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¿Qué hacer para cambiar al país?

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Un proyecto país no es un plan de gobierno. No se trata de listar infraestructuras, recursos humanos, financieros y técnicos. Las respuestas concretas se resuelven con políticas públicas diseñadas por nuestros mejores expertos. Un proyecto de transformación sociopolítica y cultural tiene que enfatizar los aspectos subjetivos determinantes de la visión, creencias, percepciones que influyen y son determinantes en la conducta de los ciudadanos y sus instituciones. Se trata no solo de enumerar tareas imprescindibles para prosperar y vivir en paz, es proponer un rumbo a partir del análisis, reflexión y valoración de experiencias históricas que guíen la búsqueda de la mayor armonía en el campo sociocultural, económico, político y moral.

En principio hay que reconocer que históricamente se ha empeñado todo el esfuerzo social y político en construir un gran Estado en completo olvido del ciudadano. La idea noble sería iniciar el avance hacia la sustitución de la hegemonía político-cultural del Estado propietario por el individuo responsable, reconocer que el gran ausente histórico ha sido el ciudadano, responsable de sus deberes, fiel a sus valores, minimizado como un ser carente de poder frente a un Estado en permanente proceso de concentración y centralización.

El esfuerzo político cultural se concentra en dos puntos: la toma de conciencia del liderazgo sobre los mecanismos para superar la hegemonía cultural de las ideas rentistas/socialistas y en segundo lugar, la inaplazable necesidad de forjar conciencia de los deberes, derechos y responsabilidades insustituibles de los ciudadanos para poder responder a sus necesidades, aspiraciones y búsqueda de más y mejores oportunidades. Con base en estas premisas intentemos resumir un rumbo, nombrar las tareas por cumplir:

