El planeta está siendo sacudido por más de 50.000 millones de toneladas de gases que causan el efecto invernadero, por eso los cambios climáticos, los deslaves, las sequías, las olas de calor y los huracanes que arrasan vidas humanas, animales, vegetaciones, viviendas y cultivos. En un Plan País, el tema de las energías alternas, como la fotovoltaica y la eólica, debe ser contemplado, a sabiendas de que somos poseedores de riquezas fósiles como el gas, el petróleo y el carbón. Hay que pensar en el porvenir desde ya, lo hicimos con visión futurista cuando se emprendieron los proyectos del Gurí, Caruachi, Macagua, así como en los complejos hidroeléctricos de Uribante, Masparro y Santo Domingo, para generar energía limpia. He podido leer un magnífico libro escrito por Bill Gates, en el que se analizan las causas, consecuencias y posibles soluciones para frenar el calentamiento y así ahorrarnos los mas inimaginables desastres que seguirán trayendo consigo el cambio climático.
La meta propuesta desde la cumbre de París que reunió a 190 líderes de igual número de países del mundo, es llegar a cero emisiones de gases que van desde dióxido de carbono, el óxido nitroso, el metano y hasta los gases que tienen relación con el vapor del agua. Venezuela debe estar comprometida con esa agenda, a sabiendas, como ya lo he dicho, que somos una nación poseedora de significativas reservas de recursos fósiles. Es más, ya en el territorio nacional se han ensayado diferentes aplicaciones o herramientas disponibles gracias a los avances tecnológicos, como la energía fotovoltaica, partiendo del anuncio que tiene una data de más de siete años según el cual “se instala la primera planta de energía fotovoltaica del país, que contiene más de 4.400 paneles solares policristalinos serie YGE, se espera generar más de 1.400 megavatios/hora (MWh) por año, energía suficiente como para abastecer 400 casas típicas venezolanas. El sistema está operativo desde mayo de 2015”. Los emprendedores que asumieron ese proyecto en Los Roques se regocijaban de poder anunciar que “llegaría pronto la energía verde a ese archipiélago venezolano”. Me gustaría saber en qué paro ese atractivo ensayo, aunque desde su presentación dejaba ver una mezcla con combustibles fósiles ya que en 50% dependería del uso del combustible diésel.
Otro proyecto que se ha quedado como una reliquia de las improvisaciones y corruptelas fue el que supuestamente generaría energía eólica, el parque eólico Paraguaná, contemplado como “un complejo de estructuras proyectados para 76 molinos de viento de aerogeneradores de electricidad ubicada en las cercanías de Santa Cruz de Los Taques, en la península de Paraguaná del estado Falcón, que cuenta con una extensión de 575 hectáreas”. Según el estudio de Bill Gates la potencia que se obtiene de fuentes como esa por extensión de tierra equivale a 1-2 vatios por metro cuadrado. Pues ese proyecto, al igual que se pretendió poner a funcionar en el estado Zulia, en medio de grandes expectativas, ya que ese parque traería “una generación de 2.000 MW en tierra firme y 10.000 MW en costa fuera, el Parque Eólico de la Guajira se convertiría en la principal fuente de electricidad del municipio Guajira, Mara y Padilla del estado Zulia, pero la realidad es que hoy en día no enciende ni un bombillo”. La verdad es que al día de hoy esos reales se perdieron ya que de ese parque lo que se sabe si es que fue saqueado y está abandonado como ruinas.
En conclusión “los registros actuales del cambio climático, como las tendencias de las temperaturas regionales y globales, los cambios en las precipitaciones, el aumento del nivel del mar y la disminución de las capas de hielo reflejan el alcance de unos cambios en el clima que ya se pueden observar”, tal como lo puntualizan Benjamín Lieberman y Elizabeth Gordon en su obra El Cambio Climático.
Estas reflexiones nada tienen que ver con esas posturas atadas al ecocentrismo que se afinca en juzgar el orden político según impacte sobre el medio ambiente. Lo que propongo es que sepamos aprovechar esas riquezas fósiles representadas por el petróleo, el gas y el carbón, a la par que avanzamos seriamente en la idea factible de consolidar enclaves generadores de energía limpia. Así como están más que probadas esas riquezas de minerales no renovables, también es seguro que las condiciones climatológicas de Venezuela ofrecen ventajas competitivas a la hora de invertir en la instalación de parques eólicos o fotovoltaicos en un territorio bañado de sol de enero a diciembre y con vientos con fuerza suficientes como los de la isla de Margarita, la Guajira o de Paraguaná. Eso sí, tienen que ser inversiones serias, bien planificadas y libres de la plaga de la corrupción.
@AlcaldeLedezma
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