Es imposible que la biodiversidad de Venezuela no conmueva, dijo a El Nacional el fotógrafo Juan Pablo Diasparra. Desde hace más de 20 años recorre lugares alucinantes, que incluso podrían resultar inimaginables para muchos venezolanos. Retrata, investiga y documenta la biodiversidad del país. Su trabajo lo ha enfocado en la vida silvestre y en las comunidades indígenas.
“Estudiar la biodiversidad de nuestro país fue bastante anecdótico debido a que gran parte del conocimiento que he adquirido ha sido de forma autodidacta”, contó.
Comenzó en la fotografía a los 15 años de edad, aproximadamente, cuando viajaba con su familia y sus amigos, apasionados por la naturaleza y la fauna silvestre. Tenía una cámara analógica con la que registraba los detalles de los lugares adonde iba, desarrollando así su propio criterio, con el propósito de explorar y descubrir.
Especies en la vida libre
“Visitábamos localidades para observar diferentes especies. Nuestra finalidad era encontrarlos en vida libre, conocer un poco más sobre ellos y registrarlos fotográficamente. Los conocimientos adquiridos durante esos años forjaron un criterio más científico a la hora de explorar y hacer campo. Con apoyo e invitaciones de investigadores pude realizar visitas, salidas y expediciones como colaborador en campo; la pasión por el estudio de los reptiles y anfibios se convirtió en el canal para ser partícipe de esas aventuras llenas de experiencia”, expresó.
Luego de varios intentos de ingresar a la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela, se acercó, por cuenta propia, al conocimiento y entendimiento de la naturaleza. Investigó sobre los trabajos de profesionales en el área de la biología, ubicó lugares cercanos a Caracas donde se pudiera hacer ciencia, visitó bibliotecas, laboratorios y también interactuó con investigadores.
“En Venezuela todo es impresionante”
“Actualmente muchos de esos investigadores son mis amigos, mis mentores y personas que influyeron en mi formación; aunque autodidacta, fue guiada y reforzada por profesionales que creyeron en mí como alguien apasionado en estudiar la naturaleza”, dijo.
Ahora, con 36 años de edad, afirmó sentirse afortunado por nacer en un país megadiverso, con tantos lugares impresionantes y, más aún, por trabajar en lo que ama. “Vivo esas experiencias desde el agradecimiento, apreciando cada momento y disfrutando el camino que me ha llevado a este punto de mi carrera como fotógrafo y apasionado de la naturaleza”, agregó.
En Venezuela todo es impresionante, afirmó. “Es imposible no estar conmovido con tanta diversidad y variedad de escenarios paisajísticos. Pero lo que siempre me ha maravillado es el sur del Orinoco, su hidrografía y lo impresionante de las formaciones tepuyanas, un mundo perdido en el tiempo con organismos únicos que datan de miles de años”, dijo.
Juan Pablo Diasparra comparte en su Instagram parte del trabajo y su feed parece una galería digital. La gente, además de admirar la biodiversidad venezolana, se documenta con el caption de sus publicaciones. Dijo que disfruta que las personas se maravillen con lugares que no han tenido la oportunidad de conocer, aprendan sobre las diferentes especies que habitan en Venezuela y descubran, además, la verdadera riqueza del país.
La tecnología, un aporte exponencial
El aporte de la tecnología, resaltó Diasparra, ha sido exponencial y el aporte de los equipos fotográficos, como los drones, está potenciando el descubrimiento y la exploración de la geografía. Un tema que considera de extrema importancia porque si no se conoce la naturaleza del país nunca se podrá proteger como se debe.
En Venezuela, una de las grandes referencias del turismo y la exploración es la periodista Valentina Quintero. Recorrió al país y lo daba a conocer a través del programa documental Bitácora, que produjo Cinesa y que transmitió Radio Caracas Televisión durante años. Para ese entonces, era más complejo llegar a los destinos y captar las imágenes.
“Nadie necesitaba Internet, no había Google Maps. Era buenísimo porque preguntabas y, además, en esa época podías llegar en avión a todas partes porque había vuelos y aeropuertos en todas partes. Y hay otra cosa fantástica: entiendo que el dron es una maravilla porque puedes ver las cosas desde el aire, pero nunca superará andar en helicóptero”, recordó Quintero recientemente en En defensa propia, un podcast de la locutora venezolana Érika De La Vega.
El naturalista contó a El Nacional que creció viendo Bitácora y la serie de documentales Expedición, que también transmitió RCTV. No pudo tener mejor influencia, afirmó: profesionales que aman profundamente a su tierra y que generaban identidad y arraigo de forma sostenible en el tiempo.
“Estar en cercanía por medio de las redes es maravilloso. Se forjan alianzas que hacen país, las ideas se potencian y nos hacemos más humanos, algo indispensable para una sociedad en evolución”, expresó.
