Apóyanos

Hablemos de desfiles

    • X
    • Facebook
    • Whatsapp
    • Telegram
    • Linkedin
    • Email
  • X
  • Facebook
  • Whatsapp
  • Telegram
  • Linkedin
  • Email

Mientras las observaciones se hagan con elementos ajenos al sujeto de valoración –de cualquier tema– las conclusiones siempre saldrán erradas. Desviadas. Dispersas y esparcidas en el desierto de la nada. En el vacío. En el caso de la actual institución armada venezolana, mientras los referentes que se desplieguen en una mesa de análisis para hacer las apreciaciones sean los que existían antes de 1998, cualquier conclusión será errada. No se puede comparar las fuerzas armadas nacionales (FF. AA. NN.) con la actual fuerza armada nacional (FAN). Es como comparar en los términos de la presentación, los sabores y el placer gastronómico de una torta de limón con un sacapuntas. En ese error se incurre cuando las opiniones que se emiten –con muy buena intención– para calificar el pasado desfile cívico militar ejecutado con motivo del 5 de Julio, aniversario de la Declaración de la Independencia en Venezuela y día –también– de la fuerza armada nacional.

¿Cómo hacíamos los desfiles militares antes de la llegada de la revolución bolivariana?

Para conmemorar una fecha importante generalmente de naturaleza histórica, relacionada con la independencia o para honrar y reconocer a una autoridad. Los desfiles militares honraban la memoria del nacimiento y la consolidación de la nación, y la representación formal y oficial de una magistratura.  El presidente de la república, un gobernador, el presidente del Tribunal Supremo de Justicia. Y se seguía estrictamente un patrón que estaba registrado en el manual de ceremonial y protocolo militar.  En ese orden, anualmente, los desfiles militares más importantes eran tres, entre otros: el correspondiente al 5 de Julio que era una fiesta cívica y militar en el paseo Los Próceres de Caracas y las demás guarniciones del país para conmemorar la declaración de la independencia y adicionalmente se había instituido como el Día de las Fuerzas Armadas Nacionales. Luego estaba el desfile de cada 24 de Junio en el inmortal campo de Carabobo para honrar la batalla que selló la independencia de Venezuela en 1821 y el Día del Ejército Venezolano; y el de cada 24 de Julio para conmemorar la batalla naval en el lago de Maracaibo y también el nacimiento del Libertador Simón Bolívar, y con el que se honraba también a la Armada Nacional.

 

Después, al inicio de cada ejercicio constitucional de la presidencia de la república, se ejecutaba un desfile con el que la institución armada hacía un reconocimiento al nuevo primer magistrado nacional y públicamente se sometía a la subordinación como comandante en jefe de las fuerzas armadas nacionales. Después de la juramentación formal del presidente ante la Constitución Nacional en el Congreso Nacional y en la presencia de las altas autoridades de la república, el comandante en jefe hacía su entrada a Los Próceres en una limosina descapotada, acompañado de la primera dama y con el ojo avizor de su jefe de la casa militar. Escoltado por un escuadrón de caballería que hacía de vanguardia de solemnidad y de ceremonial histórico. ¿Se ubican en el recuerdo? Era un desfile militar. Eso fue así hasta que un desdentado institucional y resentido social electo por el pueblo se plantó groseramente ante la historia y dijo: “Juro delante de Dios, juro delante de la patria, juro delante de mi pueblo, que sobre esta moribunda constitución haré cumplir e impulsaré las transformaciones democráticas necesarias para que la república nueva tenga una carta magna adecuada a los nuevos tiempos. Lo juro”. Mientras el doctor Rafael Caldera y el teniente coronel Hugo Chávez se intercambiaban el Gran Cordón, el collar y la estrella de la Orden del Libertador, uno de los símbolos de la majestad presidencial, se abría paso también en la nueva república la informalidad oficial, la grosería en la retórica, el mequetrefismo uniformado, y la payaserìa y superficialidad como cuartel. Ese día –2 de febrero de 1999– cuando empezó a sonar la marcha presidencial y luego cuando se hicieron los honores al ciudadano presidente de la república en la tribuna presidencial con la agrupación de parada y desfile con las armas presentadas y el pueblo en las tribunas laterales, morían oficialmente las fuerzas armadas nacionales y los desfiles militares como se conocieron durante 40 años.

 

¿Qué se exhibía en los desfiles?

El apresto operacional, el nivel de cumplimiento de las tareas constitucionales, la disponibilidad y mantenimiento del equipo militar, el entrenamiento, la moral, el liderazgo y la capacidad de la institución militar para garantizar la territorialidad y el ejercicio de la soberanía, que se exhibía públicamente a las autoridades de la república y al pueblo ante las cámaras de televisión y como público en las gradas. Y allí estaba también el mensaje encubierto para los enemigos de la república. Los internos y los externos. Esos eran los desfiles militares que planificaban y ejecutaban las antiguas fuerzas armadas nacionales

¿Cómo son los desfiles en la revolución bolivariana?

El apresto que se exhibe ahora en los desfiles revolucionarios es distinto. Y es parte importante de lo que diferencia esta FAN de aquellas FF. AA. NN. El concepto militar más importante que se maneja entre los militares venezolanos antiimperialistas, socialistas, zamoranos, robinsonianos y chavistas rojos rojitos del socialismo del siglo XXI es la fusión cívico-militar. La unión del soldado con el ciudadano, ya no para cumplir tareas de soberanía y territorialidad, y sí para servir de soporte en el poder al régimen que usurpa funciones y atribuciones constitucionales desde el Palacio de Miraflores. Solo la estrecha vinculación del civil con el militar, lo zamorano, de acuerdo con el plan de la patria vigente, avala la defensa integral de la nación revolucionaria y su permanencia en el tiempo. Estos desfiles que exteriorizan poca disciplina, menos marcialidad, ninguna subordinación, una menguada obediencia a la Constitución Nacional, y un aparente bajo apresto operacional son armaduras militares con un alto contenido político. Y les ha rendido lo suficiente para darle bastante circo al pueblo que participa en ellos, ya no desde las gradas y las tribunas laterales del paseo Los Próceres. Ahora, marchando sin compás con las unidades militares y los equipos de combate. Se trata de mantener movilizados a los revolucionarios y a quienes aún, después de 24 años, creen en el socialismo del siglo XXI. Es un plan político que han venido cumpliendo al pie de la letra y les ha dado dividendos suficientes. Y la mejor prueba es que se han sostenido en el poder durante 24 años, sin ningún contrapeso opositor que los ponga en riesgo. Y ese muñeco inflable –Superbigote– del desfile del pasado 5 de Julio es parte de esa movilización política del poder popular de la revolución bolivariana.

De manera que concluir que los desfiles cívico-militares que ha venido ejecutando la revolución bolivariana en las fechas emblemáticas de la nación es una afrenta, una mamarrachada y una ridiculez institucional es un error. Lo pueden ser con los referentes institucionales hasta 1998. En este momento no. Han sido exitosos para ellos y lo que han construido en la revolución. Eso forma parte de un refinado y pulido plan –con el mamotreto inflable incluido en el combo– que al momento ha sido eficiente en los resultados de tiempo en el poder para la revolución.

Hay una gran diferencia entre los desfiles de antes y los de ahora. Como la hay entre una torta de limón y un sacapuntas. Como entre las viejas FF. AA. NN. y la actual FAN.

 

 

El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!

Apoya a El Nacional