La burocracia es una máquina gigantesca manejada por pigmeos
Honoré de Balzac
En días recientes circuló ampliamente en las redes sociales un gráfico con el porcentaje de la población económicamente activa trabajando en la administración pública. No sorprende a muchos que Venezuela y Argentina, con los porcentajes más elevados de América Latina, también presenten los índices inflacionarios más agudos de la región.
Chile y Colombia exhiben los porcentajes de empleados públicos más bajos, en especial Chile, el país que más se ha desarrollado en los últimos 40 años.
En este contexto, recordamos que el término “burocracia” fue creado por Vincent de Gournay, compuesto de la palabra bureau: que significa en francés, oficina, escritorio, y cracia: gobierno o mando. Y así es como popularmente se designa a la administración pública en todos sus niveles.
De acuerdo con la Enciclopedia Salvat, edición 1981, Tomo IV, entrada “Burocracia”:
Ha sido tópico describir como rasgo característico de la burocracia su apego:
- A la rutina
- A los convencionalismos funcionales establecidos
- A la aplicación de normas más o menos inflexibles
- A las dilaciones en los trámites
- A la repugnancia en aceptar responsabilidades
- Y a la resistencia en admitir innovaciones en su conjunto organizativo-funcional
En el cautivante libro de Ludwig von Mises, La burocracia, ya se nos advierte que:
Los términos «burócrata» y «burocracia» son francamente injuriosos. Nadie se titula burócrata ni califica de burocráticos sus métodos de organización. Estos vocablos, siempre empleados en sentido hiriente encierran una crítica despreciativa a personas instituciones o métodos de trabajo. Nadie duda que la burocracia no pueda ser más nefasta, ni que deba desaparecer de en un mundo perfecto.
Sin embargo, para un gran sociólogo y economista, como lo fue Max Weber, la burocracia era una organización con una “elevada división en el trabajo”, autoridad basada en reglas administrativas más que en una lealtad personal o costumbres sociales, y una institucionalidad “racional” e impersonal cuyos miembros trabajan más como oficiales encargados de una función que como individuos. En los actuales momentos, la escuela de la elección pública ha derrumbado esta definición y explica que los burócratas tienen incentivos distintos a los administrados o gobernados. La corrupción surge fácilmente en las sociedades con gobiernos altamente burocratizados e intervencionistas y controladores de la economía.
Así y todo, es bueno recordar que uno de los éxitos de la Iglesia Católica se ha debido a su burocracia, la cual ha incluso generado un Derecho Canónico y esta estructura le ha permitido sobrevivir más de mil años, tanto en tiempos procelosos como tranquilos. De igual modo, los antiguos imperios de chinos poseían una burocracia integrada por mandarines preparados exclusivamente para sus cargos y funciones. Quizá la más famosa o reconocida de estas burocracias en el plano de la administración pública, sea el famoso “Civil Service” el cual hizo posible la buena gestión de un gran imperio colonial desde los tiempos de la reina Victoria (Gladstone y Disraeli) hasta los actuales. Charles De Gaulle estableció en Francia la École Nationale d’Administration, la cual forma los cuadros que integrarán los altos mandos del gobierno francés. Estos destinados a dirigir, ya deben tener un título universitario y son seleccionados entre cientos de candidatos.
En Venezuela se da el caso frecuentemente de malos ministros, peores directores generales de ministerios, ni qué hablar de empresas del Estado cuando destruyeron una de las entidades productivas más eficientes como lo era Petróleos de Venezuela, S. A., cuyos primeros directivos le exigían a sus subordinados la eficiencia, honradez y capacidad laboral, además de reclamárselas a sí mismos. En la actualidad se habla de más de 900 empresas y organismos del Estado quebrados y en mal funcionamiento. Basta destacar el enorme fracaso en servicios tan indispensables como la electricidad, la distribución del agua, y el reparto a domicilio del gas doméstico. Ya es harto conocido por propios y extraños, que Venezuela es uno de los países con el Internet más lento del mundo. Hasta el Hipódromo La Rinconada en Venezuela pertenece al Estado, mientras que en Argentina, uno de los países más hípicos del mundo, el Hipódromo de Palermo (en Buenos Aires) es propiedad de una empresa privada.
Los funcionarios en el tope de la pirámide burocrática ni siquiera responden las cartas y requerimientos de ciudadanos o administrados, no cumpliendo así la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos, texto legal aparentemente copiado de la ley española sobre procedimientos administrativos, pero que sigue vigente dentro de la gran maraña del Derecho Positivo vigente.
Por lo tanto, se impone un programa de privatización generalizada para que inversionistas nacionales y extranjeros puedan manejar rentablemente y prestando buenos servicios las empresas y otras entidades que están en manos de una burocracia mala y destructora.
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