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Vitrina Venezuela: Delegar es la manera de gerenciar

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Delegar no es solo asignar el trabajo y esperar a que sea terminado. Consiste en al menos cuatro pasos:

  1. La preparación para delegar, donde se alinean las expectativas y se dan y reciben mensajes claros de entendimiento.
  2. Delegar en sí mismo es dar la asignación, en el marco de la preparación mencionada.
  3. Monitorear (o hacer seguimiento) al trabajo delegado, es asegurarse que se cuenta con todos los elementos para lograr un resultado exitoso.
  4. Evaluar la delegación desde los dos ángulos (delegador y delegado), revisando los tres pasos anteriores.

Por supuesto, nada de lo anterior es posible si el gerente no está convencido de que delegar es la mejor manera de gerenciar. Hay que tener en cuenta que ello requiere de ciertos atributos personales, tales como ya la mencionada confianza en uno mismo, paciencia y habilidad para asumir riesgos; pero tal vez lo más importante es tener confianza en la gente, independientemente del nivel de experiencia que tenga. No es una confianza ciega y arriesgada, sino inteligente basada en conceptos reales y posibles. Hay que apoyarlos. La buena delegación no da resultados milagrosos, por suerte. Es un proceso de construir la confianza mutua, de consolidar compromisos, y alinear expectativas.

Debe evitarse que el proceso de delegación se convierta en una aventura de final incierto. Hay que actuar sobreseguro, delegar en personas que tienen la capacidad/habilidad/formación para llevar a cabo la asignación; esto es, hay que seleccionar la gente adecuada para delegar en ella. Y si uno no cuenta con esa gente, hay que formarla: más vale delegar más tarde que no delegar nunca. Comenzar a formar hoy la gente en la cual se va a delegar en el futuro.

En este sentido, quiero compartir algunas cosas que he escuchado, y que seguramente resultarán familiares:

“Delegué, y salió todo mal: nunca más vuelvo a hacerlo”. El pensamiento que tengo asociado a este comentario es: “Hacen falta dos para bailar un tango”. Si salió mal, hay responsabilidad del que delegó, y de quien recibió la delegación. Es como la profecía que se cumple sola: si usted cree que por delegar las cosas van a salir mal, entonces saldrán mal.

“Acabo de delegar algo, vamos a ver cómo lo hace”, versus dar el apoyo que hace que las cosas salgan bien. No todo puede delegarse, solo aquello en lo que uno ha creado las condiciones para que la delegación sea exitosa. Es un proceso que se va construyendo, hasta lograr confianza entre ambas partes y con ambas partes.

“La única manera de que las cosas salgan bien es hacerlas uno mismo”, sin darse cuenta de que por ese camino nunca va a formar buena gente en la cual delegar, y por supuesto progresar. Los comentarios anteriores son solo una muestra de la realidad que día a día se vive en nuestras empresas.

Si bien creo que, en una situación de crisis y recesión profunda como la que vivimos, los gerentes (a todos los niveles) deben tener un sesgo hacia la centralización que les permita asumir el máximo control de sus negocios (por aquello de la capacidad de maniobrar), esto no quiere decir que puedan o deban controlarlo todo.

Deben poder identificar los aspectos críticos de sus negocios y utilizar toda su energía concentrándose en ellos; y el resto, debe/necesita ser delegado. Y si en este momento no se cuenta con la gente en la cual delegar, hay que comenzar a buscarla, a formarla. Y esto hay que comenzar a hacerlo sin demora, pues el futuro está encima, y se acerca a mucha velocidad.

En realidad, delegar no debería ser visto como fácil o difícil, sino como algo inevitablemente debe ser hecho.

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