“Concept of hegemony that is based on a coherent conjunction or fit between a configuration of material power, the prevalent collective image of world order (including certain norms) and a set of institutions which administer the order with a certain semblance of universality». (Robert W Cox, Social Forces, States and World Orders: Beyond International Relations Theory. 1981 10:2 Millennium – Journal of International Studies 126).
Podría verse la dominación servida en la misma mesa que la alienación. La una suele significar la otra. No se trata sin embargo de una suerte de ecuación que matemáticas al fin, siempre dará el mismo resultado. Las distintas variables involucradas en las ciencias sociales, los giros económicos, las coyunturas sobrevenidas y la compulsiva mutación del ser homo, en cada tiempo histórico, alterará los términos de esa dinámica, pero si seguimos a Gramsci, como guía laser de nuestra reflexión, advertiremos que es la hegemonía, constante y resultante, en cada estación histórica, y la alienación, el envés de la hoja.
La cita que cual acápite insertamos al comienzo corresponde a un reconocido estudioso de Gramsci y sus celebérrimos e inmarcesibles cuadernos de prisión. Hay un elenco concomitante de elementos y circunstancias que fraguan la hegemonía y, entre ellos, la sujeción ora por convencimiento, ya por enajenación, pura y simple. Hegemonía y es bueno repetirlo, es prevalecer, dominar, ocupar y consustanciarlo todo, con el uno, irradiándolo, cual haría un prisma de luz.
Por otro lado, cabe referirse al bloque histórico como concepto que se articula con el de hegemonía, sustentando un orden dentro de una cosmovisión. Insurge como la unión de la concientización social y la acción, en medio de las relaciones sociales, las circunstancias económicas y las decisiones políticas. Gramsci nos diría que es el momento en que las fuerzas sociales comparten una perspectiva crítica y científica sobre la sociedad y postulan una voluntad de poder, un ejercicio, una actuación legítima, tal vez constituyente.
Alguna doctrina que se refiere a la llamada Cuestión meridional, texto escrito antes del encarcelamiento de Gramsci, extrae y completa, interpreta luego, la noción de bloque histórico, tal el punto de las alianzas y coincidencias decisivas para la toma del poder. La locución “bloc historique” no sería original de Gramsci, sino que la tomó de Georges Sorel, mencionada en el texto clásico del francés, Reflexiones sobre la violencia. (Alianza Editorial)
No pretendo profundizar en una temática compleja como esta, solo hago referencia para iniciar una meditación sobre nuestra actual situación y la fragua peligrosa de una preponderancia que trasciende el proyecto y apunta a la construcción de una hegemonía, esta vez, a partir de un proceso de imposiciones y de imposturas históricas. La secuencia de hechos, circunstancias, roles, valores, suposiciones y engañifas están acechantes en todo proceso social.
Entre confusiones, tergiversaciones, adulteraciones, manipulaciones y con una dosis de inverecundia impúdica, se viene cociendo un régimen en el que la desvalorización, el quebrantamiento, la frivolización, la anulación y el vaciamiento de la personalidad ciudadana; la captura y la maniobra sobre la verdad y la crítica arrojan, y no es paradójico, un plano de hegemonización en progreso y augura una secuencia cínica y amoral que se posesiona del espectro social con la asistencia de la clase militar. La experiencia cubana y por solo referirnos a ella y los trabajos sobre daño antropológico, abren camino a la penetración fenomenológica del asunto.
Cabe una pregunta inicial, no obstante, ¿piensa la sociedad? ¿Se expresa la misma? Si piensa o si se expresa, ¿cómo saberlo? ¿Qué vehículo transporta ese contenido de la reflexión social? La sociedad es un conjunto humano cuya actuación suele inducirla posicionamientos que nos anteceden y nos moldean incluso. A lo sumo, discuten en el espacio público aquellos que hacen política, pero sólo muy pocos recogen, asimilan y elaboran una opinión consistente y susceptible de interpretar a su estructura y a su dinámica. Se les ha fraguado en su escenario de nacimiento y desarrollo “ex ante” y, se les confirma axiológicamente, “ex post”.
Al tiempo que Gramsci destilaba con su genio una contribución innegable a la ciencia social y haciéndolo, por cierto, se constituía en un creativo revisionista, destacaba, además, conceptualizaciones y hallazgos de gran valor, siempre útiles en la búsqueda de explicaciones y, también es menester admitir, de la verdad que a veces se nos parece y luego no lo es.
¿Por qué se han producido los cataclismos históricos y se espera que otros acontezcan? Las revoluciones aun guardan tantos secretos u al menos, opacidades y revelaciones que, se aprecia aquella frase de Chou en Lai sobre los 200 años de la Revolución Francesa, al ser interrogado sobre la significación del evento, respondió y lo parafraseo, que no había pasado suficiente tiempo para hacer un balance…
En la complejidad del tema que hemos escogido para discurrir y entre cavilaciones arribar a elucidaciones se entremezclan institutos conocidos y trabajados, pero aún, objeto de investigación. Traigo de la mano y veremos más adelante como articula con la nota que afirma que se cumple lenta, pero de manera sostenida, una empresa hegemónica sobre nuestro consorcio social y cuáles son los distintos actores involucrados y la metodología en curso y labor para ello.
Alguien podría decirme que estas letras y pensamientos no sirven a la liberación de Venezuela, que sigue en manos de una satrapía, y responderé que comparto el diagnóstico pero siento que es indispensable, no solo indicar las causas del deslizamiento histórico que nos ha estrellado violentamente contra el acantilado de una dictadura y sus deletéreas consecuencias, pero es apropiado asumir que debemos auscultar al cuerpo político y la sociedad, sus estructuras y sus superestructuras para sincronizarnos y sintonizarlas, en su corazón y su consciencia.
Ciertamente somos hoy un país desfigurado, desarraigado, en disolución, somalizado y antropológicamente dañado; pero, me luce sano intentar ayudar a establecer cómo se ha cumplido ese trance pernicioso y cómo se cumple actualmente el susodicho; porque resulta evidente que la sociedad no está reaccionando sino mimetizándose y esto es tal vez lo peor que nos puede pasar.
Gramsci, al tiempo que realizaba una auténtica anatomía social, deteniéndose en distintos aspectos, todo con el propósito de mostrar las condiciones de los entornos y derivaciones susceptibles de asir y en una suerte de deconstrucción a lo Derrida, inferir un instrumental para llevar a cabo una revolución proletaria, señaló, como venimos apuntando, conceptos y aparatos insertos desde la relación entre sociedad y economía pero no solamente, que sustentaban la hegemonía y la circunstancialidad para operar un asalto al poder.
Nos servirá este andar, pienso yo, para vislumbrar y sobre todo para encarar y romper con la insolencia que se ejecuta sobre la sociedad de nuestra patria, para concertar su control y su totalización. Como recordaba en reunión del Consejo de la Escuela de Estudios Políticos el profesor Edgar Pérez Pereira al poeta francés Rene Char y, lo hago de memoria, sentir el mal y su invisibilidad contingente.
No soy marxista. Tampoco un liberal a rajatablas; me reclamo socialcristiano y si acudo a Gramsci es porque lo encuentro útil en la metódica a emplear para lo que deseo conocer y asimilar.
Continuaremos entonces la semana próxima, si Dios nos lo permite, con este conjeturar, y así colaborar con esa búsqueda de una base racional que nos permita saber y desde allí proyectar. Gracias por su tolerancia.
@nchittylaroche
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