  • Desde el inicio, consagrar como sujeto al individuo responsable. El individuo que actúa y decide como sujeto de la doctrina política. Cumplir con la rendición de cuentas al ciudadano como obligación del Estado. Superar la subordinación al Estado, la usurpación de la propiedad privada, los privilegios populistas sin fundamentos otorgados a las masas, pueblo, colectivos, como mecanismo de clientelismo político.
  • Superar la categorización de débiles jurídicos asignada a sectores sociales.Reflejo del concepto de la lucha de clases como motor de la historia. Objetivo que significaría un reordenamiento de las bases jurídicas y normativas, especialmente en materia laboral/económica. No existen débiles jurídicos solo ciudadanos.
  • Invertir en la gente. Promover nuevas oportunidades que se erijan como reto u horizonte de posibilidades para todo ser humano, contrario a la igualdad de resultados que prevalece en la doctrina socialista, no es expropiar y repartir, es participar en la creación de riquezas. Es reconocer que Venezuela es uno de los pocos países occidentales que no ofrece oportunidades de creación de capacidades a los sectores mayoritarios urgidos de incorporarse tempranamente al mercado trabajo, causa fundamental de expansión y perpetuación de la pobreza.
  • Responsabilizarnos con una educación liberada de la tutela autoritaria del Estado. Más allá de su dimensión técnica en cuanto a recursos humanos, materiales, infraestructurales, tecnológicos y financieros, es esencial valorizar la importancia de la dependencia de los logros humanos y societales de la educación. Logros que se derivan de esfuerzos y capacidades inmunes frente a imposiciones autoritarias, populistas e ideologizadas. La estrategia educativa tiene que convertirse en terreno de ejercicio de la responsabilidad ciudadana.
  • Fortalecer nuestro sistema de universidades, educación superior – ciencia y tecnología con independencia de la tutela autoritaria del Estado. Abrir las puertas a la inversión privada en la educación superior, investigación, conectividad. Romper el confinamiento de la educación en manos exclusivas del Estado. Dar el salto hacia su integración con los actores económicos, culturales, responsables de la ciencia y la tecnología, investigadores, filósofos, creativos, artistas, con su visión de la sociedad y del individuo al que aspiramos.
  • Descubrir públicamente el dominio antropológico de la ética rentista. Concepto que justifica y subordina el individuo a un estatus de pasividad, absuelve el populismo y el poder de los subsidios. Su suerte o infortunio depende de otros, no es responsable de sí mismo ni de su familia. Visión culpabilizadora que niega el esfuerzo y las responsabilidades individuales.
  • Superar la ética rentista por la ética del trabajo como exposición del individuo responsable que actúa en todos los sentidos. Decide y valora la importancia de educarse. Reconoce la productividad y el esfuerzo como base para el acceso a una mayor rentabilidad. Aspira legítima y éticamente ser rentable en su actividad económica. Propiciar en los medios de comunicación, en el sistema educativo y en las redes institucionales, un marco valorativo positivo de las relaciones biunívoca entre capital y trabajo.
  • La contraposición entre ética del trabajo y ética rentista comienza en el primer nivel educativo de cada generación. Colocar en los contenidos educativo la relación intransferible entre esfuerzo y logros en la cabeza de los discursos políticos, educativos y jurídicos. Fin a la noción del Juan Bimba que nace y muere pobre, víctima de factores externos, sin capacidad de decidir. Fundar una nueva cultura económica basada en el emprendimiento, ética del trabajo y libertad económica. Decir adiós al rentismo.
  • Gran esfuerzo en propiciar una nueva cultura económica acorde con una estrategia orientada al mercado, a la internalización de la conexión entre esfuerzo y beneficios y al ejercicio pleno de nuestra responsabilidad individual. Diseñar y ejecutar un amplio y profundo programa de cultura económica dirigido a toda la población y a todos los grupos etarios, que permita entender la economía, familiarizarse con sus conceptos fundamentales en cualquier circunstancia, coyuntura y permita despejar mitos y falsas nociones sobre el comportamiento económico del país.
  • Limitar la intervención del Estado en la economía y restringir las políticas de controles. Transformar la intervención estatal en una acción promotora de la responsabilidad ciudadana, la calidad y recompensa del trabajo, el desarrollo empresarial y emprendimiento creativo e innovador acorde con las ventajas competitivas del país.
  • Fortalecer la relación positiva entre capital y trabajo en la legislación laboral y en la percepción valorativa de las partes. Conectar la estrategia económica con los sistemas de formación de capacidades.
  • Dignificar la función de profesionales y servidores públicos.Valorar las responsabilidades y dignidad del personal de salud; médicos, enfermeras, maestros, docentes jueces, fiscales, agentes del orden, policías, militares, periodistas, empleados públicos en los distintos campos de la gestión social. En la reconstrucción del país es imperioso contar con estos sectores que representan o son la cabeza de lo que se denomina el capital social. Fomentar su liderazgo, su ejemplaridad en el cumplimiento de tareas y la responsabilidad para consigo y con los otros, es uno de los elementos clave para lograr los objetivos de responsabilidad, prosperidad y libertad a los que aspiramos
  • Mejorar de forma efectiva y progresiva las condiciones materiales de existencia de estos grupos humanos y retribuir adecuadamente el esfuerzo que hacen en favor de los otros. Para revalorizar este liderazgo social es preciso incluir de manera permanente la difusión de valores y actitudes ejemplarizantes en la vida cotidiana. No basta conocer los valores, hay que. Practicarlos.
  • Reconocer y valorar los liderazgos comunitarios y sociales legítimos, sin encadenamiento a ideologías como ocurrió con la creación de consejos comunales nacidos del interés de contribuir con la gente, sus necesidades básicas, y la búsqueda de recursos y conducción técnica para atender las exigencias de la vida en comunidad.
  • Establecer mecanismos transparentes de información ciudadana en todas las políticas de subsidio y reparto a la población vulnerable. Establecer mecanismos de legitimación de las políticas de soporte a individuos y población vulnerables. Transformar repartos populistas en acciones trascendentes y estables para la superación de estados de privación económica
  • Desideologizar de inmediato los medios de comunicación públicos. Esfuerzo cultural en garantía de la libertad de opinión y la existencia de medios de comunicación independientes. • Limitar las emisiones gubernamentales a objetivos de interés ciudadano. • Transformar los medios de comunicación pública en instrumentos de información y educación ciudadana. • Definir una estrategia permanente de comunicación y consulta con la ciudadanía sobre decisiones gubernamentales. • Respeto permanente a la dignidad humana con independencia de coyunturas, contingencias, rasgos demográficos, edad, sexo, raza, nivel educativo, estatus económico, visión política y filosófica.

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