Estamos decididos a que antes de que el sol se ponga sobre esta terrible lucha, nuestra bandera será reconocida en todo el mundo como un símbolo de la libertad por un lado, y de una fuerza arrolladora sobre el otro (general George C. Marshall).
El 4 de julio de 1942 se estrenó en el teatro de Broadway (Nueva York) el musical This is the Army del compositor Irving Berlin. Berlin nació en Bielorrusia (Imperio Ruso) en 1888, y su nombre era Israel Isidore Baline. Hijo de un rabino, emigraría con toda la familia a Estados Unidos cuando tenía 3 años. Baline fue el vivo ejemplo del “American dream” y en la Primera Guerra Mundial se alistó en el Ejército llegando a ser sargento. En esa época creó un espectáculo musical en el campamento con grandes coros de soldados. Al ser atacado Estados Unidos en diciembre de 1941 se dedica a componer canciones patriotas, hacer giras para animar a los combatientes y actualiza el show que hizo en la Gran Guerra, como un medio para promover el reclutamiento voluntario. Al año siguiente se adaptaría al cine dirigida por Michael Curtiz (el mismo de Casablanca, 1942) y ganaría el Oscar a mejor banda sonora (actúa Ronald Reagan, futuro presidente). La primera potencia industrial sabía que no bastaba con ser el “arsenal de la democracia”, sino que debía también entrenar a los mejores soldados e incrementar su número para lograr la victoria en la Segunda Guerra Mundial.
En artículos anteriores hemos explicado la evolución de la política de Estados Unidos ante la Segunda Guerra Mundial. El primero de septiembre de 1939 el presidente Franklin D. Roosevelt eligió como jefe del Estado Mayor del Departamento de Guerra al general George C. Marshall (y mantendrá el cargo toda la guerra). Desde ese momento el general Marshall se propuso la tarea de modernizar las Fuerzas Armadas y colocarla en el primer lugar del mundo ¡y lo logró! En ese momento aunque era la primera Armada (junto con la Royal Navy del Imperio Británico), su ejército de tierra no pasaba de 189.000 soldados. A pesar de tener una gran oposición lograría llegar, al momento del ataque a Pearl Harbor (7 de diciembre de 1941), a millón y medio de soldados; y al final de la guerra a casi 9 millones. Pero los números no bastaban, porque como bien lo había dicho Napoleón Bonaparte: “La superioridad de los ejércitos se sustenta en la moral de sus soldados”.
La confianza del soldado dependía de muchas cosas, pero lo primordial era su entrenamiento. En la Segunda Guerra Mundial los Estados tuvieron en el cine el mejor medio de propaganda, el cual se dedicó a construir un modelo de héroe moderno, patriota y vencedor en las batallas. Pero en el caso de Estados Unidos podemos ver cómo hay un importante énfasis en hacer atractiva la vida militar. A diferencia de los totalitarismos del Eje y la Unión Soviética, la vida del cuartel (y por tantos meses) sería rechazada por el ciudadano acostumbrado a las libertades democráticas y vida burguesa (como dice la letra de la canción de Berlin: “This is the Army, Mister Jones!/ No prívate rooms or telephones/ You had your breakfast in bed before/ But you won’t have it there any more”). Para el historiador y todo científico social, resulta admirable cómo los norteamericanos supieron hacer que su pueblo asumiera la guerra sin dejar de ser una sociedad abierta. Es más, la guerra ayudó al avance de sus libertades (tema que revisaremos con más detalles, Dios mediante, al final de la serie que venimos desarrollando).
Son numerosos los filmes que comenzaron a ser estructurados en dos partes: la primera dedicada al entrenamiento forjando un espíritu de camaradería, disciplina y habilidades para la guerra; siempre teniendo la meta de que todo el esfuerzo se hace con fines nobles: la patria, la libertad, la justicia y la lucha contra el mal (representados en los expansionismos nazi y japonés); y la segunda que muestra cómo dicha formación por largos meses en los campamentos rinden sus frutos en la victoria. En la Segunda Guerra Mundial la trama era dominada por la propaganda, pero posteriormente podemos decir que incluso en el cine bélico se estableció el subgénero dedicado a la etapa de entrenamiento o vida en los cuarteles. La crítica en este subgénero tiene el mejor ejemplo en Full metal jacket (Stanley Kubrick, 1987) aunque trata de la guerra de Vietnam y no la Segunda Guerra Mundial. También Biloxi Blues (Mike Nichols, 1988) al mostrar el maltrato a los homosexuales; y en lo que respecta al conflicto entre homogeneidad castrense y la libertad de conciencia está Hacksaw Ridge (Mel Gibson, 2016): biopic del soldado Desmond Doss que se negó a usar armas y fue médico militar.
Las mejores obras cinematográficas de la Segunda Guerra Mundial: las dos series de los productores Tom Hanks y Steven Spielberg: Band of brothers(2001) y The Pacific (2010), dedican o un episodio entero (es el caso de la primera) o partes de varios episodios a lo largo de la temporada (es lo que hace la segunda). En la primera se describe el entrenamiento de la Easy Company (del 506° regimiento de paracaidistas de la 101° División Aerotransportada del US Army) por parte del terrible capitán Herbert Sobel. Aunque no se dan detalles de todo el programa que siguen, sí se resalta la forja del carácter, la disciplina y lo central para el relato: la camaradería entre los soldados y el reconocimiento del liderazgo. El teniente Richard Winters (el protagonista representado por Damian Lewis) será el líder, no por su simpatía (de la cual carece); sino por ser una persona disciplinada, conocedor de las artes necesarias para combatir y justo. A The Pacific le dedicaremos futuras entregas sobre este tema, porque el entrenamiento que muestran se realiza en los años posteriores a 1942.
La película TheTuskegee Airmen (Robert Markowicz, 1995) sigue la estructura de la trama que explicamos: una primera parte de entrenamiento en la base aérea e instituto en Tuskegee (Alabama, Estados Unidos) y la otra del combate en el Frente italiano y después sobre Alemania. Pero relata las grandes dificultades de los oficiales segregados de la US Army Air Corps por ser afroamericanos. Se establece tanto una academia como unidades aparte de los blancos desde el 19 de julio de 1941, y se les exige más que al resto de los pilotos por el racismo dominante en dicha sociedad y su Ejército (es un tema que volveremos a tratar). En el otro filme que trata el tema no se refieren a la academia: Red tails (Anthony Hemingway, 2012). La semana que viene analizaremos el inicio de la campaña de Guadalcanal (7 de agosto de 1942 al 9 de febrero de 1943), que evidentemente como la de Stalingrado tendremos que dividirla en varias partes.
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