El increíble Delta del Orinoco
Recientemente se internó durante una semana en el Delta del Orinoco. Lo describió como una experiencia increíble y un respiro para el alma. Visitó y exploró el delta medio con el apoyo del campamento Orinoco Delta Lodge, ubicado en caño Mánamo, para hacer una lista de especies de fauna silvestre que potenciará el ecoturismo y la conservación de la región.
Estuvo acompañado por el equipo del campamento junto al médico veterinario de fauna silvestre Luis Carlos Velasco y los creadores de contenido Isaías Landaeta y Marcos Noriega.
“Estar aislado en medio de la selva de la Amazonía es una sensación de desprendimiento que todos debemos vivir, al menos una vez en nuestra vida. Desconectarnos de la ciudad es aprender a identificar lo que es realmente necesario para ser felices y que nuestras carencias materiales no son tan graves como pensamos”, expresó.
El proceso para organizar cada viaje es complejo, dijo el explorador. Requiere de varios meses de organización y planificación según la zona que se vaya a explorar.
Explicó que para llegar al sur del Orinoco, donde los recursos son limitados, se debe calcular la cantidad de insumos, el peso de los equipos y detallar de manera profunda el itinerario de la expedición. “Todo depende del objetivo. Puede ser una visita exploratoria para conocer el área, una expedición científica para registrar especies poco observadas o una salida para documentar en video un sector o región”, agregó.
“Hacer lo que amas te da energía”
Para cada una de esas actividades, se necesita el apoyo de un equipo multidisciplinario, indicó, porque casi todas las exploraciones son exigentes y demandan de un esfuerzo físico constante. “Pero hacer lo que amas te da energía extra para conseguir el objetivo”, reconoció.
Cuando El Nacional estableció el primer contacto con Juan Diasparra, en el país se había generado una controversia: una fiesta sobre el tepuy Kusari, en el Parque Nacional Canaima, en la que estuvieron influencers y socialités. Osmel Sousa, uno de los asistentes, sugirió en días pasados lo que diversas organizaciones durante años han denunciado: esa no era la primera celebración en una zona tan protegida, y seguramente no sería la última.
La fiesta sobre el tepuy ocurrió hace casi cuatro meses, pero las prácticas que vulneran los ecosistemas siguen ocurriendo. Advierte que todas las actividades extractivistas o de alteración al medioambiente son un delito que afecta al patrimonio natural de los venezolanos. Alterarlo, afirmó Juan Diasparra, genera desequilibrios ecológicos que se traducen en pérdida de biodiversidad en Venezuela y, por lo tanto, en menor calidad ambiental para todos.
Expuso que las áreas protegidas son sectores clave para la conservación y que no se trata de zonas “seleccionadas a dedo” donde solo se prohíbe el acceso.
Zonas inexploradas en equilibrio
“Son sectores prístinos, saludables y en equilibrio que nos sostienen y resguardan numerosas especies de organismos. Cuando dejemos de ver la naturaleza como un recurso infinito del cual nos podemos aprovechar, será el inicio para un desarrollo más sostenible que asegure el futuro para las próximas generaciones”, afirmó.
Diasparra cree que se está fallando en la educación ambiental y en la transmisión a los más jóvenes los valores de conservación, identidad y arraigo. “A nivel legal se necesita más rigurosidad, pero de nada sirve aplicar las leyes si algunos ciudadanos no poseen cultura y educación ambiental”, añadió.
Venezuela tiene todos los atributos básicos -posición geográfica, escenarios paisajísticos y su gente- para convertirse, nuevamente, en un destino turístico, que además genere beneficios para todos los involucrados. Pero, resaltó el naturalista, la meta más compleja es hacerlo sostenible en el tiempo.
“El turismo sostenible bien ejecutado vela por un equilibrio entre la cultura, la economía y el respeto por el medioambiente”, señaló.
Educar y sensibilizar
El fotógrafo dijo que los registros fotográficos de sus viajes y expediciones los comparte en sus redes sociales para educar y sensibilizar a la población. También aporta material para proyectos de conservación, revistas científicas o de divulgación sobre la naturaleza y eventualmente vende obras con sus fotografías en su página web. Un porcentaje de esas ganancias, indicó, está destinado a la conservación de especies y ambientes amenazados.
“Escribir un libro es una obra de gran magnitud. Sería un sueño poder realizar un material bibliográfico como homenaje a esta tierra que me ha dado todo y que su propósito se enfoque en educar a los más jóvenes”,manifestó.
Actualmente, Diasparra trabaja en un proyecto que incluye talleres, conversatorios, exposiciones y el trabajo documental en videografía. “El conocimiento siempre se debe compartir, de múltiples formas y maneras que puedan motivar a otros en las diferentes áreas que desempeñamos, por esta razón siempre estoy realizando actividades y viajes para compartir experiencias”, concluyó.
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