Por Equipo Editorial
Nunca en la historia contemporánea de Venezuela se había llegado a concebir que los docentes o cualquier grupo de trabajadores que exigiera sus derechos laborales fuera amenazado por un «integrante» de la Asamblea Nacional, palabras más, palabras menos, con echarle encima a lo que según tal individuo representa el «pueblo».
Es decir, para este cretino de las leyes las enfermeras, los médicos, los trabajadores y, sobre todo, las maestras y los profesores no somos «pueblo». Tan solo por el hecho de exigir que el Estado nos cancele nuestra reivindicaciones y beneficios derivados de las leyes y las contrataciones colectivas, por no estar en lo más mínimo conformes con el abuso que ha realizado la mal llamada Oficina Nacional de Presupuesto (Onapre), estos cancerberos dentro del espacio del madurismo apelan a un tono coloquial para emplazarnos, para advertirnos con actitud retadora que en caso de que los docentes convoquemos una paralización oficial de actividades educativas -de hecho estamos parados de manera forzada y técnica-, ellos como practicantes del poder nos van a echar a su «pueblo» encima.
Y por si lo anterior fuera poco, otros dos integrantes de ese mismo recinto dizque de «leyes» aseguraron con máxima ironía que cualquier acción que ejecutemos como docentes en pleno ejercicio del derecho a la protesta no tendrá para ellos validez alguna, porque serían protestas «muy reducidas»; y el último de ellos, además, se atrevió a decir en evidente burla: «Agarren lo que hay, porque no hay más real». Valga decir que antes nos ha restregado desde las redes sus acostumbradas corbatas y trajes de marca, lujosas camionetas y hasta una exclusiva vivienda con gimnasio privado.
O sea, que para esos tres «seres» las maestras y profesores de los niveles inicial, básico, bachillerato y universitario, deben hacer más sacrificios de los que han hecho, mientras ellos nos restriegan en la cara sus lujos y escandalosas formas de vida, un derroche que nos llega acompañados de escoltas e imágenes de grandes banquetes. Sus gastos no tolerarían una mínima auditoría dada la precariedad de los supuestos ingresos existentes en la administración pública. El cinismo del principal amenazante es incalculable al atreverse a asegurar que los asistentes a las marchas y protestas somos unos vendidos y entreguistas de nuestras almas y conductas al mejor postor, cuando ellos saben muy bien que entre sus cuentas bancarias y las de nómina de los educadores no hay punto de comparación con relación a los ingresos.
Yelitze Santaella y Tibisay Lucena son unas mampuestas en sus respectivas funciones educativas ministeriales. Es una vergüenza, no solo verlas arrodilladas sino entregadas en su afasia ante los designios de Miraflores, y que unos «diputados» se conviertan en los voceros para justificar la manera tan vil en que fue mutilado el bono vacacional en el Ministerio de Educación; y sobre el pago de vacaciones a los profesores universitarios, la situación no puede ser peor, cuando apenas se decidió pagar una limosna en este 2022 y casi el 100% de tal beneficio para 2023, algo arbitrario y que condenamos como gremio educativo.
Los tres enemigos de la educación que han fungido como voceros oficiales del régimen de Nicolás Maduro son individuos de los que deploramos toda su malignidad, desprecio y saña contra los educadores del país. Ellos son el más claro ejemplo de la destrucción de la educación, y lo que significa odiar en toda su extensión a los profesionales responsables de la formación de las nuevas generaciones, entre ellos, los hijos y nietos de quienes ahora se enseñorean desde el poder.
Nuevamente, hacemos un llamado a la integración de las bases educativas en los espacios de negociaciones laborales, ante unos sindicatos deslegitimados, desacreditados y condicionados a sus patronos, razón por la cual ni siquiera en retórica disimulada nos representan para el encuentro de soluciones ante los derechos que nos han sido arrebatados.
Los dueños de las iniciales MJP son el deslave de la semántica que solo aplica leyes contra quienes levantan sus voces por rescatar lo que nos ha sido desconocido por insensibles ante la educación y los educadores.
Nuevamente estaremos presentes en todas las convocatorias por nuestros derechos laborales que pretenden ser conculcados por una pléyade de corruptos en nombre de una «revolución». Seguiremos luchando por Venezuela el tiempo que sea necesario e indispensable. No vamos a rendirnos.
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