Si hay una primera conclusión que podemos sacar de la diáspora venezolana es que ha contribuido, como pocos esfuerzos, para demostrar la verdadera vocación integracionista de la región latinoamericana. Esto lo afirmo tomando en cuenta las miles de horas en discursos, viajes, pronunciamientos, espadas de Bolívar recorriendo América Latina, que nunca ha podido integrarnos en su debida dimensión.
Nuestros esquemas de integración cada vez son más frágiles y cada día se parecen menos a la retórica de los líderes de turno. Lo que sí es una muestra contundente de solidaridad e integración es lo que hemos visto con la acogida solidaria a la emigración venezolana, a través de la joya de la corona de la verdadera integración como lo es el libre movimiento de personas.
La reacción desde Argentina hasta México con los venezolanos que han huido de la trágica situación que vive el país es un ejemplo para el mundo. Que países en desarrollo, como son los de la región, asuman a pesar de sus propias dificultades apoyar estos vastos contingentes de venezolanos es una auténtica muestra de solidaridad. Colombia, Perú, Chile, Panamá, han aceptado una carga con verdadera vocación solidaria y latinoamericanista.
Reacciones adversas por parte de algunos ciudadanos o grupos organizados, atemorizados por lo desconocido, la competencia, es comprensible. Reacciones naturales más que xenofóbicas. Lo cierto es que, en el tiempo, Venezuela y la comunidad internacional tendrán que reconocer la solidaridad de estos países, su ejemplo y su contribución ante la tragedia de muchos compatriotas, que al final no son otros que nuestros hijos, familiares, los hijos de nuestros amigos y de esta patria.
No debemos olvidar que nuestra emigración representa 10% de la población del país, ante la realidad de 258 millones de emigrantes que hoy existen en el planeta, que representan 3% de la población mundial y que contribuyen a 10% del PIB mundial. La emigración venezolana al igual que la del resto del mundo es un fenómeno positivo. Los emigrantes son un motor para el crecimiento de cualquier país.
De allí la importancia del Pacto Global sobre Migración Segura, Regular y Ordenada, cuyos objetivos son: reorientar políticas de los países y organismos internacionales con relación a las migraciones, reforzar la cooperación contra traficantes de personas, para lograr una migración ordenada y rebajar los riesgos de millones de personas que transitan sin documentos.
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