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El Estado posmoderno

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Mucho se ha revisado el tema Estado en los últimos dos siglos por los sabios, ingeniosos del siglo XIX y XX, tal como se conoce hoy, Estado federal o República federal, dentro del marco de una débil democracia que descansa en un frágil sufragio universal.

Bien decía un filósofo de prestigio de finales de  siglo XIX: «Estado se llama al más frío de todos los monstruos fríos. Es frío incluso cuando miente; y ésta es la mentira que se desliza de su boca: ‘Yo, el Estado, soy el pueblo», Friedrich Nietzsche; ilustrando la frivolidad y lujuria por el poder que encarna el autoritarismo, totalitarismo, nepotismo, despotismo, todos de orden estatista, que además sólo tienen dominio por que los masas alienadas, el colectivo, individuo masa en sí, obedece al dominio del Estado, bajo una letargia de sí y con eso les da existencia propia.

Así que el Estado autoritario en todas sus gamas no es más que un conjunto de supercherías de procedimientos legales, económicos, políticos,  geográficos, y ciudadanos en la sociedad.

El Estado moderno, siendo la conjunción y fusión de los formas puras de los sistemas de gobierno de monarquía, aristocracia, democracia o formas impuras que conjugan al Estado posmoderno con sus formas corruptas de tiranías, oligarquía, autoritarismo y demagogia de modelos antisistema, entre otras degradaciones.

Sabido es además que estas últimas formas antisistema prevalecen hoy en día en el mundo; a pesar de ser los peores sistemas de gobierno, conformado por los peores individuos, como su orden lógico lo indica.

No obstante, la razón por la que fue constituido la función del Estado moderno es resguardar la seguridad de las personas, ante el vandalismo, escalada de algún tirano al poder , ataques externo de cualquier pretensión exterior o interna, para así salvaguardar la vida, libertad y propiedad de las personas, minorías o colectivos amenazados.

Toda esta constitución en un ambiente adecuado para que puedan potenciar cualidades humanas de inteligencia, crecimiento personal y desarrollo de las personas; de no cumplir éste carácter o cualidad, no tiene razón de ser su existencia en la humanidad.

Dicho en otras formas, una necesidad de la presente época es suprimir de forma filosófica y práctica, la progresiva confiscación por parte del sistema de Estado autoritario y totalitario con toda su idea del monopolio del poder que se levanta hoy, instaurado en las naciones sobre el valor de la vida, la libertad y la propiedad, involucrado e inmiscuido en todas las esferas humanas de las personas, desnaturalizando de esta manera, la esencia originaria del Estado moderno junto a la democracia, como se concibió en su principios, que es salvaguardar la vida, la libertad, los derechos naturales y, en sí, la propiedad de cada una las personas.

De ahí que hoy se levantan masas influenciadas por ideas utópicas y revolucionarias por donde quiera, a raíz de las instrucciones, enseñanzas y educación proporcionada por el mismo sistema que los oprime, con toda la eclosión de elocuentes mensajes, discursos demagógicos, difundidos para la demanda de derechos abstractos, muchos de ellos desnaturalizando el sistema de derechos fundamentales, por las alienadas ideas colectivista y tribales manejadas con arte hipnótico del poder de las ideas del espíritu colectivo con las respectivas fórmulas de las palabras, ideas, imágenes evocadas por los abanderados líderes hipnotizados y sustituibles, no prescindibles, conductores de las masas con intensificadas opiniones de fama consolidadas en el inconsciente colectivo.

Parafraseando al peripatético Aristóteles, la doctrina colectiva, con todas sus opiniones son la consecuencia de la necesidad del animal político en reproducir una secta imbuidas de creencias, fe ciega, dogmas, ídolos, apóstoles; difundiendo la idea mágica de un cielo y una dimensión física de orden paradisíaco espiritual, convertida en una tendencia, moda popular que contagia a individuos masas entre los estratos más inferiores hasta las élites más ilustradas en su imperiosa necesidad de imitar y reproducir, como lo plantea la teoría de homínidos primitivos, australopitecos, las acciones y opiniones difundidas de prestigio popular, consolidadas por la fuente de los medios.

Sin embargo, con el advenimiento de las corrientes ideológica – filosóficas anticapitalistas liberales, ideas colectivas per sé , se difundió de manera tendenciosa, por medio de las quimeras narrativas históricas, entre otras causas, de forma errónea y a priori, la idea poco o nada razonada dentro de la perspectiva de la  psicología de las masas o alma colectiva, como estas corrientes ideológicas iban a reforzar los derechos humanos y libertades de las personas, más éste silogismo, es falso de toda falsedad; lo prueban los distintos hechos actuales.

Todo lo contrario, sucedió y sigue sucediendo, tales ideas colectivista y estatista por naturaleza, vienen  a degradar a los individuos al reino de las bestias por la influencia de los razonamiento condicionados, la instrucción y el conocimiento que influyen a las masas; disminuyendo así los niveles de inteligencia humana y de la razón pura.

Además, es bastante sabido en la actualidad que el alma colectiva y el alma en sí, es una constitución de opiniones, religión, creencias, teorías, ideales, filosofías, dogmas, supersticiones, instituciones, valores, condiciones, imágenes, propiedades, tendencias, caracteres, símbolos, impulsos, contagios, imaginaciones, estados de fascinación por las deformaciones hipnóticas colectivas, poco o nada perceptibles, histerias colectivas, sugestiones, ilusiones, emociones, ficciones, simulaciones, experiencias, excitaciones hasta el paroxismo político filosófico colectivo, con todas sus respectivas asociaciones filosóficas; desprovistas de todo espíritu y sentido crítico, sin poder ver con objetividad lo que sucede, los hechos, estando el sujeto masa, inducido, crédulo, sugestionado, contagiado hasta la enfermedad patológica de la sinrazón, en manos de la fuente hipnotizadora.

Por otro lado, en la actualidad, como todos saben, juegan un rol preponderante los medios de comunicación, a través de mensaje publicitario y propagandas; todos estos elementos, instituciones, factores y combinaciones más o menos » convincentes «a un público objetivo al que va dirigido el mensaje expectante, para que sirva para formar prestadas constituciones estatista, autoritarias, proteccionistas, revolucionariamente convulsionadas que terminan destruyendo las naciones, sin virtud humana alguna, por medio de la sugestibilidad del ideal teledirigido del alma colectiva.

 

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