenido en el poder. Hablo en plural: han, porque la siniestra dictadura de Ortega, se refuerza con Rosario Murillo, esposa y vicepresidente.
No soportan a la Iglesia Católica. Expulsar a las Misioneras de la Caridad, de la Santa Madre Teresa de Calcuta, es un acto de malignidad. El acoso, persecución y detención de sacerdotes y obispos, también.
Nicaragua está sojuzgada por una satrapía de la peor especie. Hay que denunciarlo. Y hay que vencerla por el bien de Nicaragua.
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