Sorprende ver cómo, de golpe, provocado por la torpeza y el engreimiento del manejo del poder por parte de los déspotas, Nicolás Maduro se encuentra contra las cuerdas, para usar una imagen deportiva tradicional. ¿Llegará a ser noqueado? Lo ignoro por completo. Pero vislumbrar al altanero secuestrador del Estado fuera de sí porque alguien le recuerda en vivo los atropellos de la Oficina Nacional de Presupuesto resulta altamente sugestivo. Últimamente anda, por cierto, más agresivo que de costumbre, o haciéndose el más agresivo que de costumbre, si tomamos en cuenta lo del avión de los dueños ahora de un millón de hectáreas y todo lo demás. Algo ocurre, para bien de la lucha libertaria en Venezuela.
Hasta los atropellos tienen su intraficable límite. Así lo demuestra el accionar de los universitarios, de los trabajadores de la salud, de la educación y los empleados públicos en Venezuela, quienes merecen mi mayor reconocimiento formal -pueden recibirlo ahora- y el de todo el país. El miedo y el respeto a los desgraciados que continúan con el secuestro del país se sigue perdiendo, ello acrecienta los deseos del cambio. Tal vez pueda ser esta presión y no otra la que obligue a los sátrapas a negociar una alternativa válida. Ojalá así pueda ser pronto. Podemos concentrarnos en eso para procurar verdaderas elecciones libres cuanto antes.
Meterse con los trabajadores a un ritmo inaceptable no le ha resultado tan bien a los opresores desmedidos. Una cosa es lesionar derechos como han mantenido desde su llegada al poder y otra muy diferente aspirar a alcanzar sin límites la explotación aguda, la esclavitud moderna que tienen planteada. Las excusas lucen huecas, tontas, carentes: no tienen recursos es una, la otra es que soltar esa cantidad de dinero a la calle genera inflación, esa misma que han venido conteniendo inyectando dinero a la banca. Dinero todos sabemos que hay, en principio. No me cansaré de repetirlo. Y espero que mis lectores sepan bien excusarme: el Plan Universidad Bella se ha burlado en la cara de los universitarios todos; muy especialmente de los de la UCV y los de la USB. Violan la autonomía, se meten, hacen lo que les viene en gana sin informar ni someter al conocimiento de nadie, por lo menos en nuestra USB -formo parte del Consejo Directivo y exijo informes que no me dan nunca al respecto-, son millones y millones de dólares que ya quisieran las universidades ver en el presupuesto de un año todas juntas. Eso es sólo un plan. ¿Y los demás gastos suntuarios, sumados a los derroches de todo tipo que son captados por todos a la vista? Venezuela es el cuarto país del mundo en términos de corrupción.
Lo de la inflación es fácil refutarlo. Ningún país serio del mundo controla su inflación vulnerando diariamente los derechos laborales de su ciudadanía trabajadora. Revisen cada país con una inflación baja y lo corroborarán sin duda. Ahora, un régimen inescrupuloso, que por venganza u otras desviaciones sádicas pretende vejar a su población trabajadora o terminar de ahuyentarla para siempre, sin contención, solo para demostrar quien lo somete y le manda o quien tiene y ejerce el poder despótico, es muy otro cantar.
En las universidades redujeron los sueldos -despido indirecto-, se echaron al pico la convención colectiva que impusieron, expropiaron los aportes y las retenciones que dan profesores, trabajadores y empleados para sindicatos, gremios, cajas, e institutos de previsión. No conformes eliminaron el bono vacacional. Dirán que no lo eliminaron, pero «pagarlo» fraccionadamente en unas diez partes suponemos, hasta julio del próximo año como convinieron los sindicalistas impuestos, es no pagarlo. Es decretar que no existen vacaciones. A la par de acribillar los derechos humanos una vez más, como los derechos laborales, la Constitución y las leyes. Sabemos que el artículo 24 de la Declaración Universal reconoce las vacaciones pagadas, aparte de todos los derechos laborales que estos canallas inescrupulosos se saltan a la torera, ignorando los convenios internacionales firmados por el país. Si no respetan la vida, ¿van a pagar?
La Corte Penal Internacional seguirá dándose su tiempo, ese que no sabemos si nos beneficiará enjaulando a los asesinos y más. Pero violar frecuente y despiadadamente los derechos laborales, la comida, la familia, la educación y el trabajo ha tenido una respuesta acorde con la situación. Los trabajadores, me incluyo, por cierto, no respetan al déspota ni al despotismo. Los educadores tampoco; también me incluyo. La imagen del criminal mayor queda arrastrada ante la furia de la población trabajadora a la que se suman estudiantes y más integrantes de la población. Contra las cuerdas. El provecho político de este accionar no tardará en percibirse por el bien del país. La lección ha sido dada. Y a-prendida.
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