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El calvario de los condenados

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Cortesía El Carabobeño

I

Confieso que cuando el doctor me dijo que parecía que la enfermedad había progresado, en lo que pensé fue en dinero. Hace unas semanas me sentí un bulto en la axila derecha. Fue por casualidad, sentía molestia y pensé que era por la cicatriz del tubo que me pusieron hace tres años para drenarme el líquido acumulado en la pleura como producto del cáncer de pulmón.

Fue cuando me encontré con el ganglio inflamado, que me duele un poco. El doctor me auscultó y en seguida me lo dijo. La quimioterapia que me está poniendo, que cambió de la inicial que me generó alergia, no está haciendo nada. Y la tengo gracias a que me la donaron, porque en la farmacia de alto costo la están dando vencida. ¿Ven por qué pensé en dinero?

¿Y ustedes saben qué da rabia? Tener ganas de vivir, tener la certeza por la fe de que puedo superarlo, pero pensar en que el gobierno chavista trata de condenarme a lo contrario porque no son capaces, no han querido, cumplir con su deber de garantizar la salud. “Esto es lo que tenemos”, responden en la farmacia del Seguro Social cuando uno les reclama que no le pudieron poner la quimioterapia porque el líquido de la ampolla está turbio, vencido.

II

¿Cómo hago para ampliar mis opciones? Al fin y al cabo, no es para jugar carritos que necesito ayuda, es para sobrevivir al cáncer de pulmón. He contado con la generosidad de tantos. Hay personas especialmente dedicadas a ayudarme y eso lo agradezco de corazón. Voy a necesitar otros medicamentos. Es más, el que está indicado para detener el crecimiento de mi tumor no se consigue en Venezuela y es extremadamente costoso. Pero voy a intentar con lo que consiga. Tengo fe.

El asunto es que no soy la única. El asunto es que como yo a miles de venezolanos que están condenados a morir no porque su cuerpo no haya respondido, no porque se hayan cansado de luchar (que a todos nos pasa), no porque no haya más remedio, es porque no tuvieron a la mano lo necesario para combatir el cáncer. ¿Es eso justo? Es una pregunta retórica porque todo el mundo sabe la respuesta.

III

La Sociedad Anticancerosa de Venezuela lo ha advertido varias veces. En 2017 hubo 26.510 muertes por cáncer en el país. En 2019 se registraron 28.300 y para 2021 la cifra se incrementó a 30.100. La incidencia aumentó 7% en tan solo 2 años y se estima que hay 74.352 nuevos pacientes diagnosticados anualmente.

Los números hablan, como siempre, para el que los quiera oír, por supuesto. Y no son los del gobierno chavista, por lo que siento la necesidad de gritarlo yo en esta tribuna que gracias a El Nacional tengo. No pueden echarle la culpa a la pandemia por la reducción considerable de la oferta de atención al paciente oncológico. Esta situación viene ocurriendo desde hace muchos años. Qué ironía, porque Hugo Chávez murió por un cáncer terrible, y quizás si lo hubieran atendido aquí en Venezuela nos hubiéramos ahorrado a su sucesor, el despiadado.

La SAV informa que ya no hay atención para pacientes oncológicos en las diversas regiones del país. Todo se concentra en Caracas, pero los hospitales entonces están colapsados, rebosados de pacientes. La farmacia de alto costo del Seguro Social que pagamos todos los trabajadores solo tiene medicinas vencidas (confieso que me he preguntado si no será por eso que mi enfermedad avanza). Los aparatos de radioterapia están inservibles.

Todo esto complica el diagnóstico temprano que es tan vital, pero también el tratamiento. Sencillamente es una condena. Pero yo no estoy dispuesta a asumirla sino a denunciarla. Todo es culpa de este gobierno que por todos lados pone en marcha su aterradora máquina de dolor en contra de los venezolanos.

Hay muchos pacientes que han tenido que irse a otros países a buscar tratamiento. Estar enfermo y lejos de sus seres queridos es un dolor adicional, pero por lo menos vuelven a tener esperanzas.

Mientras tenga fuerzas, seguiré denunciando. Y cuando no las tenga, seguramente también lo haré.

 

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