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Las protestas de educadores y la destruida educación 

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Por Equipo Editorial

La unificación de los educadores venezolanos en todos sus niveles: inicial, básica,  bachillerato y universitaria, en una constante protesta desde que el régimen de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello quiso arrebatar los derechos laborales de los docentes, con relación al pago del bono vacacional, que finalmente cancelaron pero generando una suma millonaria en dinero inorgánico que ha impactado significativamente en la economía, es parte de la improvisación y el desastre que rige desde hace mucho tiempo en quienes controlan el poder político.

Por ello, que de alguna manera el ministro de Ciencia y Tecnología sea quien desmienta a la ministra de Educación en la fecha de inicio del año escolar 2022-2023,  articulándolo con el comienzo de los períodos universitarios, revela que la educación ni siquiera se valora como prioridad en el contexto de políticas públicas, sino que lo que se trata es de mantener un férreo control sobre la conducta de los educadores, máxime cuando el aumento salarial que se realizó en marzo ha quedado pulverizado para este nuevo período después de que la moneda nacional desde ese «ajuste» ha perdido en más de 50% su poder inicial de compra en una economía que está dolarizada en todos sus componentes de venta de bienes y servicios.

O sea, que el madurismo se ha quedado entrampado ante un gremio educativo que no va a ceder en sus luchas gremiales y que, además, no encuentra la forma de recuperar la abandonada infraestructura de planteles y universidades, que ni siquiera cuenta con baños para satisfacer las mínimas normas de higiene de los educandos, docentes y trabajadores.

Venezuela debería tener un aproximado de 15 millones de estudiantes, si tomamos en cuenta una población de 30 millones de venezolanos, pero motivado a que más de 6 millones de connacionales han emigrado, eso ha afectado considerablemente el número de educandos, y con mayor énfasis en el nivel universitario, donde hay carreras en las instituciones de formación de profesionales que han quedado desiertas, lo que ha originado una terrible situación social y económica para el país. Venezuela se está quedando sin generación de relevo de docentes, ingenieros y médicos, y también sin técnicos en áreas fundamentales como la agricultura, fitotecnia, zootecnia y mecánica.

De hecho, instituciones como la Universidad Nacional Abierta (UNA) que debió haber sido potenciada en tiempos de (pos)pandemia del covid-19 con nuevas carreras y equipamientos, el propio régimen la ha desmantelado, al punto que de ser la universidad que llegó a sobrepasar los 60.000 estudiantes a escala nacional, apenas si se mantiene  10% de tal matrícula, lo cual es otra prueba de que el centro de acciones del neototalitarismo ha sido la destrucción de la educación.

Si a esta tragedia agregamos que Venezuela, luego de tener más de 1 millón de docentes e investigadores, que cubrían geográficamente todo el territorio en los 23 estados y 335 municipios, hoy apenas llega a los 400.000 educadores, con una parte no determinada de ellos perteneciente a algo que Nicolás Maduro ha llamado «chamba juvenil», es decir, sin formación académica requerida sino improvisada en torno de una ideología política, vemos otra muestra del daño que el neototalitarismo ha causado al país, sobre todo a las venideras generaciones. Al final lo que se busca con tal acción es la ideologización de los niños y adolescentes, y en el caso de los jóvenes, que solo queden activas las «universidades» del régimen, de allí que las casas de estudios que aún luchan por su autonomía como la UCV, la USB, la ULA, la UDO y LUZ, o la propia UNA, prácticamente se encuentren en los escombros de un país arrasado.

Las protestas de los educadores por la destruida educación tiene que ser una lucha en la que sus protagonistas no se rindan y se multipliquen las exigencias por las reivindicaciones políticas, económicas y sociales, porque solamente desde el campo educativo es como lograremos mantener con vida a la nación.

Hay que seguir en la calle, ahora exigiendo al madurismo que haga públicos -como debe ser conforme con la ley- los presupuestos para todas las instituciones educativas y cuáles serán los salarios del gremio para el resto de 2022 y 2023, porque el secretismo solo es parte de quienes pretenden continuar con la educación en una constante y profunda crisis.

La sociedad debe incorporarse como un todo en la protesta de los educadores. No podemos desfallecer. El neototalitarismo madurista solo quiere la destrucción de la patria.  Seguiremos elevando nuestra voz en una sola praxis: Democracia y libertad.

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