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El país en peligro… y el gobierno también

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Es evidente que ninguna Constitución, ni la de 1979, la de 1993 o ninguna otra había previsto el gobierno de la incapacidad y la delincuencia, en manos de un sindicalista básico. No hay quien no haya pensado que “por mucho menos que esto otro presidente ya hubiera renunciado”. Esto parte del supuesto que un presidente debe tener principios y valores, un ápice de amor a su patria o una pizca de misericordia con los más necesitados, pero ha quedado demostrado que no es así.

Persecución política” es el estribillo que repiten a diestra y siniestra Pedro Castillo y sus secuaces, en sus discursos de victimización. “La derecha radical no puede aceptar el triunfo de un modesto maestro rural”, frase tan gastada como falsa. Pero lo cierto es que gran parte de la población pudo predecir las nefastas consecuencias del gobierno de un sindicalista radical al que no le importó suspender las clases de 1 millón y medio de estudiantes a nivel nacional durante más de tres meses como consecuencia de la huelga magisterial de 2017. Sabiendo, además, que sólo pidió a cambio la inscripción del Fenate, federación vinculada al Conare y al censurado partido Movadef, agrupación vetada para participar en política al demostrase la relación de sus integrantes con el movimiento terrorista Sendero Luminoso. Y así comenzaba esta historia.

Pero, lamentablemente, este discurso de victimización, negando los hechos, amenazando a la Fiscalía de la Nación, vetando las investigaciones fiscales, ignorando las acusaciones de la cada vez más numerosa lista de colaboradores que inculpan a Castillo, a su familia y su entorno más cercano va rindiendo frutos en esas provincias olvidadas del Perú. Los discursos en lugares por mucho tiempo abandonados, donde la ausencia del Estado es la única constante, va calando en la población rural.

¿Cuáles son los resultados? Un preocupante aumento en el índice de popularidad, a pesar del desgobierno y abandono. ¿Contra todo pronóstico? No. Porque es justamente en las zonas rurales donde ha crecido su popularidad. ¿Cómo explicar este incremento? En los pueblos altoandinos, valores como la familia tienen un significado más profundo y distinto que en otros lugares del país. Priman principios como la “reciprocidad”, correspondencia mutua entre los pobladores de una localidad, que determinan los lazos y la cohesión. Por ello, interpretan las acciones de la Fiscalía de la Nación como una agresión a la familia y sus comunidades. De igual forma, censurar los presupuestos asignados a estas comunidades para realizar supuestas obras que significarían un beneficio para ellos, se interpreta como un acto de discriminación. Favorecer a familiares y amigos es parte de la norma, por eso avalan los falsos discursos.

Aun así, los mencionados indicadores no parecen tener una correlación con el colapso en las Expectativas Empresariales según la última publicación del Banco Central de Reserva, que muestra el impacto nuestra economía en valores como el incremento de la inflación, el comportamiento del consumidor que sigue retrayéndose y el freno en las inversiones locales y extranjeras que solo se agudiza; temas que parecen preocupar poco al actual desgobierno.

Pero no todas son buenas noticias para Castillo. A pesar de las amenazas, el Ministerio Público no ha cesado en su labor fiscalizadora; las Fuerzas Armadas e incluso los veteranos que fueron conminados a acudir a Palacio pusieron en aprietos a ese debilitado gobernante; la prensa continúa investigando, informando a la población e incluso medios que mostraban una actitud tibia y hasta condescendiente, hoy no pueden negar la realidad. Todo ello pone en peligro la estabilidad y permanencia de este gobernante que se aferra a un sillón presidencial, que representa esa inmunidad que lo mantiene lejos de prisión, pero se siente acorralado.

El riesgo político, social y económico es de suma gravedad; pero pareciera ser que la población civil no termina de tomar conciencia. Nos estamos jugando bastante más que el futuro del país. Hoy está en peligro nuestro presente, la seguridad ciudadana y la paz de los peruanos, pero muchos no quieren entenderlo.

Estamos siendo gobernados no solo por incompetentes, personas para las cuales el país no significa nada, seres que creen sus propias mentiras embriagados por el poder, otros que han vendido sus almas o que han caído en la trampa del chantaje; en cualquiera de los casos el sentido patriótico está fuera de sus radares.

Sólo la voz de los peruanos que no queremos ver como nuestros hijos buscan otros horizontes, de aquellos que amamos al Perú y estamos dispuestos a defenderlo, podrá resolver este entrampamiento que nos agobia. Sólo la voz de protesta de toda la población civil unida pondrá fin a esta agonía. Despierta, peruano.

Artículo publicado en el medio peruano El Reporte

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