Desde la antigüedad, se ha tenido información sobre los sistemas de desalojo de aguas servidas y escorrentías. Algunos historiadores hacen referencia a las construidas en Nippur (Irak) alrededor del año 3750 a. C. Descubrimientos en los años 1700 a. C. (Creta), en centros poblados de Asia Menor y en el Oriente Medio describen cómo se utilizaron accesorios de cerámica como conductores de aguas servidas. Narraciones del cómo en la antigua Grecia -Atenas y Corinto- se construyeron verdaderos sistemas de saneamiento, conformados por canales rectangulares, cubiertos por losas planas que eventualmente eran parte del pavimento en las calles, que forman parte de la evolución sobre el manejo de las obras civiles para resguardar la salud de los ciudadanos en tan desarrolladas comunidades. Desde esa época hasta las más modernas y conocidas, podríamos mencionar a las cloacas de la antigua Roma (600 a.C.) como también las de París y Londres.
Deshacerse de los residuos y las inmundicias era un norte en esas civilizaciones. Intuían como un problema el manejo de las aguas putrefactas. Pero fue en 1842 en Hamburgo cuando por primera vez se diseñó la primera red de saneamiento moderna. A raíz del nuevo conocimiento universal, se implementaron modernas teorías que incluían pendientes, condiciones topográficas, así como las necesidades de las comunidades. Muchas de esas teorías siguen vigentes. Es decir, la recolección, conducción y disposición de aguas servidas son milenarias. La ingeniería y los avances tecnológicos solo las han masificado para que los 8.000 millones de habitantes del globo terráqueo tengan acceso y disfrute a una vida con mejores condiciones sanitarias.
En Venezuela, luego de nuestro primer intento de una democracia civil -trienio cívico militar- Y gracias a que parcialmente logramos deslastrarnos de militares y caudillos, logramos planificar la modernización de todos los servicios públicos para los venezolanos. Los millones de ciudadanos -en su mayoría, dispersos en la geografía nacional rural por fin disfrutarán, gracias a la Venezuela democrática, las bondades de una integración nacional, a pesar de las carencias.
Con el nacimiento de la democracia en 1958 se comenzaron a desarrollar todos los servicios planificados. Fue así como en los centros urbanos se desarrollaron grandes acueductos, cloacas, sistemas de drenaje y electrificación. Se construyeron avenidas, distribuidores y modernas autopistas. Y se planificó y desarrolló el sistema de generación de energía eléctrica más ambicioso del continente suramericano, el Guri. Santo Domingo, la represa Uribante Caparo fueron el estandarte de la hidroelectricidad. También se instalaron una serie de plantas termoeléctricas, como energía alternativa.
Se invirtió en escuelas, liceos, universidades, centros asistenciales y hospitales. Se formaron profesionales de nivel nacional e internacional. Se implementaron escuelas técnicas y el INCE. La democracia quiso construir una gran nación. ¡Aún es un deseo colectivo!
Como la mayoría de las poblaciones eran netamente rurales, (1958–1968), el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, con el doctor Arnaldo Gabaldón al frente, asumió la responsabilidad de luchar contra la malaria, el Mal de Chagas y el paludismo. Su visión sobre el saneamiento ambiental tendría un horizonte más amplio, al planificar a nivel nacional el más ambicioso programa de modernización del sector rural. Construcción de viviendas, acueductos (pozos, bombeo y almacenamiento), cloacas, electrificación y dotación de dispensarios. También un valioso personal con mística y profesionalismo para atender a todas aquellas poblaciones con un promedio inferior a los 25.000 habitantes.
El colapso de las cloacas en los sectores rurales, y en la mayoría de los barrios y comunidades, es la consecuencia de 25 años de abandono y desinversión por parte del sector oficial. La democracia invirtió y realizó su mejor esfuerzo para dotar a todos los pueblos y caseríos de los servicios sanitarios mínimos necesarios. Acueductos, cloacas, electrificación, viviendas rurales, dispensarios, escuelas, vialidad y áreas deportivas. También fortaleció el sistema inmunológico, el apoyo a la niñez, a las madres de menores recursos y a los estudiantes más aventajados, sin condiciones económicas. Todo esto lo tiró a la cloaca el socialismo del siglo XXI.
La revolución simplemente no tiene la más mínima idea ni de cómo comenzar a realizar los correctivos. El desechar a los miles de ingenieros y técnicos formados en nuestras mejores universidades, por pura mezquindad colectiva, tuvo sus consecuencias. Aún existen profesionales de alta calidad y con firmes principios éticos morales.
El colapso de los servicios sanitarios ya es inevitable. Su vida útil se extralimitó. El pretender los líderes del régimen actual que, uniformados sin honor y sin la más mínima capacidad, puedan rediseñar unos servicios que originalmente fueron planificados para una Venezuela con una población entre 7 y 12 millones de habitantes es tan utópico como decir que Venezuela se arregló.
«Se buscan profesionales honestos, con ética y principios. Abstenerse uniformados”.
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