Poco a poco, la Sala Ríos Reyna comienza a llenarse. En un remozado Teatro Teresa Carreño todo luce impecable para recibir al público que espera ver al dúo SanLuis. Las expectativas son altas. El show de los hermanos Castillo es el primer gran espectáculo que recibe el complejo cultural desde el musical Los Miserables, en 2019, y dos años después de que se iniciaran los trabajos de recuperación del teatro, considerado uno de los más importantes del continente.
Rápidamente las personas ocupan sus asientos. Muchas se tomaban selfies grupales y otras fotografían, maravilladas, las Nubes blancas del maestro Jesús Soto, que cuelgan desde el techo de la sala.
Ansioso, el público pide con aplausos que comience el show. Bajan las luces y se abre el telón. La función está por comenzar. Desde el escenario se escucha una voz en off dar la bienvenida. «Hoy escucharán esas canciones que se instalaron en la piel». El orador se extiende durante poco más de dos minutos, en los que adelanta un poco de lo que se vivirá en el show. «Hoy podrán ser lo que quieran ser, entrarán de lleno en una metáfora para dejar que la pluma de Luigi y Santiago les saque a bailar el corazón o les suture una traición».
«Con ustedes… SanLuis», finaliza.
Entre aplausos y gritos, el público da la bienvenida, primero, a los cinco músicos que acompañarán al dúo y, después, a Luigi y Santiago.
Poco más de seis años tenía SanLuis que no pisaba un escenario venezolano. Los hermanos Castillo comienzan su primer show en Caracas, con entradas agotadas, sin conversar con el público. No quieren perder tiempo, tienen que saldar una deuda con sus fans por los años de ausencia. Frente al piano y con guitarra en mano, Santiago y Luigi, respectivamente, inician con «Niña dura», un clásico de su etapa como Voz Veis, agrupación que integraron junto con Carlos Labrador, Gustavo Rincón, Luis Marzol y Roberto González. La banda que los hizo famosos.
«No solo estamos de vuelta en el teatro más hermoso, más importante de Venezuela, sino de Hispanoamérica. Estamos de vuelta a casa llena, Caracas. Mil millones de gracias», dice Luigi, al terminar de cantar.
El show –parte de su gira De vuelta a casa, con la que han visitado, de la mano de Evenpro, ciudades como Maracay, Valencia, Barquisimeto, Margarita, Puerto La Cruz y que cerrarán en Maracaibo– comenzó con un recorrido por las canciones más reconocidas de su etapa como Voz Veis: «Cosita rica», «Segundo plato», «Pa’ que no me puedas olvidar». En esta última salió a escena el trompetista Chipi Chacón, el primer invitado de la noche, que deleitó al público con un solo de trompeta.
La velada transcurre sin problemas, más allá de un pequeño percance con el sonido de los músicos que acompañaban al dúo, que a los minutos se solucionó. «Se quedaron sin corriente», dice Luigi entre risas. El show no se detiene. Los hermanos Castillo continúan, solo con piano y guitarra, con «Si yo estoy loco», tema que originalmente cantan junto a Fonseca.
«Confieso que estar detrás de este piano, refugiado, tiene que ver con muchas cosas, no solo con que me gusta tocarlo sino que es una forma fácil de esconder mis dos pies izquierdos y les ahorro a ustedes ese ridículo de verme bailar. Eso se lo dejo a mi hermano», apunta Santiago.
Entre baladas y algunas canciones más bailables, el público –al principio tímido–prefiere cantar en sus butacas «Dónde estabas tú», «Mi corazón», «Niña de mis ojos» o «Que me has hecho tú». Pero se ponen de pie para cantar junto a Luigi y Santiago «Aunque sea poco». Los hermanos Castillo bajan del escenario para acercarse al público. Solo se escucha la voz de las más de 2.300 personas presentes en la sala. Uno de los momentos más emotivos de la noche.
Como siempre, SanLuis comparte algunas anécdotas de canciones antes de interpretarlas en sus shows. Y esta vez no es la excepción. El dúo recuerda la noche en la que compusieron «Ilusionista». «La escribimos una noche que estábamos en el barco de Marc Anthony. Allí también estaba un tal Luis Miguel y un Alejandro Sanz, que como a las 6 am se sentó con nosotros en el piano y empezó a tocar una melodía. Así empezamos a escribir. Un par de horas después ya teníamos esta canción, que ha sido tan especial para nosotros y a la que, además, otra tal Kany García se sumó a cantarla», cuentan entre risas.
El clímax llega cuando interpretan «Se acabó» con Nacho, la gran sorpresa del show. Todos de pie, sin excepción, bailan y cantan, teléfono en mano para registrar el momento. Y le dan bienvenida al cantante, que salió a escena vestido completamente de negro y luciendo un sombrero llanero.
Al finalizar, bajan las luces del escenario y los músicos no están. Parece que el concierto llega a su fin. El público, enérgico y entusiasmado, pide más canciones. «Otra, otra, otra». Luigi y Santiago vuelven a escena. «Ya terminó el concierto pero queremos complacerlos. Por eso, vamos a cantar lo que ustedes quieran», asegura Luigi, mientras el público gritaba nombre de canciones.
El dúo complace al público 30 minutos más. Interpreta «Mi gran amiga», «Mi plan», «Un pedacito de tu querer». Cuando solo queda tiempo para un tema más, los hermanos preguntan: «¿Qué más quieren escuchar? Hagamos una encuesta». Las respuestas son variadas: canciones que ya han interpretado y otras que no. Por esto, Luigi y Santiago deciden tomar la batuta y cierran, como buenos zulianos, con una gaita. Dejan el imponente escenario de la Ríos Reyna tarareando «La negra del tamunangue».
Han pasado más de dos horas en las que SanLuis ha interpretado 23 canciones. Un repertorio variado que cumplió con las expectativas de sus fanáticos, nuevos y viejos.
Esta historia se repite hoy.
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