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El presidente del sombrero

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castillo

El nombre de “Pedro” ha sido revelador de esperanza, liderazgo y bondad. “Pedro I el Grande”, zar de Rusia, con huellas indelebles de avanzada en su país; “Don Pedro I”, del Imperio de Brasil y san Pedro, la roca sobre la cual Dios edificó el templo para la conducción del alma. Pero no pareciera el caso de “Pedro”, el presidente del Perú, quien gobierna con la cabeza protegida por un sombrero, pero de los grandes, como en procura de los beneficios de “la cábala”, en aras de hacerlo bien, que no lo destituyan o que lo hagan después de haberse beneficiado con prebendas del ejercicio del gobierno. “El presidente del sombrero” tiene la mitad de una docena de investigaciones por el manejo del erario público.

El fenómeno de las Américas del sur y del centro se ha caracterizado en las últimas décadas por gobiernos electos bajo la presunción de que las clases desposeídas no han sido tomadas en cuenta. El continente hoy ha colocado a gobernantes calificados, entre comillas, como de izquierda, en sustitución de aquellos presuntamente de derecha. The Media dibuja la geografía de color rojo, el que ha distinguido desde la Revolución rusa a los países denominados comunistas. Los no, muy pocos, sin coloración.

Los filósofos Zygmunt Bauman y Carlo Bordoni con razón hablan de “Estado de Crisis”, poniendo de relieve que “la idea de progreso está vinculada con las ideologías dominantes en un determinado momento y cuyo fin utópico es el de una “sociedad ideal”. El escenario, ha de advertirse, no es exclusivo de las Américas del tercer mundo, pues serias dificultades aquejan al desarrollado y a sus grandes potencias. La expansión del territorio, una especie de “egoísmo terráqueo”, mantiene enfrentado a Rusia con el resto del mundo por la invasión a Ucrania y a China dispuesto a aplicar el silogismo, en lo relativo a Taiwán.Los gigantes en aprieto tratando de resolver el dilema y en su propio beneficio. Un conflicto bélico mundial, mucha gente lo ve probable.

El político boliviano Carlos Sánchez Berzaín suele utilizar la palabra “castrochavismo” para referirse a Cuba, Venezuela y Nicaragua, a los cuales califica de “narcoestados”. Los mentores Fidel Castro, Hugo Chávez y Daniel Ortega. La esperada elección de Petro en Colombia (quien para esta fecha ya es presidente generando enormes expectativas) y la probable de Lula en Brasil, cuyos vínculos con la Argentina de la dupla Fernández/Kirchner, con seguridad se solidificarían, redibuja al continente, como suelen decir, “rojo rojito”. El venezolano Vladimiro Mujica habla de “populismo autoritario”, derivación de la creencia en Chávez reformador que pondría término a un sistema político que generaba pobreza y exclusión, lo cual condujo más bien a una trampa obsesiva de deambular sin rumbo volviendo otra vez a las mismas oscuras estancias. La realidad de hoy es, pues, que las Américas del sur y del centro poseen gobiernos electos bajo las banderas de poner término a la desigualdad y a la exclusión. Para ello se organizó el mundo y la meta prosigue. Dificultades, grandes.

Los severos trances de la humanidad han roto con la historia, cuyos capítulos pasados dan prueba de la vocación de los pueblos al desarrollo. Simón Bolívar y San Martín en las Américas constituyen evidencias de la edificación de países, por lo menos, conforme a las experiencias generadoras de estabilidad en las épocas correspondientes, a la par inclusive de sociedades estructuradas de la época. El Perú de los pasados siglos, revelador de que sus habitantes llegaron hace 15.000 años de Asia a través del Estrecho de Bering creando el conocido imperio inca, con la advertencia de que miles de anos antes existieron culturas que adquirieron un elevado grado de desarrollo. Es como para recordar la conjugación de los verbos “pasado, presente y futuro”, camino quizás para indagar cuál de las etapas fue mejor en las Américas. Las apreciaciones y expectativas, no buenas.

Ha de preguntarse cuál de los gobiernos electos en las Américas del sur y del centro en las últimas decadas, los cuales han vendido la representación de las clases medias y pobres, pudiera calificarse como el más cuerdo. La apreciación de Mujica con respecto a Caracas afirma que “el chavismo y sus secuelas”destruyeron a Venezuela, golpeando a otros países a los cuales encantó con su verborrea. Todo lo peor ocurrió y no hay lugar en el mundo donde se piense lo opuesto.

La democracia para Carlo Bordoni ha adquirido un contenido abstracto, al igual que los términos “libertad y felicidad”. Unos cuantos gobiernos se definen como democráticos, pero en rigor constituyen “supuestos falsos” con respecto a la gente que les eligen. Está vaciada de su significado original de “gobierno del pueblo”, premisa que es cada vez mirada con escepticismo y con abierta sospecha.

La presunción del respeto al ejercicio de la función de gobierno con la vestimenta protocolar adecuada importa poco a Pedro Castillo y a otros jefes de Estado, quienes detestan la corbata y tal vez asistan a los consejos de ministros en franelilla, unapresunta identificación con el pueblo. Por lo que tal vez terminen con jerséis de cuello perkins y trajes como Steve Jobs y Zaha Hadid, propios de la denominada “clase creativa”.

No es de extrañar que Pedro Castillo sueñe que Sapa Inca, el soberano del Imperio Incaico, se le presentó ordenándole que se quitara el sombrero.

@LuisBGuerra

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