El solo anuncio del reinicio del diálogo y las expectativas que hay con él se convirtieron en grandes esperanzas, lo cual fue plenamente apoyado por las principales instituciones del país, destacándose la Iglesia, los organismos empresariales, los partidos políticos, así como buena parte de la sociedad civil.
Hoy, sin embargo, muchos consideran que el diálogo está en el limbo, pues lo observado en las últimas semanas con los anuncios y las propuestas de parte y parte se ha convertido en una extensa retórica, sin que se haya logrado algún punto de coincidencia o de base previa para construir soluciones convenientes al interés nacional. Esto último necesario para fortalecer los acuerdos que el país reclama con urgencia.
Es importante destacar que estos acuerdos que se obtengan a través del diálogo no solo tendrán incidencia en lo político, con el fortalecimiento de la democracia y las instituciones. Su impacto en la economía es evidente al generar mayor confianza en los sectores privados, lo que estimula el crecimiento de las empresas y la producción con sus efectos en la generación de empleos, lo que a la vez aumenta el consumo, se logra una menor inflación y por lo tanto una menor dependencia de las importaciones.
El anuncio realizado por voceros oficiales días atrás de la suspensión del diálogo genera escepticismo en el país. Se truncan las posibilidades de lograr los acuerdos políticos necesarios para facilitar soluciones, todo queda en un limbo que parece ser infinito, dando como resultado un clima de incertidumbre que no permite soluciones a la complejidad que se sostiene en el tiempo.
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