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El libro de Elsa L. Picón

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Recién termino de leer un libro que apareció en Amazon.com titulado Los pillos del valle. La autora es Elsa L. Picón. Lo leí de un “tirón”, lo que significa que ni siquiera paré de leer para dormir.

El título me llamó mucho la atención y me produjo mucha curiosidad porque me condujo de inmediato al recuerdo de otro libro titulado Los amos del valle, escrito por Francisco Herrera Luque hace ya varias décadas.

El contenido de Los pillos del valle conduce al lector a lo largo de un relato de las actividades que ocurrieron en Venezuela por unas personas de nacionalidad venezolana.

Me pasó con el libro Los amos del valle, que hace poco tiempo me enteré que los nombres de los protagonistas no fueron cambiados, es decir, que tal familia es “aquella familia”. Y eso es consecuencia de que desconozco la genealogía y las historias de las familias caraqueñas. Nunca les he puesto atención a las “familias” y tampoco me he interesado en ellas. Quizás sea consecuencia, por su parte, de que me resulta difícil seguir las relaciones de parentesco. Me pierdo cuando tratan de explicarme que “fulano de tal es el marido de zutana quien es el concuñado del hijo de perencejo”. Es más, me pierdo cuando van más allá de zutana.

En el caso del libro Los pillos del valle me pasó lo mismo. Conozco las generalidades de las denuncias que se han hecho sobre las actividades de un concierto de personas a quienes denominan  “bolichicos” pero, francamente, me he dado por enterado de los hechos denunciados por los medios de comunicación y no me he detenido en quiénes son esas personas.

No escribo este artículo para promover el libro. Ni lo apruebo ni lo desapruebo. Ni lo recomiendo ni lo critico. Solo afirmo que lo leí. Y también debo decir que no puedo emitir ninguna opinión sobre su contenido, ya que no tengo conocimiento directo ni fundado de ninguno de los hechos narrados por la autora.

Resulta evidente de la lectura del libro que los nombres y apellidos son ficticios, lo que dificulta a veces precisar quiénes, en realidad, pueden ser las personas que en la vida real real pudieran coincidir con los personajes en la obra. Habría que ser muy cercano a la burbuja  –o integrante de ella- para “descubrir” de quién se habla y si de verdad ese sujeto coincide con los hechos en los cuales lo mencionan.

Por otra parte, quizás el nombre de la autora sea un pseudónimo. Pensé, por ejemplo, que “Elsa L. Picón” podría ser, en realidad, “El salpicón”. Confieso que me pareció ingenioso y sonreí. Pero es solo una hipótesis y muy posiblemente una coincidencia y me disculpo de antemano con la autora si mi hipótesis es incorrecta.

Con respecto a los hechos, en algunos se nota que la autora conoce detalles específicos de procedimientos administrativos, mientras que otros son narrados de tal manera que solo podrían relatarse si hubiere estado presente en el momento en que ocurrieron o si tuviere a su disposición registros grabados por uno que sí estaba presente, o si fueron recogidos a distancia. Estas circunstancias son para mí muy sensibles.

Lo que sí puedo mencionar es que solamente había visto cifras como las que se mencionan en el libro en operaciones de crédito público y en las leyes de presupuesto. La chorrera de dígitos a la izquierda de la coma decimal es insólita e inimaginable para mí. Es más, hay algunas que me cuestan expresar en palabras.

No sé cuáles son los objetivos de la autora al publicar esta obra. No sé si se trata de la exposición de los resultados de una investigación exhaustiva, o si los hechos son parcialmente ciertos y parcialmente inventados, o si son totalmente inventados.

Por mi parte, me siento obligado a asumir que son hechos inventados y manipulados pero asumiré también que la autora está proponiendo una posibilidad cuya probabilidad de que haya ocurrido es mayor que cero. Espero que V. E. entienda mi obligación de ser cauteloso ante un relato con nombres ficticios y que, en su propio ser interior y si es que decide leer el libro, determine y se forme su propia opinión. Sobre los personajes o las personas digo absolutamente nada.

Dios guarde a V. E. muchos años.

La cuenta del autor en Twitter es @Nash_Axelrod.

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