«En este año no he dejado de sorprenderme de lo que hace la gente en nombre de la religión. Lo siento, tengo las manos atadas. Los abogados han hecho lo que hacen los abogados. Jane Does, el mundo las ha escuchado. Los familiares que las abandonaron, deberían avergonzarse. (Naasón Joaquín García) eres un depredador sexual».
Con esa contundencia habló el juez Ronald S. Coen este miércoles antes de bajar la voz para a leer la sentencia para el líder de la iglesia La Luz del Mundo casi a la carrera y sin vocalizar: 16 años y 8 meses, tal como los abogados del acusado habían acordado el viernes con la Fiscalía General de California a cambio de que se declarase culpable de tres de los 19 cargos que enfrentaba.
Las Jane Does —apodo judicial de las mujeres que se alzaron para denunciar al autoproclamado «apóstol de Jesucristo» y sobre cuyo testimonio se había construido la causa criminal que finalmente no fue a juicio—, se abrazaron aún sentadas y empezaron a llorar.
Un guardia se llevó a Joaquín García por la puerta lateral de la sala de la sede del Tribunal Superior de California en Los Ángeles, con su mono naranja, su mascarilla y su pelo cortado casi al ras.
El resto de la sala se quedó en un silencio incómodo.
No era el final que muchos en la sala esperaban del proceso legal que empezó el 3 de junio de 2019 con la detención de Joaquín García y una de sus asistentes, Susana Medina Oaxaca, en el aeropuerto de Los Ángeles.
Todos los que tomaron la palabra durante la audiencia de este miércoles habían pedido al juez que impusiera la pena máxima que la ley permite. Esperaban una condena a cadena perpetua o varias cadenas perpetuas consecutivas.
«Juez, le ruego que escuche mi voz, la de mis compañeras sobrevivientes. Este hombre y esta iglesia son mucho más peligrosos de lo que se pueda imaginar. Han destruido cientos de vidas y lo continuarán haciendo. Le suplico con todo mi corazón, por favor, por favor, por favor, extienda su condena al máximo. Hágalo para dar ejemplo, para salvar a otras víctimas».
Esa fue la súplica de Jane Doe 5, la última en hacer la petición que se había repetido distintas voces pero similares argumentos. Con ello cerró su intervención, en el que habló en detalle de «siete años de abuso».
«Mi violador, mi tormento»
«El abuso empezó lento», contó la joven de pelo largo y vestido rosado. «Tenía 21 años pero era ingenua ante el mundo, virgen. Tenía un novio al que solo había besado, porque todo lo demás estaba prohibido. Y me dijeron que había sido elegida por Naasón para una bendición adicional». Fue la primera vez que le hicieron vestir lencería para el líder de la congregación.
La cosa escaló rápido, contó la joven, y pronto llegó el día en el que los «embaucadores» de la iglesia — tal como ella les llama— le pidieron que le diera un regalo a Joaquín García. Era usual que los fieles agasajaran a su líder, pero esta vez tenía que ser «lo más preciado que tuviera»: su virginidad.
«Me acuerdo que me pregunté por qué estaba teniendo esa reacción física tan negativa si lo que me estaba pasando era tan maravilloso. Pero yo nunca consentí tener sexo contigo, ni en un millón de años lo hubiera aceptado de no ser por el lavado de cerebro al que nos someten», dijo dirigiéndose a su «violador, tormento», a pesar de que el juez les había advertido que no lo hicieran, que le hablaran en todo momento a él.
Los fiscales escuchaban cabizbajos. El abogado defensor Alan Jackson la miraba de frente intermitentemente, el juez lo hacía de reojo al acusado.
Siguió describiendo la escena en la que perdió la virginidad a manos del que creía era Dios en la Tierra. Fue violenta, dijo. «Había sangre por todas partes. Tú y tus embaucadores sabían que era para mí una experiencia horrenda. Hiciste que dos me agarran para que no me escapara. ¿Crees que eso es consentimiento?»
Explicó que durante años Joaquín García la usó como esclava sexual y cuando no lo era, hacía de sirvienta personal. «Me dijeron que limpiarle el baño era una bendición».
Un día la mandaron a México, a casarse «con un completo desconocido». «Me sentí vendida como si fuera ganado».
Y en ese país las cosas se le torcieron aún más. «Me raptaron, me tenían 24/7 con su guardia privada. Estaba aterrada. Pensé que me iban a matar», aseguró.
Acudió, dijo, a la Embajada de Estados Unidos a buscar ayuda. «Tu poder es tan grande en Jalisco —el estado mexicano en el que nació La Luz del Mundo y donde tiene su sede principal, la llamada Hermosa Provincia, en Guadalajara — que hasta al FBI le costó sacarme de allí. Porque soy ciudadana estadounidense, porque si no, no sé qué hubiera pasado».
«Cuando me rescataron, pensé que ya estaba salvo, que mi sufrimiento había terminado. Pero solo acababa de empezar». Con voz firme narró cómo comenzó a recibir amenazas de muerte por parte de miembros de La Luz del Mundo, que todo el mundo se distanció de ella. «Empezaron a decir que éramos unas putas y que era lo que habíamos querido. Sus abogados usaron nuestros traumas contra nosotras».
Esos traumas la llevaron a consultar a terapeutas. «Pero me dijeron que no estaban preparados para lidiar con casos tan complejos». Terminó en una institución de salud mental.
«Es mi hija la que me hace seguir. Me quitaste todo. Es el anticristo».
«Es mi tío»
No fue la única vez durante la audiencia en la que usaron esa palabra para describirlo. También lo llamaron «pedófilo», «violador», «criminal» y «depredador».
E incluso «tío». Fue Jane Doe 4, la primera de las cinco en tomar la palabra. Vestía también de rosa y no dejaba de acariciar su barriga embarazada.
