La oposición está deshojando la margarita entre la renovación del liderazgo mediante la participación de todos los venezolanos o lo que decida hacer la Plataforma Unitaria, que ya no sabemos si es el G4, G5 o G6, o qué es en realidad. La Plataforma Unitaria ahora tiene como cabeza visible a Omar Barboza, elegido recientemente como secretario en Panamá, cuyo fin es lograr unas primarias para elegir el candidato para unas posibles elecciones en 2024. La situación antes señalada mantiene la división de criterios en la oposición, aunque la meta sea la misma, que es la salida de la dictadura. Lo cierto es que los venezolanos son los que debieran decidir si para la conducción de la salida del régimen se debe primero renovar el liderazgo o que sean los partidos políticos los encargados, a través de la Plataforma Unitaria y mediante primarias, de elegir un candidato único para unas futuras elecciones con condiciones aceptables que no significa que sean condiciones mínimas, como han dicho por allí, porque eso es inaceptable. Las condiciones tienen que ser las que se utilicen en un verdadero Estado de Derecho. No las que imponga la dictadura.
Hagamos un poco de historia de las elecciones más importantes en estas dos últimas décadas. Los venezolanos han participado en 32 procesos electorales y lamentablemente seguimos tropezando con la misma piedra. En 1999 fue para cambiar la Constitución; en el 2000, hubo elección entre el innombrable de Sabaneta y su amigo secreto, y no tan secreto Arias Cárdenas, que logró engatusar a los venezolanos de buena fe, cuando era más de lo mismo y formaba parte del club de la naciente dictadura. En 2004, elecciones regionales y el famoso revocatorio, y ya para ese entonces la máquina malvada y tramposa chavista estaba engrasada para que no se perdieran elecciones futuras. En 2005, elecciones legislativas donde la mayoría de la oposición no participó. En 2006, elecciones presidenciales donde después que todos los sondeos indicaban que el candidato de la oposición había ganado, llegada la noche, los números cambiaron a favor del hijo no ilustre de Sabaneta, y al igual que en un cuento de misterios, no se exigió de manera seria el reconteo de los votos. En 2007, el referendo sobre la reforma constitucional, y la aplicación de la ley de las comunas. La oposición ganó de corrida, el Consejo Nacional Electoral maquilló los resultados para decir que la oposición había ganado por un estrecho margen, pero igual tuvo que reconocer la victoria de la oposición. En 2012 se realizó la primera primaria donde Capriles se convierte en el abanderado de la oposición y en ese mismo año, se realizaron elecciones presidenciales y como cosa inexplicable, Capriles perdió. En 2013 se convoca a un nuevo proceso electoral por vacancia absoluta y en esta oportunidad todo indica que Capriles, ganó las elecciones pero no las cobró.
Aquí podemos hablar de un nuevo período de lucha, gracias a los nefastos resultados de las elecciones de 2013, se originó un valiente movimiento de rebelión popular que ocasionó los hechos de 2014, conocido como La Salida. Ya en 2015 la oposición ganó la asamblea y así sería lo arrolladora de la votación, que el CNE tuvo que aceptar la derrota, pero siempre se podrá dudar si los números fueron disminuidos para que el golpe no fuera tan duro para la dictadura. Después de esta historia de dolor y sufrimiento, en 2018, las elecciones presidenciales, más descaradas de los últimos tiempos, incluso no aceptada por la comunidad internacional y para la guinda que faltaba, están las elecciones donde el régimen autoeligió a la asamblea ilegítima de 2020, la cual la comunidad internacional, no reconoció y al contrario, continúa reconociendo a la asamblea elegida en 2015. No olvidemos las consultas de 2017 y la de 2020.
Cabe la pregunta: ¿cómo vamos a estar hablando de elecciones presidenciales sin renovar el CNE, con rectores no comprometidos con la dictadura y tampoco con los partidos políticos? ¿Qué ha cambiado en los últimos años en las elecciones presidenciales? Todo está igual e incluso peor que antes. Una crisis humanitaria que rompe todos los parámetros, una economía ficticia donde solo un grupito son los beneficiados que pueden ir a comprar a bodegones elitistas, a los cuales el venezolano de a pie, no tiene la posibilidad para comprar costosos alimentos y bebidas a altos precio en dólares. Una escasez de los productos de la cesta básica que se ha profundizado con una inflación que en abril, llegó al 22%, según informó el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF): «Los precios han vuelto a una senda de variación de un dígito mensual, acumulando un 22 % en lo que va de año». Pero además, siguen los presos políticos, 240 en la actualidad. Como hemos dicho en otras oportunidades: ¿Qué se arregló en Venezuela?
Con relación a la renovación del liderazgo, posición defendida por María Corina Machado, Antonio Ledezma, y en reuniones privadas de Leopoldo López, este último con la sociedad civil, argumentando que deben ser los venezolanos los que escojan a la nueva dirección política que conduzca a la salida de la dictadura y no que sean las cúpulas de los partidos políticos, el régimen o la comunidad internacional. Pero para que esta posición no choque con el reconocimiento que la comunidad internacional continúa haciéndole al presidente interino, entonces, quizás habrá que hacer una suma de la posición de la renovación de liderazgo, con unas primarias verdaderamente libres, sin la intervención del CNE actual u otros entes gubernamentales del régimen y una vez se haya decidido quienes ostentarán el nuevo liderazgo, que este ayude y guíe al gobierno interino para de una vez por todas fijar una ruta segura que garantice la salida de la narcodictadura. Todos los líderes deben entender que el objetivo es la libertad de Venezuela y no trabajar para intereses personales, lo cual se pudiera interpretar como un apoyo a la continuidad en el poder del régimen. De lo contrario, el pueblo los juzgará.
El restablecimiento del diálogo en México no es visto con buenos ojos por la mayoría de los venezolanos, ya cansados de tantos intentos fracasados, que solo han oxigenado a la tiranía. En palabras de Antonio Ledezma: “Es evidente que con este nuevo diálogo mexicano, lo que más le preocupa al tirano que usurpa los poderes en Venezuela, es la libertad de sus socios, el confort de los perpetradores de latrocinios, de corruptos que hicieron negocios con el hambre de los venezolanos”. Si se continúa con el diálogo, debe ser transparente que conduzca a la democracia de Venezuela. Por otra parte, cabe la pregunta para aquellos gobiernos que sugieren el levantamiento de las sanciones, para los que han destruido a Venezuela, violando los derechos humanos más esenciales, cómplices del narcotráfico, con altos índices de corrupción e incluso con precio sobre sus cabezas por ser solicitados por la justicia internacional. Venezuela y el mundo entero observa con atención lo que ocurre con el diálogo en México. Estados Unidos debe tener una sola voz y demostrar que no hará concesiones a un grupo internacional de infractores de la ley de países y bandas criminales que gobiernan en Venezuela, por lo cual no debe haber un levantamiento de sanciones, porque el mundo entero pudiera preguntar: ¿Por qué desean eliminar las sanciones? Al contrario, algunos líderes opositores piden el aumento de las sanciones en contra de personajes específicos y ponen como ejemplo las sanciones sobre Putin y sus allegados. Si en Rusia se está utilizando este mecanismo de presión, podemos preguntar: ¿Por qué no en Venezuela? “El liderazgo no consiste en estar al mando, sino en cuidar de las personas a su cargo” Simón Sinek.
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