El comité que investiga el asalto del Capitolio del 6 de enero de 2021 presentó pruebas este martes de que el entonces presidente estadounidense Donald Trump planeó días antes instigar a sus seguidores a acudir a la sede del Congreso y de que su círculo cercano se reunió con los grupos ultra que participaron.
Trump escribió un tuit que no envió pero ese mensaje, que conservan los Archivos Nacionales, es suficiente, según el comité para demostrar que tanto Trump como sus consejeros estaban interesados en alentar a las masas.
El llamamiento del líder republicano avanzaba que iba a dar un discurso ese día por la mañana, al que pedía llegar pronto ante las multitudes previstas, y después instaba a la gente a dirigirse hacia el Capitolio, donde se estaban certificando los votos que condujeron a la investidura del demócrata Joe Biden.
Personal de confianza de Trump
La audiencia, a puerta abierta, reflejó cómo grupos ultraderechistas como los Oath Keepers y los Proud Boys, que lideraron esa protesta, se habían coordinado entre sí, y cómo gente de confianza de Trump estuvo en contacto con ellos.
Días antes de que el asesor de Seguridad Nacional Michael Flynn participara en una reunión en el Despacho Oval que analizó cómo revertir el resultado de las elecciones, este fue fotografiado fuera del Capitolio con miembros destacados de los Oath Keepers.
Asimismo, su excolaborador Roger Stone usó un chat encriptado para coordinar los esfuerzos contra ese escrutinio solo dos días después del cierre de las urnas, llamado «Amigos de Stone» y en el que participaban miembros de ambas organizaciones.
Protesta «salvaje»
La audiencia de este martes, la séptima del comité, se centró tanto en esos vínculos como en la disparatada reunión del 18 de diciembre de 2020 en el Despacho Oval, tras la cual Trump publicó el tuit en el que avanzaba que iba a haber una protesta el 6 de enero en Washington y animaba a acudir porque iba a ser «salvaje».
En ese encuentro hubo insultos, acusaciones de deslealtad y un intento por parte de Trump de dictar un decreto para dar a la abogada Sidney Powell poderes para incautar máquinas de votación, y volver así a hacer el recuento de las papeletas, según precisó el legislador demócrata Jamie Raskin, miembro del comité.
Finalmente ganó el sentido común. «No entiendo ni siquiera por qué te tenemos que decir que es una mala idea, una idea terrible para el país», le dijo a Powell Pat Cipollone, exabogado de la Casa Blanca que luchó contra los esfuerzos del entonces presidente para revertir el resultado de las elecciones.
Manipulado para ignorar a sus asesores
El comité, no obstante, descartó este martes que Trump fuera manipulado para ignorar a sus asesores más cercanos y creer que hubo fraude electoral.
«Es un hombre de 76 años, no un niño impresionable, e igual que todo el mundo en este país, debe ser responsable de sus propias acciones y decisiones. Tenía acceso a información detallada y específica que mostraba que la elección no fue un robo», dijo la legisladora Liz Cheney, una de los dos republicanos que forman parte del comité y que está enfrentada al exmandatario.
Por eso se criticó que siguiera adelante con sus denuncias y se dejó claro que sus diferentes mensajes se interpretaron como un llamamiento a la protesta, e incluso, a las armas, pues los extremistas hablaron abiertamente en internet de acudir armados a la capital.
Uno de ellos fue Stephen Ayres, que entró en el Capitolio. «Me aferraba a cada palabra de Trump», afirmó en su intervención de este martes. Donde aseguró estar convencido de que la elección había sido un fraude, y de que el entonces presidente republicano iba a estar con la gente en la protesta de enero.
Reuniones para que Trump siga en el poder
Los mensajes que circulaban en las redes sociales, la mayoría de naturaleza violenta, hablaban incluso de celebrar una «boda roja». Algo que, según recordó Raskin este martes, sirve para hablar en clave de una masacre.
Las reuniones en la Casa Blanca para intentar que Trump siguiera en el poder habían sido variadas: el 21 de diciembre, según el comité, hubo otra en la que participaron once republicanos. Y en la que se presionó al vicepresidente, Mike Pence, para que ayudara a darle la vuelta a los resultados.
El comité promete nuevas revelaciones en próximas audiencias. Según reveló Cheney, Trump intentó llamar a un testigo que todavía no ha declarado, aunque este último rechazó responder y en su lugar advirtió a su abogado sobre esa tentativa.
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