«Naasón, mi violador, mi atormentador, es mi tío», dijo exactamente.
Durante las relaciones sexuales «me decías que te llamara tío, que era sexy. Ahora, aquí, ¿aún te suena así? Me conoces desde que nací, me viste crecer. Se suponía que tenías que protegerme. Pero elegiste aprovecharte de mí. Fue tu elección, no la mía. Yo solo me rendí», prosiguió.
«Naasón y esta iglesia han arruinado mi vida, cada aspecto de ella», en una frase también repetida por otras «sobrevivientes» del líder de La Luz del Mundo, como se hacen llamar.
«Dediqué mi vida a servirle. Yo era vulnerable e ingenua y él se aprovechó. Decía que era de su propiedad. Me usó una y otra vez. Fui violada y abusada, día tras día, año tras año».
«Tiene solo 14 años»
«¿Te acuerdas de aquella vez…?», siguió Jane Doe 4, describiendo situaciones como en la que, según ella, la inmobilizaron en el suelo para que no se resistiera a tener sexo, aquella en la que la forzó «hasta vomitar», o cuando ella gritaba y lloraba por los abusos y otros miembros de La Luz del Mundo reían.
«¿Recuerdas aquella vez que me dijiste que trajera a mi hermana? ‘Tiene solo 14 años’, te contesté. ‘Tenías que habérmela traído antes’, me dijiste».
«En caso de que se te haya olvidado, estoy aquí para recordártelo».
Dijo que estaba aprovechando la oportunidad para contar su verdad —algo que el acuerdo de culpabilidad no le permitió, ya que no hubo juicio— y para hacer entender al público que «decir que no al apóstol era imposible».
«Era equivalente a decir ‘no tengo fe’, lo que significa morir en el infierno».
«Nos adoctrinaron para creerlo», aseguró también en su intervención Jane Doe 2, con un vestido azul claro y un pendiente en la nariz.
«Naasón, te estoy hablando a ti: me destruiste. Destrozaste mi vida, cambiaste mi percepción de la realidad. Eres un cobarde. Queremos que el mundo sepa el horrible monstruo que es».
«Muchos pastores son pedófilos»
«Esto ha estado pasando durante más de 100 años y tiene que acabar. Muchos pastores son pedófilos. Es repugnante y triste. Pensé que la iglesia era un lugar seguro para mí, pero fue mi peor pesadilla», siguió Jane Doe 2.
En esa línea, también señaló a Alba Monsalvo López: «La esposa de mi pastor, que trató de convencerme de que todo estaba bien y que aún protege a Naasón».
Jane Doe 3, la más desecha de todas, nerviosa y llorosa, tuvo unas palabras similares para Alondra Ocampo, quien era coacusada en el caso, se declaró culpable de cuatro cargos en octubre de 2020 y está a la espera de sentencia.
Durante la audiencia salió a relucir el papel de otros miembros de La Luz del Mundo, como el de Abner Nicolás Menchaca Tristán, quien estaba presente en la sala, en la última fila y cubierto con mascarilla.
Pastor y miembro del llamado Consejo de Obispos, fue el encargado de dar el mensaje a la feligresía tras el acuerdo alcanzado el viernes con la Fiscalía. Jane Doe 4 hizo que la sala lo escuchara.
Jane Doe 1 no habló durante la audiencia, pero sí se leyó una declaración escrita por ella. «Naasón, eres una desgracia para la humanidad», fue una de sus frases.
«Mami, no puedo estar aquí»
Tras describir el abuso sufrido por parte de Naasón, contar cómo este le robó la infancia y le hizo dejar el colegio, Jane Doe 3 recordó el día en el que lo arrestaron en el aeropuerto de Los Ángeles.
«Mi mamá me despertó para que fuera a la iglesia con ella a rezar por mi violador, por mi tormento. Estaban todos llorando, gritando, rezando por Naasón. Mi madre empezó también. Sé que sus actos eran el resultado del lavado de cerebro, pero no estaba sintiendo dolor por mí, su hija», explicó.
«Le dije: ‘Mami, no puedo estar aquí, tengo que ir a la escuela’. Nunca olvidaré ese momento. Ella ni me miró».
La madre de otra víctima habló durante la audiencia. «¿Qué le he hecho a usted para que violara a mi hija?», le dijo a Joaquín García, quien tras horas de sesión seguía sin hacer ni el más mínimo movimiento.
Hubo más familiares que tomaron la palabra. Se leyó el mensaje del hermano de Jane Doe 2 — «nuestro mundo se ha puesto patas arriba» —, el de la madre de Jane Doe 3 — «mi hija por tu culpa (Naasón) varias veces se quiso matar» —.
El marido de Jane Doe 4 dijo a los presentes en la sala: «Cuando esto termine y todos vayan a casa con sus seres queridos, yo me quedaré con mi esposa y la veré desmoronarse y recoger uno a uno sus pedacitos».
Todos y cada uno rechazaron el acuerdo alcanzado por los abogados de Joaquín García y la Fiscalía, a pesar de las explicaciones de la fiscal general adjunta de California, Patricia Fusco, quien inauguró la sesión:
«Ningún castigo borrará aquello por lo que han pasado. Han sido excepcionalmente valientes. Van a seguir marcadas por el resto de sus vidas y lo sabemos, pero esperamos que este acuerdo con la Fiscalía les ayude. Todos en el Departamento de Justicia lo esperan. Que les ayude tener una vida feliz».
Ya desde ese mismo inicio, la decisión ya estaba tomada, como dijo el juez.
Los periodistas en la sala se quedaron sacando cálculos: 16 años y 8 meses. «Lleva ya tres preso, y con buen comportamiento, ¿en cuánto saldrá?», especuló uno.
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