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El dramático testimonio de un sobreviviente del vuelo AM2431

Rómulo Campuzano es uno de los 103 sobrevivientes al accidente aéreo en Durango, México. Con algunos golpes pero feliz de estar vivo, le cuenta a BBC Mundo los dramáticos momentos del percance

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El avión empezó a elevarse, pero en unos segundos se sintió una sacudida y luego un ruido muy fuerte, como si algo hubiera tronado.

En instantes, «te diría que décimas de segundo», dice Rómulo Campuzano González, «se oye la voz del piloto que (dice que) estamos en situación de emergencia crítica, que nos pongamos en posición de impacto».

Campuzano era uno de los 99 pasajeros y cuatro tripulantes que viajaban en un avión modelo Embraer E190 de la compañía Aeroméxico que se desplomó el martes.

Nadie murió en el percance.

El sobreviviente cuenta a BBC Mundo los dramáticos minutos del accidente en el aeropuerto Guadalupe Victoria de Durango, en el norte de México.

Campuzano recuerda que el vuelo, que cubría la ruta Durango-Ciudad de México, empezó normal, «como cualquier otro viaje».

Había una fuerte lluvia, pero nada para suspender la travesía.

Todo cambió en segundos: «La posición de impacto es pegar el pecho a las rodillas y así lo hice -recuerda- y también le pedí a la pasajera que iba junto a mí que lo hiciera».

En el avión viajaban 99 pasajeros y cuatro tripulantes. Todos salieron del avión con vida.

Para ese momento la aeronave se precipitó a tierra: «Sentí un golpe terrible, muy fuerte. Me dolió toda la espalda y luego, en medio segundo, hubo un rebote en el piso», dice.

Las maletas que iban en los compartimentos de la cabina cayeron sobre los pasajeros. El aparato volvió a chocar contra la tierra. El ruido era ensordecedor.

El segundo impacto «ya no fue tan fuerte, pero empiezan una serie de sacudidas, como si uno fuera una canica dentro de una botella: te mueves de un lado para otro a una velocidad vertiginosa hasta que el avión se detiene», dice el sobreviviente.

«Pensé que nos íbamos a morir, que estaba por llegar el golpe final. Bendito sea Dios que no fue así, estamos vivos los 103 pasajeros. Debe ser motivo de alegría y de festejo».

«Quedamos a nivel del piso»

Por azares del destino, Rómulo Campuzano se encontraba en el asiento 2C, en la segunda fila de la aeronave.

No era el lugar que le correspondía, pues su asiento original era más atrás. Una confusión de la aerolínea le asignó el espacio.

El avión cayó muy cerca de la pista y se arrastró hasta un terreno aledaño.

Cuando terminaron las sacudidas la sobrecargo que estaba al frente del avión se incorporó.

«Dio una orden enérgica», recuerda Campuzano. «Que saliéramos inmediatamente y nos alejáramos. Los que pudieran correr que lo hicieran».

Para ese momento había fuego en las alas del aparato, dice el pasajero, pero el incendio no había llegado a la cabina. «No sé si humo, a mí no me tocó pero entiendo que a otros pasajeros sí».

A pesar de que estaba a un par de metros de la puerta principal, Rómulo no salió inmediatamente, pues cedió el paso a una familia con varios niños que trataba de escapar entre bolsas y maletas sobre el piso.

Tal vez por el impacto del momento, o quizá por la energía y decisión de las dos sobrecargos, no hubo pánico entre los pasajerossegún recuerda: «Algunos gritos porque viajaban niños, vi pasar a varios».

Otro pasajero grabó el despegue y los segundos en los que se produce la colisión. Lo compartió en su cuenta de Facebook:

Al salir se dio cuenta que la aeronave había rebotado sobre la pista y se arrastró hasta un terreno lque estaba lodoso por la intensa lluvia de ese momento.

«El avión cayó de panza y quedamos a nivel del piso. Cuando salí baje un escalón de 30 centímetros y ya pisaba el lodo».

«Vi a un piloto muy lastimado»

Los pasajeros abandonaron el avión en unos minutos, la mayoría por las puertas pero otros aprovecharon las fracturas de la cabina para escapar.

Rómulo no pudo correr.

«Perdí la vista, todo estaba blanco. Por instantes podía ver pero luego no. Me dejé conducir por una persona que iba conmigo, caminamos como 60 metros donde no podría alcanzarnos una explosión», recuerda.

Decenas de pasajeros fueron llevados a hospitales en Durango.

La lluvia no cesaba y eso, cree el sobreviviente, pudo controlar el fuego.

Campuzano y su compañero se resguardaron junto a una construcción. Diez minutos después, la tormenta amainó y entonces caminó «muy despacio» hacia por un camino aledaño a la pista. A lo lejos, a unos 300 metros estaban las turbinas del avión.

«Vi a un piloto que iba muy lastimado, con sangre en la pierna. Respiraba con más dificultad que yo, se notaba muy compungido».

Corrió con mejor suerte que su compañero a quien los bomberos sacaron inconsciente, con heridas serias en la columna vertebral. Las autoridades de aeronáutica dicen que el piloto recibió el impacto del desplome.

El avión se incendió minutos después del impacto, pero para ese momento ya no había personas a bordo.

Para ese momento había decenas de bomberos y paramédicos en el lugar del accidente.

El conductor de una camioneta encontró a Campuzano y quienes le acompañaban los llevó a las instalaciones del aeropuerto. Luego una ambulancia le trasladó a un hospital en Durango.

Las sobrecargo Samantha Hernández Huerta y Brenda Zavala Gómez, cuenta, «se quedaron hasta el final, hasta que bajó el último pasajero».

«La libramos»

Rómulo Campuzano González se dedica a la política. Fue senador entre 2000 y 2006, y actualmente es secretario general del Partido Acción Nacional (PAN) en Durango.

Por el accidente conocido como «El milagro de Durango», pues todos sobrevivieron, Rómulo sufrió lesiones en una costilla. No es grave.

Los heridos fueron atendidos en cuestión de minutos.

Ese martes 31 de julio viajaba a la capital mexicana para una cirugía menor en la arteria femoral al corazón. La intervención sería al mediodía del jueves 2 de agosto.

«Me dedico a la política y la función de un político es hacer el mayor esfuerzo para beneficiar a su entorno y esa es mi idea. Seguiré siendo católico, creyente en un ser superior que obra por la gente», dice.

Un lugar común es decir que tras el accidente Rómulo Campuzano volvió a nacer, pero el político cree que no llega a ese extremo.

«Lo tomaría como una nueva vida pero asumiendo las experiencias que ya tengo para mejorar«, asegura.

Ahora lo más importante es la alegría por haber sobrevivido. «Estoy muy feliz de que los 103 seres humanos que íbamos en ese avión la libramos».

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