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Anestesiados

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Existen varias iniciativas que —supuestamente— buscan acabar con la crisis política. Sin embargo, si son miradas de cerca, vemos que éstas —a juzgar por sus resultados— posiblemente buscan el efecto inverso: anestesiar a la población y permitir la continuidad del gobierno. Un primer ejemplo: desde hace meses, se ha propuesto “que se vayan todos” como una salida a la crisis. La propuesta fue hecha visible por Sagasti; luego replicada por otros como Rosa María Palacios; y, finalmente, por representantes y simpatizantes “apartidarios” del Partido Morado.

Para empezar, llama la atención que justamente personajes que se oponían fuertemente a la vacancia, ahora promuevan —en los hechos— una vacancia condicionada a la disolución del Congreso. Recordemos que Sagasti llamaba “aberrante” a la sola posibilidad de vacar a Castillo y Rosa María Palacios alegaba que era “inútil”, además de inconstitucional, vacar a Castillo, incluso si existían imputaciones sobre delitos cometidos por éste. De pronto, lo que constituía ser “golpista”, ahora no solo es admitido, sino que no se requiere ninguna razón sustancial para sacarlos del cargo, sino los meros votos. La pregunta fascinante es, ¿por qué promueven que la salida de Castillo (y Boluarte) esté condicionada a la disolución del Congreso? ¿Se haría igual si la presidente fuese Keiko?

Sumado a esto, la propuesta es de dudosa constitucionalidad, aún si es llamada “reforma constitucional”. El artículo 134 de la Constitución prohíbe la revocatoria del “mandato congresal”. En ese sentido, una reforma constitucional realizada con 66 votos más referéndum, como propuso Rosa María Palacios, sería inconstitucional ya que constituiría una revocatoria del Congreso. Si se sigue el otro camino de reforma, tenemos que es virtualmente imposible que el Congreso se auto-disuelva con 87 votos en dos legislaturas.

En realidad, la insistencia en “que se vayan todos”, pero eliminando de plano la posibilidad de la vacancia, tiene un objetivo: que no se vaya nadie. El “que se vayan todos” pone los reflectores en el Congreso, alejándolos de la vacancia de Castillo. Rosa María Palacios tituló “Ya nadie habla de vacancia, se pide que se vaya” su programa del 11 de abril de 2022. Incluso El Comercio, en su edición del domingo 24 de Julio, publicó extractos de una encuesta de Ipsos, donde se mostraba la respuesta al “que se vayan todos”, pero no acerca de la vacancia. ¿Se logró el objetivo?

Un segundo ejemplo: el “no a la asamblea constituyente”. Desde el comienzo, advertimos que el establecimiento de la asamblea constituyente no era un objetivo prioritario del gobierno. Esto es así porque, en el modelo marxista-leninista, el objetivo nunca podría ser gobernar a través de una constitución, sino todo lo contrario: destruir el Estado de derecho. Por esto, solo hemos visto intentos flojos de asamblea constituyente –y cero cuestiones de confianza-, mientras se destruye el país a pasos agigantados. El Congreso, y buena parte de la ciudadanía opositora, se han dedicado a teorizar y hacer campaña acerca de cómo blindar al Congreso, guardar “balas de plata” y poner candados a la inminente asamblea constituyente. Este error no es inocuo, sino que tuvo un efecto doble: por un lado, permitió adormecer a la oposición, convencida de que mientras mantuviésemos la asamblea a raya, todo estaría bien pero; por otro, permitió el avance real del gobierno, recortando derechos, copando instituciones, llenándose los bolsillos y preparándose para las elecciones regionales y locales.

Un tercer ejemplo: las investigaciones, denuncias y “bombas” diarias contra el gobierno. La más llamativa de ellas: la denuncia por traición a la patria, pero que se basaba en una norma derogada hace treinta años y que no tenía sustento fáctico. La denuncia también incluía cargos que no se encuentran en el artículo 117 de la Constitución, que señala los casos en los que se pueden denunciar al presidente. Dudemos de las intenciones del que mencione denuncias e investigaciones fiscales como salidas a la crisis. En el rubro “denuncias”, mención aparte requeriría la supuesta necesidad de inhabilitar a Dina Boluarte antes de intentar la vacancia. Un nuevo “requisito” más que se suma a la lista de distractores.

Como corolario, hace unos días, Rosa María Palacios se quejaba de una ciudadanía “anestesiada”, por no reaccionar frente a la destrucción del país. Los victimarios se preguntan por qué la vacancia ha muerto. A pesar de esto, las últimas declaraciones del ex ministro Mariano González suponen una inyección de adrenalina a la vacancia, pero no sabemos cuánto durará el impulso hasta que sea nuevamente ahogado. Por lo pronto, la propia Rosa María ya ha insistido con la inconstitucional fórmula “que se vayan todos”, oponiéndose a la vacancia: “Reitero que la única salida constitucional es un acuerdo amplio del Congreso que repita la salida del año 2000. (…). Son 66 votos + referéndum. Eso, es posible”.

La anestesia existe, pero está en manos de quienes se oponen de forma explícita o velada a la vacancia o permiten la continuidad del gobierno.

Artículo publicado en el medio peruano El Reporte

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