Otra sangrienta noticia estremece nuestros sentidos proveniente del infierno terrenal llamado Darien. Una más en el catálogo de exiliados. Cada 20 minutos parte un venezolano a donde sea según estadísticas. Un país sin ley para algunos y para los ilusos sí. Medio país agoniza y la otra mitad ignora la situación. Por instante, se ha perdido la capacidad de asombro pero, es un espejismo. El régimen de facto hace de las suyas sin piedad, pudor y a su máxima expresión.
Hoy luchamos con distintos monstruos que hacen estragos por doquier. Las míticas «tareas de Heracles» de la antigua Grecia han quedado minimizadas. El primero y más insignificante, aunque suene contradictorio, es el monstruo de la dictadura que hoy nos azota. Está plenamente identificado y diariamente se le enfrenta aunque cause miedo. El segundo, uno más fuerte y devastador es el «monstruo devora salarios» que ha hecho que la supervivencia en el territorio criollo sea más difícil de afrontar. La varita mágica de Merlín que poseen los venezolanos para hacer hechizos se va agotando con el pasar de los segundos. Pero, el monstruo que luce más invencible y aterrador es en el que se ha convertido nuestra sociedad. «Quien con monstruos lucha debe cuidarse de no convertirse en uno», pues ya muchos se han convertido y otros han ido evolucionando.
Es inaudito que la crítica acérrima y destructiva sea el pan nuestro de cada día. Las redes sociales se han transformado en el muro de los lamentos para algunos y otros lo utilizan como el paredón de fusilamiento. No hay piedad por parte de la tiranía hacia los dirigentes y sorprendentemente del pueblo tampoco. La lucha que imparten los médicos en los hospitales, las maestras en las escuelas, los trabajadores en las empresas es la misma lucha que tienen los políticos que diariamente van a un sector popular, con riesgos y con convicción para seguir manteniendo la fe y la esperanza viva y ardiendo. ¿Acaso eso no merece respeto?, ¿será que ese esfuerzo no merece apoyo? Pues, pareciera que no y la única forma de salir de la lista de traidores es en una urna.
Más allá de conocer como la palma de nuestra mano la realidad aplastante que hoy nos aniquila, no hemos sabido bailar bajo la lluvia ni buscar la solución profunda que el país nos pide. Quizás el esfuerzo no ha sido suficiente, tal vez muchos piensen que no hay salida y se resignan pero, no hemos aprendido. No hemos aprendido, pues el tema no es no sentir indignación o confusión, miedo o desaliento pues, somos humanos y eso ya es algo inherente que no vamos a poder suprimir, el dilema del asunto es qué hacer luego de limpiar nuestras lágrimas. ¿Qué haces luego del lamento y la catarsis?, ¿qué haces luego de arrepentirte y admitir que «la vaina está fea»?, ¿qué haces luego de desahogarte una y otra vez?, ¿qué haces luego de descargar tu ira en alguna red social?, ¿qué haces luego de echarle la culpa a los demás de tus acciones e inacciones? Las respuestas aún siguen sin llegar.
Estamos solos, nos quedamos sin amigos y sin familia, no se consiguen los alimentos más básicos ni las medicinas más elementales, las oportunidades son para unos pocos y para muchos la supervivencia se pone cuesta arriba y un extenso etcétera, pero ¿qué haces para cambiar esta realidad?, ¿qué haces en medio de la tormenta?, ¿solo anhelar la calma? Vivimos en el país de lo posible en donde todo puede pasar y nada es lo que parece. Mientras unos hablan de crisis humanitaria y migratoria, otros se toman un selfie con un vaso de whisky y en banquetes. ¿Contradictorio? Pues así está Venezuela.
Seguiremos luchando contra viento y marea, seguiremos en la búsqueda de la libertad y el país que nos merecemos, seguiremos en su paulatina reconstrucción desde sus cimientos, seguiremos con fe y con esperanza. Nuestros ideales son de titanio y nuestras convicciones son tan firmes como el Macizo guayanés. Hemos dominado el miedo que nos auspicia la realidad y hemos decidido salir y darle la cara una y mil veces, con perdigones en la espalda y cicatrices en la cara a todo un pueblo sediento de cambio y prosperidad. Nuestro espíritu no va a resquebrajarse, pues, estamos del lado correcto de la historia. Seguiremos hasta vencer.
@JorgeFSambrano
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