Cuando se decía que alguien estaba «durmiendo con los peces», nadie esperaba verlo nuevamente. Pero ni la mafia escapa al impacto del cambio climático.
Consecuencia del calentamiento global, el mayor embalse de Estados Unidos se seca poco a poco, comenzando a escupir los más oscuros secretos de Las Vegas, la llamada capital del pecado.
A pocos kilómetros de los majestuosos y vibrantes casinos de la Franja de Las Vegas, las aguas del Lago Mead retroceden dejando en evidencia los residuos de agitados fines de semana con botes y visitantes.
Pero en la orilla de este embalse otros restos han comenzado a emerger.
El esqueleto de un hombre que recibió un tiro en la cabeza y que fue lanzado al embalse dentro de un barril hace cuatro décadas apareció hace algunas semanas en el lugar, llamando la atención de un específico grupo de personas.
«La mafia acostumbraba a poner a gente en barriles, para lanzarlos al embalse o en el campo», dice Geoff Schumacher, vicepresidente de exhibiciones y programas en el Museo de la Mafia, en Las Vegas.
«En segundo lugar, esta persona recibió un tiro en la cabeza, algo típico de la mafia. Y luego, sabemos que esto ocurrió en los años 1970 o comienzos de 1980, cuando la mafia era prominente en Las Vegas».
Oasis
Un improbable oasis de hoteles, casinos y vicio floreció en el desierto de Nevada en el siglo XX.
Las Vegas fue fundada en 1905, pero su población sólo creció cuando comenzaron las obras de la cercana represa Hoover.
La llegada de obreros para la construcción creó un mercado para el entretenimiento que fue llenado por trabajadores sexuales, artistas y apuestas.
Y en donde hay piel, casinos y alcohol, el crimen organizado no demora en llegar.
«La mafia jugó un gran rol en el desarrollo de Las Vegas entre los años 1940 y 1980», explica Schumacher.
«Había mucha actividad tras bastidores con la mafia controlando la administración de los casinos, pero también construyéndolos y expandiéndolos, usando en muchos casos dinero de los sindicatos».
Después de la Segunda Guerra Mundial, la ciudad capitalizó el boom que alimentó el sueño americano y se volvió la capital mundial del juego.
Y los mafiosos en ciudades distantes como Chicago, Cleveland o Nueva York querían su porcentaje de cada 100 dólares que un turista lanzaba en la ruleta mientras bebía alcohol gratis.
El desvío de dinero, que sin duda le costó millones de dólares a la ciudad en impuestos perdidos, era una espada con doble filo.
«También crearon esta especie de imagen mística sobre Las Vegas. La gente quería venir pensando ‘quizás cuando me siente en un bar, habrá un mafioso a mi lado'», dijo Schumacher.
«A sangre fría»
Pero no todo era glamour. «En realidad todos estos tipos eran asesinos a sangre fría, eran ladrones. Si te cruzabas de alguna manera con la mafia, definitivamente habría consecuencias».
La policía de Las Vegas aún investiga el cuerpo encontrado en un barril en el Lago Mead, según informó a la AFP, por lo que ningún detalle fue revelado.
Pero Schumacher ha elucubrado algunas hipótesis. Una opción, él cree, es que fuese Jay Vandermark, quien trabajaba en el hotel StarDust, que era controlado por Frank «Lefty» Rosenthal en representación de la mafia de Chicago.
Rosenthal, quien fue llevado a la gran pantalla por Robert DeNiro en la película Casino, estaba desviando dinero a sus jefes, hasta que el esquema llamó la atención de las autoridades locales. Vandermark desapareció poco después.
Otro candidato, especula Schumacher, es Harry Pappas, otro hombre vinculado a la mafia de Chicago y quien estaba a cargo de un bote que el hotel Stardust mantenía en el embalse formado luego de la construcción de la represa Hoover.
«Una de las ventajas adicionales para los grandes apostadores que visitaban Las Vegas, era que te llevaran a pasear al embalse en un bote.
«Antes de desaparecer, [Pappas] le dijo a su esposa que iba a almorzar con alguien interesado en comprar su bote. Nunca volvimos a ver a Harry Pappas».
Lago Mead ha perdido más de la mitad de su volumen y no muestra señales de recuperación, al tiempo que la acción humana continua alterando los patrones climáticos.
Schumacher cree posible que nuevos secretos aparezcan en su cada vez más distante orilla.
«No sé si encontraremos otro cuerpo en un barril, pero creo que bien podría haber otra víctima de homicidio allí».
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